Cuando tenemos una gran decisión que tomar (e incluso cuando no es tan grande) suele surgir una duda en nuestra cabeza: ¿dar oídos a la intuición o a la razón? Los cabalistas afirman que sólo la intuición puede guiarnos porque ella es la Voz de Dios. Sin embargo, en nuestro cerebro existe una vocecita que nos llena de dudas y dificulta nuestras decisiones.
Entonces, apreciado lector, ¿cómo podemos saber si lo que pensamos es fruto de la intuición, siendo ésta la que debemos escuchar? Para comprender esa afirmación debemos tener como base el conocimiento de la Cábala, o sea, el estudio del Árbol de la Vida. Hace muchos años el hebraico enriqueció mi pensamiento. El Árbol de la Vida es un glifo (conjunto de símbolos) formado por 10 Sefiroth (esferas) que representan 10 estados de energía en estado puro e interconectados por 22 Caminos. Este glifo nos ofrece la representación del esquema de la creación de la humanidad, o sea, la representación del Hombre, Adán Kadmon, la Creación Humana ideada por nuestro Creador Supremo.
Ese conjunto de símbolos en realidad no se parece a un árbol en el sentido literario, sino que representa el camino de la manifestación de la energía en su estado puro, desde la Esfera n.º 1 hasta la densidad que conocemos como materia manifestada, en la Esfera n.º 10. Si dibujamos un hombre de pie sobre este glifo (mirad en la sección Cábala de mi Sitio Web) notaréis que la cabeza está ‘en el cielo’ y los pies están ‘en la tierra’. La Cábala nos recuerda lo que dice el Padre Nuestro, oración tan querida por los cristianos: ¡así en la Tierra como en el Cielo! Sí, porque aquí en la Tierra, en el Microcosmo, nosotros simplemente somos la representación del Macrocosmo. Así es como todo funciona en este mundo de la materialización.
Cuando observamos ese Árbol notamos que tenemos la Esfera n.º 10 destacada, debajo de todas las otras. Esa Esfera n.º 10 es denominada Malkut, y representa a la Tierra.
Hacia arriba siguen tres esferas ligadas entre sí, en el centro tenemos a Yesod, la Luna, cuya correspondencia astrológica se relaciona con la Luna de nuestro Mapa Natal, indicando nuestra parte emocional y sentimental, y nuestro condicionamiento familiar y cultural, nuestras reacciones y nuestros deseos.
Podemos asimismo relacionarla con el ego, o sea, con la imagen que tenemos de nosotros mismos. El ‘diálogo’ entre la Luna y la Esfera de Hod (que representa astrológicamente el planeta Mercurio) se produce siempre a nivel racional, ya que Mercurio representa el raciocinio lógico, por tanto nuestra capacidad de razonar y de poner en práctica los conceptos abstractos aprendidos. ¡Pues Hod (Mercurio) es llamado ‘Lucifer’ por los cabalistas, porque él no engaña! ¿Sabéis por qué? Porque él puede representar nuestros prejuicios, ya que utiliza los conceptos aprendidos por Yesod-Luna, y nos hace proceder de forma condicionada. En varios artículos publicados hace algún tiempo en mi Sitio personal yo reflexionaba sobre el significado de los rótulos con los cuales nos expresamos diariamente y que nada más son que prejuicios, siendo reflejo de pensamientos que no provienen del Yo-Superior (el Sol), sino del Ego-Inferior (la Luna).
El Yo Superior es representado por la Esfera Tipheret que se encuentra en el centro del Árbol. Ella es nuestro Yo espiritual y es aquella vocecita interna con la cual debemos dialogar cuando nos sentimos confusos y no sabemos qué decisión tomar. La Esfera Tipheret está más arriba de la Esfera de Yesod, y se conecta directamente a la Esfera n.º 1, llamada Keter. Por tanto, si deseamos oír nuestra intuición permitiendo que nuestro Yo Superior nos guíe en nuestras decisiones, debemos simplemente acallar la voz de la razón que es el canal que liga a Yesod-Luna con Hod-Mercurio y abrir los oídos para escuchar la voz de Tipheret-Sol que conecta a Hockmah-Urano, que es su octava superior a Keter. ¡Así la intuición no resultará contaminada por el ruido promovido por Yesod-Luna! Y ¿sabes cómo hacemos esto? Aquietando la mente en los momentos preciosos de la meditación, en la tranquilidad de nuestro cuarto o en el contacto con la naturaleza.
No sé si esto suena muy complicado a vuestros oídos, pero os daré un ejemplo práctico que me fue enseñado por un maestro cabalista: ¡No pienses, siente tu voz interior! Quien no escucha la Voz de la Intuición acaba pagándolo caro, cometiendo errores, y desviándose del camino. Entonces, ¿empezamos desde ya a ‘abrir nuestros oídos’ (no los físicos) a la Voz de Dios? ¡Cometeremos menos errores, sufriremos menos, y nos sentiremos en comunión con Dios e integrados en el Universo! Obtendremos más respuestas para nuestras dudas y viviremos más felices. Dijo un sabio: ¡Los oídos del alumno estarán listos y abiertos a la voz del maestro en cuanto tenga acceso al Conocimiento!
¡Buena semana a todos! Quedaos siempre con nosotros. ¡SOMOSTODOSUNO!