Si de veras quieres experimentar la paz interior, has de aprender una lección fundamental: no cultivar expectativas.
Sea cuál fuere la situación en que tu deseo por alcanzar algo sea muy intenso, difícilmente esquivarás esa trampa.
Sólo adquiriendo la consciencia de que es tu expectativa respecto de las situaciones lo que crea tu sufrimiento, estarás finalmente iniciando el proceso de sanación.
Mientras estamos dominados por la mente, solemos responsabilizar a otros por nuestro sufrimiento. Esto sucede porque esperamos que ellos cumplan las expectativas que hemos creado en relación a ellos.
Cuando la realidad se presenta distinta de lo que habíamos imaginado, nuestro inconformismo nos lleva a echar la culpa sobre aquel que nos ha frustrado. Es difícil aceptar que el sufrimiento no nos lo ha causado alguien, sino nuestra dificultad para lidiar con la decepción que nos produjo nuestra expectativa en relación con él.
Muchas personas, ante una experiencia como esa, malgastan la vida inmersas en la amargura y el inconformismo, siempre viendo en el otro la razón de su infelicidad.
Liberarse exige, ante todo, una decisión firme de no poner nuestra paz en dependencia de nada ni nadie.
Si estamos plenamente alertas y conscientes de que jamás tendremos el control sobre las circunstancias exteriores de la vida, podremos finalmente relajar, aceptar lo que suceda, sea lo que fuere, y seguir adelante, ciertos de que siempre es posible construir un nuevo camino.