¿Cuántas veces en la vida te has hecho esa pregunta? Y si la hiciste, ¿reflejó la respuesta un anhelo profundo de tu alma, o se restringió al viejo patrón que la sociedad nos impone?
Desde muy pronto aprendemos que la felicidad se resume básicamente en conquistar la seguridad material y una compañía afectiva.
La cuestión es que muchos alcanzan estos objetivos, y, sin embargo, siguen sintiéndose insatisfechos. Cada ser humano es único, y por ello el significado de felicidad varía para cada uno.
Alguien que tenga un espíritu libre y un fuerte deseo de aventura, difícilmente se sentirá realizado en una relación tradicional.
Otro necesitará más que un buen empleo para ser feliz, pues la remuneración puede ser alta, pero la satisfacción con la función ejercida, ninguna.
Y existen aquellos que pasan la vida sin siquiera cuestionarse en qué consiste su concepto de felicidad.
Vivir de modo inconsciente respecto de cuáles son sus verdaderas necesidades es, desgraciadamente, la realidad de la mayoría de los seres humanos.
Los retos cotidianos se sobreponen a la práctica del autoconocimiento. Sólo cuando la insatisfacción y el vacío se hacen tan grandes que empiezan a originar desequilibrios físicos, es cuando algunos consiguen girar la llave.
Estar en sintonía con tu verdad interior es el único camino para que puedas encontrar la paz y la serenidad que deseas.