La sexualidad está naturalmente presente en la vida terrena, y sus desequilibrios son recurrentes, ya sea en el campo de los vicios o de la negación. El egoísmo y el deseo posesivo en las relaciones sexuales generan miedo, violencia y desamor. Esta es la pauta común de las relaciones terrenas. De modo contrario, cuando tenemos relaciones sanas, la fuerza creativa que la energía sexual puede generar, pone al hombre en comunión con lo divino. Sin embargo, las relaciones de ese tipo todavía son la excepción. El amor es libertador y no puede estar presente en relaciones basadas en los celos, la autoestima, el control y el apego.
¿Qué es lo que mueve los instintos animalizados y los impulsos sagrados del sexo?
Estamos envueltos por las sensaciones animalizadas, que nos hacen sentir dolor o placer, pero también somos seres espirituales que tienen en común la energía sagrada que impulsa nuestra conciencia más allá de los instintos. Somos cuerpo, mente, energía y espíritu en manifestación. Y ¿qué es lo que nos conecta a la conciencia espiritual que monitoriza nuestras experiencias en el plano terreno?
Entre sus muchas cualidades, la glándula pineal llama la atención por su íntima relación con las cuestiones sexuales. El potencial de esta glándula determina la sexualidad, por medio de las fuerzas psíquicas que emite, según la condición espiritual del alma encarnada. Cuanto más elevada sea la conciencia que nos anima, más las cualidades amorosas sustituyen a las pasiones enfermizas.
Sabiamente, el filósofo Descartes asociaba la glándula pineal a la conexión del espíritu con la vida física. En las escuelas espirituales la glándula también es conocida por su relevancia, desde hace siglos. Para la ciencia, ella todavía guarda muchos misterios sobre su actividad. Hasta hace poco se creía que era un órgano vestigial, o sea, atrofiado. Hoy se sabe que ella tiene una serie de funciones indispensables para la salud.
Los espiritualistas la consideran como el tercer ojo, que nos abre las visiones de la dimensión astral, nuestro sexto sentido, la intuición y percepción de la conexión con el Todo. Es la glándula que se conecta a los chakras Sahashara y Ajna, sede de las fuerzas mentales superiores y de la consciencia despierta del espíritu. Ella nos permite tener acceso al conocimiento y a la verdad sobre todas las cosas. Ella nos une a la mente de Dios. En muchos espíritus humanos, tanto esta glándula como el chakra se encuentran en desarmonía y los trastornos mentales tienen sede en esa región, por el estancamiento y por los complejos procesos obsesivos que resultan de la ignorancia en que vive todavía el espíritu.
El médico brasileño Dr. Sergio Felipe de Oliveira, investigador, hizo algunos estudios sobre la glándula pineal y reveló que ella forma cristales de apatita, los cuales tienen relación con la mediumnidad de cada persona.
Localizada justo en el centro de la cabeza, de tamaño muy pequeño, en torno a los 5 milímetros de diámetro, la glándula pineal además de administrar la liberación de la hormona melatonina y la regulación del sueño, es también responsable por la maduración sexual, entre otras funciones. Preside los fenómenos nerviosos y tiene elevada actuación en los cuerpos sutiles, los chakras y todo el sistema endocrino.
En la niñez, el espíritu humano tiene la bendición y la oportunidad de volver a aprender, en una nueva jornada terrena. En esta fase, la glándula pineal se encuentra más adormecida, tanto como las tendencias del espíritu reencarnado. Latentes, al alcanzar la pubertad las fuerzas psíquica y emocional del espíritu vuelven a verse activadas, y pasan a guiar su sexualidad, sus elecciones y relaciones, en concordancia con las tendencias y la condición espiritual que aquél trae en su vasto equipaje de vidas pasadas. La glándula pineal actúa sometiendo la sexualidad a sus órdenes y al modo de ser del espíritu.
A partir de la adolescencia se desarrollan los dramas de las pasiones, que acaban por determinar la superación o caída del espíritu en su vivencia actual, progresando o repitiendo los mismos errores. La sexualidad es el instrumento del espíritu encarnado, presidiendo las relaciones terrenas. Los conflictos vividos en las relaciones son el reflejo de un patrón que el espíritu humano trae en su infantilidad evolutiva. El amor no causa sufrimiento, sino que es el deseo de posesión y el egoísmo descontrolados lo que resulta en el dolor de las frustraciones y las pérdidas. Son las relaciones basadas en valores superficiales y materiales, por no ser conscientes del significado del amor, que se confunde con apego emocional.
En el chakra Swadhistana, localizado en el bajo vientre, las glándulas sexuales desempeñan el papel de preservación del espíritu humano, mediante la procreación, el poder de co-crear y sublimar el deseo, convirtiendo el "yo" en "nosotros", disolviendo el ego y desarrollando el amor.
La energía sexual equilibrada aporta al espíritu una vivencia saludable, dando continuidad a la espiral evolutiva. La salud o desequilibrio sexual son determinados por la glándula pineal, generadora de las fuerzas psíquicas del espíritu en la materia.
Por tanto, es por medio de la glándula pineal como el espíritu experimenta la vida, y es en la sexualidad donde practica su transformación. Contrariamente a lo que algunos creen, la sexualidad es el camino sagrado de la purificación del espíritu, que aprende el amor incondicional a partir del deseo.
Es una larga andadura evolutiva y el planeta Tierra es la escuela. Poco a poco el espíritu ha venido abandonando su condición precaria e inarmónica. Los desequilibrios sexuales y psicológicos caminan de la mano. Los campos abstractos mental y emocional actúan favoreciendo o perjudicando la energía sexual en el campo de las experiencias humanas.
¡Namasté!
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