Muchos seres humanos encaran la vida como una eterna competición, en la que han de demostrar, todo el tiempo, su superioridad.
No se les puede culpar, visto que es exactamente esta la idea que la sociedad nos impone.
Nos dicen que sólo hay lugar en el mundo para los vencedores, o sea, para aquellos que demuestren mucha superioridad en relación a los demás.
Ocurre que la idea de éxito es bastante cuestionable. Para unos, significa poder y riqueza material. Para otros, sin embargo, el verdadero éxito es ser capaces de expresar su esencia interior a través de una actividad que para ellos sea, sobre todo, placentera.
Encarar la vida como una eterna batalla que se ha de ganar ocasiona un gran desgaste, visto que se pasa a contemplar cada experiencia como un problema a resolver.
La existencia nos ha dotado de innumerables recursos para enfrentar cada circunstancia con serenidad, sin angustia ni ansiedad.
No obstante, nos alejamos de este estado natural en la medida en que al crecer nos dejamos enredar por las solicitaciones del mundo.
Confiar en que el poder oculto se revelará a partir del momento en que seamos capaces de guardar silencio y escuchar la voz de nuestro corazón, es el secreto para relajar y disfrutar de la jornada de la vida con alegría.