Si esperas alguna recompensa por ser una persona buena es que no eres una persona buena.
Las personas buenas no hacen el bien esperando recompensas, no les interesan los reflectores ni buscan ejercer ascendencia alguna por medio de sus actos.
Las personas así comprenden que la Vida ya es una dádiva, pues la entienden eterna, perfecta y plena de éxtasis, por ello existen aquellos que son victoriosos por realizar sus deseos y aquellos que son realizados por no desear nada.
Si tú deseas ser recompensado por tus actos y tratas como ingratos a aquellos que no expresan la devoción, admiración o respeto deseados, se debe a que todavía eres una persona carente, vacía y llena de demandas internas. Tú necesitas ser llenado, necesitas recompensas constantes, necesitas afecto, o mejor, necesitas ser afectado para sentirte vivo, pues desconoces la Vida Plena que alimenta la propia Conciencia. Sin darte cuenta, procedes como si fueses un cadáver ambulante, un verdadero zombi en busca de algo que pueda nutrirte.
Aquellos que ayudan son quienes deberían agradecer, pues están ante oportunidades de crecimiento. Serán siempre ellos los mayores privilegiados, pues la lógica Universal es siempre reactiva: es dando como se recibe.
Un acto desinteresado nos privilegia principalmente por el ejercicio del desapego. Sin desapegarnos de este mundo se hace imposible trascenderlo y eso es algo obvio: estaremos eternamente presos a aquello que valoricemos.
Es corriente oír que el elogio es un bien para el alma, ¡mentira! El elogio sólo hace bien al ego, es un estupefaciente dañino que ayuda al elogiado a inflarse y a sentirse cada vez más identificado con ese falso yo que debería ser destruido. Sentirse importante, querido, admirado, etc., es no darse cuenta de que se está dormido. Líbrate de esas necesidades infantiles y despierta para la vida, la Verdadera Vida.
Jesús nos enseñó que la mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha, sólo esa máxima ya sería suficiente para exponer ese concepto. ¿Por qué no vamos por ese sendero? 'Porque la ceguera provocada por esas cortinas ilusorias nos impiden vislumbrar la Verdad: no existe mejorar, evolucionar, conquistar o desarrollar en nosotros mismos, únicamente desnudar.
Deberíamos, por tanto, valorar sólo nuestras pérdidas. Sólo aquello que perdemos nos puede liberar.
Estamos aquí tan sólo para abrir puertas. Si los invitados van a saludarnos o a agredirnos al entrar en nuestras vidas, da lo mismo, no estamos aquí por los invitados, estamos aquí por nosotros mismos.
Consulte grátis
Avaliação: 5 | Votos: 1
Sobre o autor WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante. Email: [email protected] Visite o Site do Autor