Amados, este texto se refiere a la capacidad que tenemos en nuestro interior para amar, perdonar y ayudar a los demás, porque cada uno de nosotros es poseedor de una inmensa capacidad solidaria y amorosa para con nuestros hermanos y hermanas.
Es bien cierto que muchos no se conocen lo suficiente para acceder a ese potencial luminoso de conexión con el Creador, común a todos los seres humanos; y contaminados por las ilusiones del mundo material, se desconocen y se pierden en sus breves vidas terrenas.
Pero aún así digo que todavía hay esperanza de evolución para esos que viven en el egoísmo y el materialismo, y que desprecian las vidas de sus semejantes menos favorecidos; esos hermanos van hacia la colisión consigo mismos, no comprenden que las vidas de los demás están conectadas a sus propias vidas.
Esos hermanos y hermanas viven en la ignorancia y están faltos de autoconocimiento, porque si se conociesen de veras, jamás harían daño ni maltratarían a sus semejantes; y sabrían que para ayudar a otros basta con la intención sincera de querer ayudar, sí, ayudar de corazón.
Para ayudar a los semejantes no hace falta estar en posición elevada en la sociedad o poseer mucho poder económico y financiero, ya que si tenemos amor en nuestro corazón, una mirada, un gesto, un pensamiento, una palabra, una oración, pueden hacer mucho más, en la vida de otro, de lo que se podría suponer.
Como ejemplo cito el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que inmortalizó la frase: "¡No tengo plata ni oro, pero lo que tengo, eso te doy!", proferida por Pedro cuando este apóstol y Juan subían al templo y curaron a un deficiente físico que pedía limosna.
Entonces, amados, eso es lo que se necesita, amor, solamente el amor, dejar que el amor fluya, compasión, empatía y saber que lo que hacemos en favor del otro, lo hacemos a nosotros mismos.
Comprended además que perdonar es un acto de amor igualmente y que cuando perdonamos de corazón nosotros también generamos las condiciones necesarias para que la ley universal se ponga en acción para que seamos perdonados asimismo cuando nos llegue la hora.
Conociendo esta enseñanza, entonces es acertado afirmar que recibiremos lo mismo que emitamos a nuestros hermanos; ayudando, siendo solidarios y fraternos, ciertamente encontraremos en nuestros momentos de necesidad a otras personas que también nos ayudarán, tal como ayudamos a otros.
A aquellos que desconocen o dudan de esa ley universal, digo que es muy fácil de comprobar, sólo observen sus propias vidas y constatarán esa verdad universal.
Así notamos que estamos progresando, mediante el respeto, la obediencia y la aplicación de esas leyes en nuestras vidas, porque éstas son verdaderas bendiciones de Dios para nuestra evolución como espíritus humanos.
Por tanto, amados, no desperdiciéis ninguna oportunidad de ayudar a vuestros semejantes, porque amando y perdonando siempre tenemos algo para dar.
Sed felices haciendo felices a vuestros semejantes y tratando a todos como a vosotros mismos os gustaría ser tratados.
João Spósito
Brasilia-DF - Julio 2017
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