Sentir felicidad no significa vivir en una burbuja, donde la realidad del mundo nos nos alcance. Y sí ser capaz de ser feliz, pese a los acontecimientos negativos que a veces nos afectan.
Alcanzar el estado de paz y serenidad interior que denominamos felicidad, debería ser la única meta de nuestra existencia, y no deberíamos medir esfuerzos en ese sentido.
Claro que para muchos seres humanos las condiciones de vida son difíciles, tanto que ser felices parece algo imposible. Sin embargo, misteriosamente, algunos consiguen el milagro de sentirse en paz, aun en medio del sufrimiento.
¿Cuál es el secreto que tienen para lograr tal hazaña? Entiendo que depende únicamente de una decisión interior. Cuando tenemos por objetivo de vida superar las dificultades con valor y decisión, haciendo de cada obstáculo una vía para el crecimiento, establecemos un importante criterio.
Esto marca toda la diferencia y es la guía, la brújula fundamental que nos indicará si vamos por el derrotero adecuado.
Si la infelicidad está predominando, es hora de estar atentos y preguntarnos en qué momento nos hemos perdido, o sea, nos hemos dejado derrotar por los acontecimientos.
La certeza de que estamos dando a nuestra existencia un sentido positivo, de evolución y crecimiento, nos será dada por el grado de alegría y bienaventuranza que consigamos conquistar a cada momento.