Valorar nuestras victorias, sean pequeñas o grandes, es un hábito esencial para alimentar nuestra autoestima.
Muchos se imponen a sí mismos metas grandiosas y se sienten frustrados y llenos de indignación cuando no son capaces de alcanzarlas.
En este proceso dejan de valorar cualquier pequeño logro, como si éste nada valiese.
Una victoria puede ser alcanzada rápidamente, o por el contrario tras un largo camino, recorrido paso a paso con persistencia y decisión.
Aunque no se haya llegado al objetivo final, es importante reconocer las etapas vencidas, ya que éstas son el combustible que nos hace seguir adelante.
La auto-motivación es un ejercicio permanente que hemos de practicar para que la confianza en nosotros mismos se mantenga fortalecida.
Si a cada derrota sufrida no somos capaces de ponernos nuevamente en pie, renovar la energía y seguir adelante, difícilmente evitaremos la sensación de fracaso.
Liberarse del hábito de la exigencia excesiva, también conocida como síndrome del capataz, es el primer paso para el cambio.
Todos tenemos derecho a cometer errores alguna que otra vez. No podemos olvidar que eso es natural en cualquier proceso de evolución y aprendizaje.
Pero es importante enfocar también nuestros aciertos, pues son ellos lo que nos dará el necesario estímulo para, finalmente, llegar a donde deseamos.
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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