Tu problema es la imaginación, sólo eso. No consigues ser quien tú eres, entonces empiezas a imaginarte otra persona. Estás siempre imaginándote más poderoso, guapo, próspero, popular, etc. y no te das cuenta de que con ello entras en un mundo imaginario. Tú simplemente dejas de pertenecer a la realidad y pasas a flotar en el samsara como una pluma conducida por el viento de las circunstancias. Has dejado de vivir en el corazón, donde está el trono del ser, para vivir en la mente, donde reina el demonio del ego.
El corazón está representado en grandes mitos, como la Ítaca de Ulises, el Shangri-la perdido, la Casa del Padre, el Vellocino de Oro, el Grial de Perceval, etc. Es el lugar de reposo del guerrero, es la fuente de la juventud, el verdadero Reino de Dios.
El corazón es la fuente de la Verdad y de lo Real, cuando nos alejamos de él entramos en la madriguera del conejo,ingresamos en el reino de Alicia, de donde sólo saldremos si nos enfrentamos reciamente a nosotros mismos.
El primer síntoma de aquel que se abandona es justamente olvidar quien de hecho es. Al dejar el corazón e identificarse con un personaje cualquiera imaginado, el hombre pierde la conexión con el propio Yo y pasa a obedecer las imposiciones de sus deseos, sueños, necesidades y ambiciones.
¿Por qué no has podido aceptarte? ¿Qué había de equivocado en ti? ¿Te has parado ya a preguntártelo?
Nunca hubo nada equivocado en ti, sólo no has comprendido los objetivos de las experiencias propuestas por la vida. Te ha parecido mejor refugiarte en la ilusión que afrontar la realidad y vivir aquello que ha determinado el propio Universo para tu progreso.
Recibiste una moneda y la enterraste, como el talento de la parábola. No has querido multiplicarla, no has querido enfrentarte a los retos de la falta de dinero, de belleza, de oportunidades, etc.; te ha parecido mejor desistir y huir de ti mismo, has empezado a imaginarte diferente y te has perdido en la ilusión. Sólo has sido un cobarde y tu cobardía no te ha resuelto el problema, ya que la dura realidad no ha cambiado, quizá hayas logrado maquillarla un poco, pero no ha habido avance, ya que a la Vida no le preocupa nada tu rebeldía.
Aceptación es la palabra de orden para el cambio. No importa el tamaño de tu problema, éste sólo podrá solucionarse con aceptación, pues lo que no tiene remedio, remediado está.
Vuelve a casa, sé tú mismo, deja de imaginarte algo que tú no eres, el primer paso será siempre el de la humildad, y es justamente en el ejercicio de tal virtud donde hallarás fuerzas para afrontar los obstáculos de esa experiencia.
Si existe algo divino en el Universo, ese algo eres tú. Párate y piensa. Tú eres eterno, consciente, perfecto, indestructible, imposible de contaminar y pleno. Esa es tu Verdadera Naturaleza. Aunque no estés de acuerdo y creas únicamente en la realidad cuerpo-mente, eso no cambia nada.
¡Di no a todo aquello y trata de despertar!
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