En aquella época - cuando el tiempo contaba - yo imaginaba que un día sabría vivir y que todo se volvería más fácil, menos doloroso. Nunca ha estado más fácil, al revés, siempre ha estado más difícil y, confieso, algunas veces más complicado, quizás más pesaroso.
Creí que ya sabía todo sobre el perdón. Descubrí que no era verdad cuando recibí un e-mail de una persona que nunca he visto en esta vida, pidiéndome perdón por no haber escuchado la voz del Universo.
Creí que sabía todo de trabajo. No, no lo sabía; cuando un señor todo mojado porque estaba a mi lado trabajando en la lluvia, estuvo con los ojos llenos de agua al saber que en aquella tarde él recibiría una Cesta Básica.
Creí que sabía todo de amor de madre. Aprendí que la madre no tiene olfato cuando se trata de cuidar a un hijo ensangrentado hace más de 12 horas. El olor de la sangre no existe para ella.
Creí que sabía todo de amigo. Por supuesto que no sabía que el verdadero amigo no te abandona cuando tu dinero y tu posición social se van. El verdadero amigo es aquel que divide contigo las lágrimas de la decepción de una traición y de una difamación.
Creí que sabía todo de empresa. Claro está que aprendo cada día que el verdadero compañero de trabajo es aquel que tiene cerebro y no pies y manos. Es aquel que dice no seño, no debe ser así porque de esta forma vamos a equivocarnos.
Creí que sabía todo de lealtad. No, nada sabía pues lealtad no se expresa por palabras, sino por actitudes.
Creí que sabía todo de los hijos. Aprendo cada día que ellos están iguales a nosotros cuando criticábamos nuestros padres. Los tiempos cambian pero las verdades solo se expresan de otra forma.
Creí que sabía todo de valores, de bienes materiales y de cosas que podemos ver, agarrar y admirar. Estaba terriblemente equivocado. Las mejores cosas de la vida no tienen formas. No se agarran, no se miran. Se sienten e invariablemente se manifiestan por escalofríos...
Creí que sabía todo sobre religión. No, no lo sabía. La mía no es la única correcta. La verdadera religión es aquella que nuestro corazón clama:"No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti".
Creí que sabía todo sobre mí. Aquí cometí mis mayores equívocos. Descubrí que aquello que las personas creen que es egoísmo en realidad es amor propio.
Creí que sabía todo de amor. No, no lo sabía. Aprendí contigo, Marcia, lo que realmente significa amar. Dar sin cobrar. Ofrecer sin pedir.
Creí que sabía todo de todo. En realidad, descubrí que solo sé lo que no debo hacer. Aprendo cada día lo que necesito y debo ejecutar. En realidad SÉ QUE NADA SÉ.
Saul Brandalise Jr. é colaborador do Site, autor do livro: O Despertar da Consciência da editora Theus, onde mostra através das narrativas de suas experiências como extrair lições de vida e entusiasmo de cada obstáculo que se encontra ao longo de uma vida. Email: [email protected] Visite o Site do Autor