Un subtítulo ideal para este artículo sería: “Traición vs. Confianza / Posesión vs. Respeto”.
Bien, quedé realmente sorprendida con la respuesta de los lectores al artículo de la semana pasada, sobre el miedo de ser traicionado. Constaté que el dolor de la traición, o de la mera posibilidad de ser traicionado, es realmente significativo y puede devastar la vida de muchas personas.
Si antes ya estaba indignada con el tamaño poder que le “damos” al otro, ahora lo estoy más, y decidida a sumergirme a fondo en esta cuestión, sea dentro de mí misma, sea compartiendo con mis lectores.
Antes de continuar escribiendo sobre todo esto, me gustaría aclarar –de la forma más simple posible- que no tengo la menor intención de usar este espacio para criticar al “traidor” o defender al “traicionado”. Definitivamente no se trata de eso. Me siento tan “en evolución” como todos los que aún están en esta dimensión, en este Planeta. Por eso no considero justo usar un espacio, que me ha sido dado por mérito, para juzgar absolutamente a nadie, ni al que “traiciona” ni al que es “traicionado”. Cada uno sabe de sí, de sus dolores y de sus alegrías y el corazón es casa visitada solamente por su propietario.
Siendo así, esta discusión no tiene como foco la clasificación de las personas involucradas, pero si los sentimientos tan difíciles y tan destructivos que toman cuenta de aquel que se siente traicionado o que tiene miedo de serlo.
Usamos la palabra “traición”, pero ni siquiera nos cuestionamos (u osamos conversar con nuestra pareja) lo que significan para cada uno, conceptos como compromiso, confianza, compañerismo. Tratamos toda la cuestión bajo un único punto de vista: el de la posesión exclusiva del cuerpo y del placer del otro.
Pienso que sería bueno aclarar que traición no es el acto en sí, sino el hecho de quebrar una regla, no cumplir lo acordado, asumir un compromiso que, en determinado momento, no se consigue (o no se quiere...) honrar, y continuar comportándose como si nada hubiese cambiado, sin rever las cláusulas de un contrato establecido con el otro en cualquier relación.
Entonces, la cuestión también pasa por el contrato. ¿Estaba hecho? ¿Conversaron sobre lo que se esperaba, de uno y de otro, en una relación de algún modo contratada?
Lo que el otro hace, está en su derecho hacerlo. Así como también, solo a él le caben las consecuencias de lo que ha elegido. Pero a quien está del otro lado, le cabe el derecho de decidir lo que hacer ante esa situación –quedarse o irse- recordando que encasillarse en rótulos como “el traicionado”, “la víctima”, “el inocente”, “el destruido”, necesitamos comprender que el dolor es legítimo, pero que la desilusión –como la propia palabra lo dice- es un veredicto: El fin de la ilusión!
Ilusión es todo aquello que construimos a partir del otro (o mejor: sobre el otro; pues es a partir de nosotros mismos...). Confiar cien por ciento en el otro, reprocharle elecciones premeditadas, considerar que está obligado a actuar conforme a lo que juzgamos correcto, en fin, depositar en el otro cualquier modelo, es pura ilusión!
No tenemos control sobre el otro, ni él lo tiene sobre nosotros. Cada uno tiene su propia llave, y de las llaves humanas no se pueden hacer copias.
Podemos confiar solo en nosotros mismos, y, aún así, basándonos en el momento vivido (y en nuestra escala de valores, que nos limita...), porque ni nosotros mismos tenemos la noción exacta de lo que podemos llegar a sentir.
El resto, todo es ilusión, irreal, expectativa, deseo personal... y para las ilusiones, la vida nos envía las desilusiones, invitándonos a crecer, a aceptar que estamos todos en busca de amor, cada cual con sus posibilidades, con sus herramientas.
¿Cuáles son los valores en cuestión? ¿Carácter, moral, honestidad... o placer, sexualidad, bien estar? ¿De qué estamos hablando al abordar la palabra “traición”: confianza o posesión, compromiso o solamente involucrarse?
Vivencias humanas parecen más palpables y consistentes que posesión, ¿verdad?. Posesión nos remite a la ilusión, ya que de hecho, nada poseemos más allá del permiso de usufructuar nuestra propia vida durante cierto tiempo (desconocido en cantidad), en esta dimensión, cada cual empeñado en su evolución... y nada más!
Entonces, ¿a qué ilusión nos estamos apegando, de tal modo que, en el instante en que ocurre la desilusión, todo nuestro mundo se desmorona, dejando sensaciones de muerte y devastación insoportables?
¿No le parece demasiado frágil la creencia en la posesión? ¿No le parece demasiado ilusoria para cumplir el papel de sustentar y de hacer valer toda una relación? ¿No serían más provechosos la vida y el amor, si por encima de todo, el compromiso con la verdad fuese la base, partiendo siempre del “piso” y de la escala de valores de cada uno?
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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