Una de las cuestiones que más surgen durante las consultas que he realizado es la dificultad en las relaciones amorosas. De modo general, las personas acostumbran depositar en una relación grandes expectativas, y muchas hasta mismo creen que una buena relación afectiva es todo lo que necesitan para ser felices.
Claro que amar y ser amado es - sin duda - una de las mejores cosas de la vida. Compartir la existencia con otra persona, en la cual encontramos complicidad, amistad, apoyo, comprensión y cariño, vuelve la vida mucho más leve.
Entretanto, cada uno de los componentes de la pareja precisa estar entero consigo mismo, tener una buena dosis de auto confianza y auto-estima para que no se deje contaminar por los obstáculos que ciertamente surgirán.
El problema es que nosotros, seres humanos, somos muy complejos. Cuando cargamos dificultades y bloqueos de naturaleza emocional, estas se amplifican en una relación. Convivir con personas diferentes de nosotros no es nada fácil en cualquier situación de la vida, pero es en la relación afectiva que las diferencias más se hacen sentir.
Somos llevados a interactuar con el otro en un nivel tan profundo, que no hay como enmascarar nuestras malezas individuales por mucho tiempo, ellas son puestas en chequeo cada día y, si no estuviéramos dispuestos a reconocer donde podemos mejorarnos a nosotros mismos, para que la relación también crezca, ningún progreso podrá ser alcanzado y la pareja estará predestinada al fracaso.
Acusar al otro, enfatizar todo el tiempo sus defectos y limitaciones, sin reconocer que también somos imperfectos y necesitamos de apoyo y comprensión delante de nuestras propias dificultades, no ayuda en nada. Cuando las cosas se vuelven realmente difíciles, es preciso buscar una salida individual o en conjunto para vencer las dificultades; son pasos esenciales para quien quiere construir una relación profunda y verdadera.
Pero, esa es una tarea para ser emprendida de a dos, no adelanta apenas uno de los lados batallar para consolidar una relación, mientras el otro se acomoda y se recusa a aceptar su pareja de la responsabilidad en mantener el delicado equilibrio de esa fantástica ecuación.
“Amar y ser amado es lo que todos deseamos de la cuna a la vejez, pero no siempre el camino está abierto para vivir el más básico de los sentimientos”. Según Bert Hellinger, teólogo y terapeuta alemán, hay como desenmarañar los lazos afectivos y rehacer el flujo de amor con más conciencia y menos ilusión.
”Es suficiente tener una buena pareja, no precisa ser perfecta, pues lo que es perfecto no se desenvuelve, ya está lista. La imperfección es estimulante y permite a las dos personas crecer juntas”, defiende Hellinger, 78 años, autor del libro ‘Para que el Amor Funcione (recién-lanzado por la ed. Cultrix).
Hace más de tres décadas Bert deshace cualquier imagen de amor basada en ilusiones, él cree que ese sentimiento puede expandirse en la medida en que reconocemos y agradecemos lo que cada relación acrecentó a nuestra vida.
En paz con el pasado
Según el terapeuta, el rechazo consciente o inconsciente de amores pasados bloquea la fuerza de un nuevo amor. “Si Ud. Ama a alguien después, no podrá actuar como se no hubiese vivido otro amor antes. Si acepta lo que vivió, con respeto a las antiguas parejas, las próximas relaciones podrán ser más enriquecedoras que si fuera a vivirlas como se fuese la primera”.
Individualidad
El respeto del espacio de cada uno es otro aspecto fundamental para el éxito de una relación, señala Hellinger. No por acaso, el dice que para amar es preciso aceptar dos soledades, la suya propia y la del otro. “En una relación debe haber respeto por los secretos. Solo así esta tendrá una chance. Es ridículo querer que se cuente todo al otro. Si hay respeto por los secretos, las personas acabarán revelando espontáneamente cosas importantes. Pero no se puede actuar como un intruso en el alma de la otra persona, incluso que la relación sea duradera”.
El concluye: “No hay un modelo a ser seguido para alcanzar la felicidad. Existe la felicidad de los niños, que saltan olvidados de si mismos, o de los enamorados. Todo eso es muy bonito. Pero, en ese sentido, realización no es felicidad. Es estar en armonía con la grandeza, pero también con el sufrimiento y con la muerte. Eso posibilita un reconocimiento profundo, da peso y serenidad. Es algo mucho más tranquilo. Es la felicidad como conquista. Y no tiene que ver con quedar olvidado. Tiene que ver con la fuerza interior”. (la entrevista completa con Bert Hellinger, creador de la terapia de las constelaciones familiares, fue publicada en la revista 'Bons Fluídos' (Buenos Fluidos – edición de Septiembre/04).