Aceptar con serenidad los imprevistos y frustraciones que ocurren en nuestra vida es uno de los mayores desafíos que tenemos en frente. Cada vez que la realidad se presenta de forma diferente de lo que esperábamos o que nuestros sueños son frustrados por los obstáculos, la mayoría de nosotros reacciona con indignación, culpando Dios y al destino por nuestras amarguras.
Entretanto, existe una fórmula muy eficaz para evitar que nuestro humor se transforme repentinamente y la rabia nos domine: la aceptación. Es increíble la transformación que ocurre en nuestra vida cuando mudamos nuestro padrón de reacción a los hechos.
Lamentarse crea mal-humor, irritación y, como consecuencia, dolencias físicas de las más variadas. Aceptar promueve buen humor, serenidad y trae la cura. Muchas personas confunden la aceptación con resignación y pasividad. Pero es algo muy diferente, aceptar los hechos como son, hace que abandonemos la postura de víctimas y movilicemos nuestra capacidad creativa para encontrar nuevas alternativas y caminos.
Cuanto más consigamos encarar las dificultades, los aborrecimientos y las frustraciones como pruebas para desenvolver nuestra paciencia, perseverancia y fe, mayores serán nuestro crecimiento y evolución interior.
Siempre que las cosas fallaron y fuimos forzados a cambiar nuestros planes por algún imprevisto inesperado, no nos olvidemos de que la flexibilidad y la aceptación del cambio de rumbo pueden hacer toda la diferencia. Cuando aprendemos el arte de la no-resistencia, la energía se transforma de modo sorprendente y, muchas veces, aquello de lo que habíamos desistido, o no creíamos que fuera posible de realizar, acaba aconteciendo repentinamente.
Comience a experimentar la aceptación y verá que la serenidad, el equilibrio y la cura vendrán inevitablemente como consecuencia.
“La alegría es contagiosa! Ría y verá como otras personas comienzan a reír. Así es con la tristeza; quédese triste y alguien mirando su cara seria, de repente se pondrá triste. Nosotros no estamos separados, nosotros estamos juntos, ligados. Así, cuando el corazón de alguien comienza a reír, muchos otros corazones comienzan a ser tocados, algunas veces hasta corazones distantes.
La vida debe ser una celebración continua, un festival de fuegos y luces durante el año entero" (Osho)
Publicado por Elisabeth Cavalcante
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