Esta semana, quiero abordar un trastorno emocional que mi práctica terapéutica ha demostrado ser una de las principales causas de sufrimiento para el ser humano: la dependencia afectiva.
Así como el dependiente químico, cuyo organismo se desestructura cuando le es retirada la droga, el equilibrio emocional del dependiente afectivo entra en colapso cuando es apartado de la persona de quien se tornó dependiente.
La separación, por abandono o por muerte del ser amado, lo saca de suelo firme y hace que pierda toda la base donde apoyaba su vida.
Cómo se estructura la dependencia afectiva?
En la base de ese trastorno hay una profunda carencia afectiva, una falta de nutrición emocional que se originó en su historia de vida. Padres ausentes, padres negligentes, o aquellos excesivamente rígidos e incapaces de demostrar afecto, están generalmente presentes en la historia del dependiente afectivo.
Todos nosotros aprendemos desde muy pronto, que dependemos de nuestros padres (verdaderos o simbólicos) para tener satisfechas nuestras necesidades básicas. Ese reconocimiento nos lleva a percibir precozmente cómo y cuánto nuestros comportamientos generan una reacción, sea positiva (de estímulo) o negativa (de punición), por parte de aquellos que amamos y de los cuales somos dependientes.
Con el pasar del tiempo, si tenemos un desarrollo adecuado de nuestra autoestima y autoconfianza, esa dependencia se irá diluyendo, y pasaremos a establecer relaciones donde podamos ser reconocidos en el respeto a nuestra individualidad.
Cuando esto no ocurre, el desarrollo emocional se da de forma desequilibrada y la persona seguirá por la vida estableciendo relaciones afectivas donde predominen la inseguridad y la dependencia.
La persona condicionará su comportamiento siempre para obtener la aprobación de aquellos a los que quiere agradar. En los casos extremos, vemos personas sometiéndose a humillaciones, abusos, explotación y toda suerte de faltas de respeto, simplemente para garantizar que el ser amado no las abandone.
Como el único camino para la cura de la dependencia química es reconocer que se trata de una dolencia, para el dependiente afectivo también es esencial reconocer que sufre de un trastorno emocional grave, que pode traerle mucho sufrimiento.
El segundo paso es buscar ayuda, pues solo difícilmente alguien logra vencer el problema. La fuerza de voluntad y el deseo de superar el problema son fundamentales en este proceso. Sin ellos, nada podrá ser alcanzado.
Reconocer sus cualidades y talentos, sin necesitar del aval del otro para sentirse alguien especial, es la meta a ser alcanzada. A partir del momento en que establecemos claramente cuáles son los valores y principios que queremos ver respetados en nosotros, no permitiremos más ninguna forma de abuso o falta de respeto por quien quiera que sea.
Amarse y desear para sí siempre lo mejor, es la única forma de evitar que la dependencia afectiva nos haga rehenes de aquel a quien crees que amas. Muchas veces aquello que creemos que es amor, no pasa de miedo a la soledad y a nuestra incapacidad de ser nuestros propios alimentadores emocionales.
Cuanto mayor sea nuestra capacidad de vivir bien solos, más preparados estaremos para la convivencia con el otro.
Elisabete Cavalcante es Tarotista, Astróloga, Consultora de I Ching y Terapeuta Floral.
Atiende en São Paulo, al teléfono: (55 - 11) 5924-5218.