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Al final, que es la envidia?

Publicado por Bel Cesar em STUM WORLD

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Traducido por Melissa Park - [email protected]

La envidia es un sentimiento intrigante. A pesar de que todos la experimentamos, a nadie le gusta reconocer cuando la está sintiendo. Al final, es un sentimiento controvertido: indica que algo positivo despierta algo negativo.

Vamos a imaginar una charla entre varias personas. De la nada, alguien comienza a hablar de las cosas buenas que le están pasando. Cuantos rostros y mentes diferentes surgen en aquél momento! Pocos expresan interés real y se regocijan con sinceridad. La mayoría sentirá envidia, aunque no se de cuenta...

Algunos expresan su envidia con bromas de “mal gusto”. Otros, callados, acostumbran pensar: “Como es de exhibicionista!”. Aquellos que no consiguen contener el ardor de la envidia quemándole en su, pasa a criticarlo, con la intención de depreciar abiertamente su buena suerte. Hay también aquellos que comienzan a dar consejos para ayudar a aquella persona de éxito a garantizar su triunfo.

El clima pesa, pues ya no hay más empatía entre las personas. Probablemente, cambian de tema. Pues a esa altura de la conversación todos están sufriendo: quien contó se siente sólo y arrepentido. Quien escuchó, ahora se siente incómodo, inquieto y tal vez ni sepa el porqué. La envidia es destructiva, tanto para quien la siente como para quien la recibe.

Quien no vivió ya un mal entendido cuando alguien decidió dar buenas noticias!

El sentido común concuerda que es mejor ser precavido: “Envidia trae mal-ojo. Cuando estamos viviendo una situación muy buena es mejor callar”.

Ojo-gordo es un nombre popular para la envidia. Pues cuando el envidiado toma para sí las proyecciones negativas del envidioso, termina por concretizarlas. El tema que evoca la envidia es siempre alguna cosa que podría revelar que está faltando en la personalidad de aquel que la siente. Es como si el envidioso hablase en voz alta algo que el envidiado no deseara que se haga público. En este sentido, para no dejarse contaminar por el veneno del envidioso, el envidiado debe observar con honestidad su reacción frente al ataque del envidioso. Si él estuviera libre de las cuestiones expuestas por el envidioso, su claridad de intención lo protegerá del posible ataque del “ojo-gordo”.

Cuando nos critican con comentarios contaminados por la envidia, podemos sentirnos juzgados y vulnerables frente al ataque externo. En este momento, es bueno recordar que es prácticamente imposible ser comprendido por todos, así como no es factible agradar a griegos y troyanos. Lo importante es mantenernos en el rumbo de nuestras metas para no contaminarnos con la envidia ajena, pues ella siempre estará presente, de una forma o de otra.

La envidia surge del sentimiento de ser incapaces de vivir nuestros propios sueños, de alcanzar nuestras metas y realizarnos. Por eso, el ejemplo de aquellos que realizaron algo nos hace recordar aquello que no fuimos capaces de hacer. En tanto, muchas veces la sensación de incapacidad, la matriz de la envidia, se debe a la elección inadecuada de metas, como desear algo que no está a nuestro alcance. En general, no acostumbramos a valorizar las cosas que ya realizamos y así cultivamos la sensación de desvalía sin darnos cuenta de nuestro propio valor. En este sentido, la envidia consume al envidioso, porque le hace dar valor apenas a lo que está más allá de su alcance.

La envidia es uno de los sentimientos más difíciles de ser aceptados por el ser humano, pues la mayoría de las veces es inconsciente. Esto ocurre porque ella se forma muy temprano en nuestra vida. La envidia surge en los primeros meses de vida en la relación con quien nos alimenta! Cuando queremos más alimento y no tenemos, no toleramos la frustración, sentimos rabia de quien tiene el alimento. Con envidia de él, queremos destruirlo. Como podemos constatar, la envidia es un sentimiento primitivo, poco elaborado. Ella está basada en el sentimiento de inferioridad, adquirido por la comparación que se hace con otra persona en algún aspecto específico.

Así como escribe Elisa Cintra en Melanie Klein Estilo y Pensamiento (Ed. Escuta): “`Quien desdeña quiere comprar, dice el dicho: la envidia es casi siempre detectable en la vida cotidiana por ese trabajo de desvalorización del otro, lo que también fue narrado en la fábula de la zorra y las uvas. Imposibilitada de tener acceso a las uvas, la zorra comenzó a tejer consideraciones sobre la falta de valor de los frutos, el hecho de estar verdes... La envidia se dirigió a los frutos, esto es, la creatividad del árbol, aquello que él puede ofrecer y crear. La idea de `frutos´ permite que se recuerde la envidia de la obra del otro, de sus ideas, de su trabajo y de su capacidad de crear obras de arte o científicas. Entre tanto, la envidia va más lejos: más allá de depreciar los frutos, ella intenta disminuir el placer de la propia situación de gratificación, como en la expresión popular `no dar el brazo a torcer´, admitir el poder del otro”.

Las impresiones registradas en la psiquis durante los primeros meses de vida son de gran relevancia para el desenvolvimiento posterior. Cuando la criatura no consigue sentir que es capaz de modificar su ambiente (quien la alimenta), queda con un sentimiento "eterno" de impotencia: una sensación profunda de desadaptación e insuficiencia.

Esta es la base de la envidia: supervalorizar a los otros (que pueden, según la fantasía del envidioso, hacer todo) y desvalorizarse a sí mismo (sintiéndose inferior porque no puede hacer nada). Así, nace el deseo de desvalorizar al otro para que todo quede parejo y él no se quede solo. Según el psicoanalista Mário Quilici, la envidia se da en cuatro fases especificas:
1 - Primeramente, el individuo mira un objeto, situación o una característica de alguien que inmediatamente admira. Comprende la importancia de aquella característica para él. O sea, ve, admira y desea.
2 - De inmediato, hace una comparación entre lo que el otro tiene y lo que el individuo no tiene. Él toma conciencia de una falta suya porque ya discrimina. Aquí el proceso cognitivo es importante.
3 - Ahí se da el tercer momento de la envidia, que es la percepción - y al mismo tiempo la vergüenza - por una falta en él de lo que fue admirado (y valorizado) en el otro. Surge ahí, también, la constatación de que aquello que deseó, es imposible de ser alcanzado por él.
4 - Luego llegamos a la cuarta y última fase: La envidia es disparada por la percepción de una falta en el individuo. Esa insuficiencia hace que ataque y consecuentemente expulse el objeto envidiado para hacer desaparecer la diferencia que fue percibida.En una lucha secreta y constante, aquel que se siente insuficiente intenta esconder la vergüenza de ser incapaz. Así, intentado evitar cualquier situación que lo haga sentirse más humillado, él ataca antes de ser atacado. Esto es, él compite solito. La competición es un hábito del envidioso, pues tiene dificultad de recibir ayuda, hacer juntos y cooperar.

El envidioso siente y tiene hasta dificultad de recibir regalos, pues teme cualquier situación que revele su auto-imagen de carencia y necesidad. Por eso, cuando los recibe, intenta siempre retribuirlos. Muchas veces, la dificultad de delegar tareas también puede estar relacionada a la envidia.

La envidia imposibilita el sentimiento de gratitud. Eso ocurre porque el envidioso es incapaz de sentir que el otro le da algo de buen grado y sí, lo hace por necesidad de humillar al envidioso.

El Nuevo Diccionario Aurelio explica: “Envidia es el disgusto o pesar por el bien o por la felicidad del otro. Un deseo violento de poseer el bien ajeno”. Ya el Diccionario de Psicología Dorsch esclarece: “La envidia pertenece a los sentimientos intencionales. Es una insatisfacción, o repudio a la alegría del otro”. Por lo tanto, aquello que es envidiable es encarado como algo de mucho valor.

Se prestamos atención a las cualidades del objeto, persona o situación por la cual sentimos envidia, podremos comprender mejor lo que nos sentimos incapaces de conquistar. En este sentido, la envidia es un espejo que revela una parte de quien somos, donde estamos y para donde queremos ir.

Saber para donde queremos ir es la condición básica para salir de la inmovilidad. Por eso, si aprendemos a reconocer los padrones emocionales que sustentan nuestra envidia podremos convertirla en un método eficiente para diagnosticar nuestras faltas. De esta forma, podremos transformar la envidia en una fuerza inspiradora para la toma de conciencia, en lugar de un sentimiento simplemente desagradable. Reconocer para donde queremos ir es un estímulo para tomar una actitud productiva delante de nuestras dificultades.

Tal vez no podamos modificar nada a nuestro alrededor. Pero si reparamos para aprender con nuestros sentimientos negativos, podremos cambiar nuestra actitud mental y atraer lo nuevo para nuestra vida. Thomas Moore hace un comentario interesante en su libro Cuide de su alma (Ed. Siciliano): “Por un lado, la envidia es el deseo por alguna cosa, y por otro, es una resistencia ante lo que el corazón realmente quiere. Pero envidia, deseo y abnegación trabajan juntos para crear un sentido característico de frustración y de obsesión. A pesar de que la envidia tiene un aire masoquista - la persona envidiosa cree que es una víctima de la mala suerte -, ella también esta envuelta en una fuerte voluntad a esa forma de resistencia al destino y al carácter. Al envidiar, la persona se ciega a su propia naturaleza. [...] El verdadero problema de la envidia no es la capacidad del individuo de vivir bien, es su capacidad para no vivir bien”.

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Sobre o autor
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Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia.
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