Dando continuidad al estudio sobre los 12 Hilos de Interdependencia - enseñanzas budistas que nos incentivan a romper el hábito de sufrir - hoy vamos a estudiar el noveno Hilo, denominado apego interdependiente.
El apego es la etapa siguiente al deseo interdependiente. O sea, hay una diferencia entre sentir un deseo y estar apegado a él. Esta información puede parecer obvia, pero en ella hay una información importantísima para superar el dolor del apego: él es una intensificación del deseo, pero no es en sí mismo deseo!
En general, no comprendemos esta distinción entre deseo y apego y por eso nos convertimos en prisioneros de nuestros deseos. Cuando somos movidos por el apego quedamos paralizados: perdemos la habilidad de movernos, pues una vez apegados no estamos disponibles a los cambios. Solamente cuando superamos el apego es que nos tornamos libres para escoger lo que haremos con la energía del deseo en nuestra mente!
Estar desapegado es estar más suelto y menos preocupado. Por lo tanto, no es necesario renunciar a todo, pero si tener una relación - más relajada y no tensa - con los mundos interno y externo. Renunciar significa no estar más bajo la influencia de alguien o de aquello que dejamos.
Si paramos para analizar nuestras actitudes cotidianas, constaremos que gran parte de ellas están condicionadas al apego. Tenemos apego a nuestra auto-imagen, a nuestro status social, a las personas con las que convivimos, sin decir cuán apegados somos a nuestro cuerpo que envejece todos los días...
De hecho, podemos quedar shokeados al percibir cuán presos estamos a esta actitud que nos impide lidiar con la realidad que surge a cada momento. En tanto, el budismo no quiere inculcarnos culpa o malestar al hacernos notar una actitud errónea. Pero si, nos alerta al hecho de que el apego es una actitud mental que precisa ser reajustada. Caso contrario, sufriremos siempre. Por ejemplo, cuando el amor está contaminado por el apego sentimos celos, miedo de perder a la persona amada.
De esta manera, asociamos la experiencia de amar al hecho de sentirnos presa a ella. Así, cuanto más amamos, esto es, cuánto más apego sentimos, más inquietos estaremos.
El apego no nos deja relajar. Esto sucede porque confundimos el amar con el hecho de sentirnos apegados. En tanto, intuitivamente sabemos que amar es una experiencia positiva, que nos calma, mientras que el apego hace de nosotros personas inseguras y agitadas.
En este sentido, saber lo que nos hace bien y lo que nos convierte en personas desequilibradas ya es un buen paso para caminar en la dirección de nuestra sabiduría discriminatoria.
Las enseñanzas budistas constantemente nos alertan: las cualidades que proyectamos sobre los objetos, situaciones o personas por quien sentimos tanto apego son creadas en nuestra propia mente. Nos resistimos a creer que ellas no existen independientes de nuestras proyecciones!
El apego surge cuando atribuimos cualidades falsas o exageradas a un objeto, situación o persona. Exaltamos las cualidades y negamos las imperfecciones. Engañados por nuestras propias idealizaciones, ni consideramos el hecho de que el objeto en sí puede no contener estas cualidades. Exageramos de tal modo que nos olvidamos de que somos nosotros quien atribuimos valores a este determinado objeto. Olvidamos de tal forma que llegamos al punto de creer que sólo él podrá satisfacernos. Es una locura, pero es eso mismo lo que hacemos: damos cualidades exageradas a los objetos, situaciones y personas y después pensamos que no podemos vivir sin ellos!
Por lo tanto, para cambiar nuestra actitud frente a un objeto de apego, tenemos que cambiar nuestra manera de relacionarnos con él. Podemos comenzar por reconocer que estamos exagerando, intensificando el deseo. Por eso, precisamos primero observar nuestra mente y no dar tanto énfasis a la situación a nuestro alrededor.
No podemos confundir desapego con desinterés por la vida. Desapego es tener la capacidad de relacionarse con más espacio, flexibilidad y libertad. El antídoto del apego es la mente que se da por satisfecha. Reconocer la satisfacción es un serio desafío en nuestra sociedad materialista.
Desapego no significar estar desligado del otro. Al contrario, cuanto más desapegados seamos en una relación, más responsabilidad tendremos por nuestras actitudes mentales en relación al otro. Esto es, cuando nos responsabilizamos por nuestros sentimientos, liberamos al otro de nuestras expectativas insaciables. Al paso que nos comprometemos con el proceso de auto-conocimiento, aumentamos el sentimiento de respeto por el otro. Por amarlo, queremos eximirlo de las neurosis de nuestro apego. Amar, según el budismo, es el deseo de ver al otro feliz. En este sentido, liberarlo de nuestros miedos y manías ya es un buen modo de contribuir para a su felicidad...
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia. Email: [email protected] Visite o Site do Autor