Esta semana, definimos el calendario de las actividades de la Sede y del Local Vida de Clara Luz: meditaciones del Budismo Tibetano, aulas de Yoga, Cábala, Astrología y los Días de Plantío Colectivo. Sin dudas, cuando definimos espacio y tiempo para nuestras actividades, sentimos que dimos un paso importante para realizarlas. En tanto, la conciencia de que los imprevistos suceden nos ayuda a cultivar un estado mental de flexibilidad y soltura. Así, sufrimos menos cuando tenemos que adaptarnos a los cambios de planes que surgen “de la nada”.
Los Lamas son maestros en entrenarnos a mantener un estado de apertura delante de lo inesperado: ellos cambian sus planes, generan un caos declarado en la vida de quien organiza y participa de sus actividades pero, al final, casi todos concuerdan que todo sucedió de la mejor manera. Esto ocurre porque ellos nos incentivan a incluir el auto-conocimiento y el desenvolvimiento interior en los desafíos y frustraciones que surgen a cada momento.
No consigo dejar de comentar cuanto eso es trabajoso y no siempre agradable. La buena noticia es que, al lidiar con los desafíos con apertura y flexibilidad, ganamos fuerza vital así digerimos nuestras frustraciones.
Yo diría que ocurre más o menos así: surge el imprevisto y sentimos una fuerte emoción negativa como irritación y ansiedad. Entonces, respiramos y recordamos que nuestra incomodidad era debido a nuestras propias expectativas. Respiramos otra vez y nos sentimos un poco mejor de paso que reconocemos nuestra incomodidad emocional como un proceso natural recurrente de nuestra resistencia para lidiar con los cambios. Estamos habituados a no querer hacer esfuerzo. Una vez que aceptamos incluir lo inesperado, comenzamos a sentirnos revigorizados y gradualmente nos abrimos para una nueva postura delante de lo ocurrido.
Pema Chodron, en su libro The Wisdom of no Escape (Shambhala Edition), escribe un capítulo titulado Desconfort. Ella dice que Sawang Osel Mukpo Rinpoche contaba que a su padre le gustaba cambiar la disposición de los muebles del cuarto de él para que quede más complicado para él tomar las cosas que necesitaba. En vez de arreglar todo de una manera que queden las cosas a la mano, él prefería estar algunos centímetros más lejos de los objetos que precisaba agarrar. Pues él sabía que la incomodidad podía mantenerlo despierto y atento.
Lo que los Lamas Tibetanos están queriéndonos decir es que: sean agradables o no las experiencias de la vida, tenemos que lidiar igualmente con todas ellas. Por lo tanto, lo mejor es aprender a no implicarnos con las incomodidades que surgen de los imprevistos.
El secreto parece estar en lidiar directamente con cada situación sin juzgarla de acuerdo con las ventajas que ella podrá o no traernos.
Durante un congreso sobre la Muerte y el Morir, escuché a Guelek Rinpoche decir: “Tenemos constantemente miedo de no estar preparados para lidiar con a nuestra muerte, porque en general procuramos controlarla así como intentamos controlar los eventos de nuestro día a día. Creemos que sea posible prepararnos para todo lo que está por venir en nuestra vida. Estamos siempre buscando controlar los resultados futuros. Pero, como no podemos hacer lo mismo con nuestra propia muerte, nos sentimos impotentes delante de lo imprevisible que ella es”. Por eso, los Lamas nos incentivan a no abandonar nuestras prácticas espirituales, pues son ellas las que nos mantienen abiertos y confiados para lo que tenga que venir.
Cuando acompañamos a una persona en su proceso de muerte, muchas veces mantenemos nuestras oraciones y visualizaciones de cura aún cuando la persona ya está en estado de coma. En esos momentos, no tenemos más como evaluar el resultado de nuestras actitudes. Por eso, “no tener apego a los resultados” es una de las reglas que siempre busco seguir cuando acompaño a un paciente en estado terminal. Al final, lo que cuenta es nuestra intención. Si ella es clara y positiva, no tenemos porque dudar de que hicimos lo mejor que podíamos. Muchas veces en la vida, ocurre lo mismo. Actuamos de determinada forma y después quedamos sin saber “en que quedó”. Sólo nos resta, entonces, rever y confiar en la pureza de nuestras intenciones...
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia. Email: [email protected] Visite o Site do Autor