La semana pasada escribí un articulo analizando sucintamente el mapa de Michael Jackson, ese astro de la música que como un cometa se fue rápidamente de la tierra, dejando un rastro brillante detrás de si. Los acontecimientos de esa semana me hicieron reflexionar sobre nuestra misión de vida, sobre el rastro que cada uno de nosotros va a dejar atrás de si, después de la partida. No todas las personas dejan rastros tan brillantes, pero todos nosotros vamos a dejar rastros, o por lo menos, a mi ver, es para eso que estamos aquí. Venimos no solamente para nuestra evolución espiritual individual, sino para que, con nuestro pasaje podamos dejar una marca, una señal de nuestro pasaje. La vida seria mucho vacía si no dejásemos algo atrás de nosotros. Por esa razón precisamos conocer nuestra misión. A mi ver, no existen misiones grandes o pequeñas, pues cada uno de nosotros está en un estado diferente de evolución y por eso su tarea será diferente en cada encarnación. En tanto, yo percibo que muchas personas que buscan encaminarse en el camino espiritual lo hacen de manera egoísta, no preocupándose con aquello que están dejando a su alrededor. Piensan, erróneamente, que basta estudiar, leer libros, frecuentar cursos, frecuentar centros espiritualistas y con eso estarán haciendo su evolución. No, mis queridos, evolucionar espiritualmente es mucho más que eso! Muchas veces yo recibo en mi consultorio personas que me dicen: Yo conozco mi mapa, conozco mi misión, se lo que debo hacer, pero encuentro muchos obstáculos en mi camino, por eso no consigo evolucionar. Y muchas veces creen: La culpa es de los otros que no me dejan evolucionar, o aún no consigo meditar, por causa de eso, por causa de aquello y allá se van muchas disculpas siempre enfocadas ‘en los otros’ que acaban llevándose la culpa por nuestros fracasos! Continuamos enfocados en nuestro propio ombligo! El problema no está en los otros sino en nosotros que no prestamos atención a la voz de nuestro Maestro, pues estamos ocupados en envidiar, odiar, detestar o maldecir a los otros!
Evolucionar espiritualmente es mucho más que eso, mis queridos lectores. Yo percibo eso todos los días. La auto-piedad, la represalia, la frustración, la venganza, son sentimientos que precisan ser desterrados de nuestros corazones, pues ellos son los verdaderos ‘culpables’ por nuestros fracasos. Si conseguimos substituir esos pensamientos negativos y esas reacciones emocionales dictadas por nuestro ego herido y los substituimos por sentimientos positivos, de amor, de perdón, de compasión, de generosidad, estaremos abriendo las puertas al flujo de energía necesario para llegar en el fin de nuestro pasaje sobre la tierra y haber hecho la diferencia, habiendo dejado un rastro de luz atrás de nosotros. Si perdemos tiempo y energía focalizando la vida de los otros, teniendo envidia o rabia, como podemos tener energía suficiente para caminar nuestro propio camino?
Nuestra vida es una senda por la cual llevamos nuestro ‘auto’ para alcanzar un objetivo. Cada uno de nosotros escoge su propia ‘leyenda personal’ antes de encarnar. Nuestro espíritu escoge el momento exacto de su nacimiento, la familia o el lugar donde nacerá para que esa leyenda se cumpla totalmente. Es por esa razón que el mapa del nacimiento es tan importante para descifrar esa leyenda personal. A mí me gusta hacer una comparación: Nosotros somos como pasajeros de un carruaje, empujado por cuatro caballos. Los caballos corresponden a nuestros instintos vegeto-animales, (ya escribí un articulo al respecto) aquellos que nos sirven para la sobrevivencia de nuestro físico. Buscar placer, comunicarnos, reproducirnos, sociabilizarnos, hacen parte del hombre vegeto-animal. A mi ver el carruaje correspondería a nuestro cuerpo físico, o sea, al envoltorio usado por el espíritu que es pasajero del carruaje. Ese pasajero, sin embargo, no sabe donde lo llevará su carruaje, y puede recorrer el camino, llevado por sus impulsos de sobrevivencia. Por esa razón, si no conoce profundamente las necesidades de cada caballo acabará cansándolos o agotando sus energías y el carruaje se detendrá. Y, si el pasajero no prestar atención a las cunetas, a los obstáculos o a las piedras del camino, acabará quebrando el carruaje, averiándolo y precisará parar antes de llegar a su destino. El pasajero tiene, en tanto, dentro de si, una voz, la voz del Maestro Interior que se conecta directamente con la Luz. El Maestro Interior conoce la senda, conoce los obstáculos y conoce el destino final, o sea, la misión individual. El procura ayudar el pasajero a dirigir el carruaje, dándole consejos, dirigiendo sus elecciones. Acostumbro comparar el Maestro Interior como el Guía o el Ángel de la Guarda que nos protege y nos indica el camino. Sólo que no siempre el pasajero escucha sus consejos, ya que está distraído al mirar el paisaje o los otros carruajes que lo rebasan y que, muchas veces son más bonitos que el suyo. Entonces, en este momento, el cae en un pozo, no ve la cuneta, y pierde de vista su destino, pues su energía está siendo desperdiciada en emociones descontroladas, sentimientos de envidia, de rencor o de rabia. Algunos otros pasajeros llevan su carruaje en las sendas ya trazadas por otros carruajes que pasaron anteriormente y no hacen sus propias elecciones. Ellos repiten condicionamientos trazados por los ancestros, por la sociedad en que viven, por los padres que los criaron y no oyen la voz del Maestro ni tampoco saben conducir su propio carruaje, dejando que los caballos lo dirijan. En tanto, aquellos que se encaminan en la senda de la espiritualidad y procuran realmente conocer su misión, pueden canalizar sus energías en la dirección de su meta, escuchando los consejos del Maestro, esos consejos que todos pueden oír. En tanto, cuando perdemos alguna oportunidad de crecimiento espiritual, y no comprendemos la razón del obstáculo que enfrentamos, la Voz del Maestro se hace oír, nos envía un aviso. Un obstáculo, una cuneta, un desvío, una curva cerrada en el camino de la vida: esos son los avisos del Maestro. Pero, si nuestro corazón estuviese ocupado con odio y rencor, como escucharlos, como comprenderlos?
Esta semana podemos comenzar a abrir nuestros oídos a los consejos del Maestro Interior, haciendo una pequeña meditación diaria con el auxilio del nombre del Genio Cabalístico Nº 66, MANAKEL. Su nombre significa Dios que secunda y mantiene todo sobre el mundo. Su Salmo de oración es el Nº 37. Mediten en las tres letras que componen su nombre y pidan para alejar de su mente el ‘sentimiento de victima’ y para poder oír la voz del Maestro interior.
KAUF NUM MEM
Leer de la derecha para la izquierda.
66. RESPONSABILIDAD
Una semana llena de Luz y de sentimientos de Amor!
São Paulo, 9 de julho de 2009