¿Cómo volver a nuestra esencia, a quienes somos verdaderamente? ¿Cómo creer que esta persona, con la cual llevo conviviendo varios años, o sea, yo mismo, en realidad poco tiene que ver con aquel que creo ser? No es sencillo descubrir quiénes somos. Es un proceso que puede llevar años, quizá una vida entera, pues siempre estamos cambiando, evolucionando, ¡y qué bueno!
Podemos empezar reconociendo y aceptando las emociones y sentimientos negativos que hay dentro de nosotros, para solo después cambiar lo que nos hace sufrir. Un camino muchas veces arduo, que exige paciencia, persistencia y, sobre todo, mucha comprensión para con nosotros mismos. El sufrimiento está ahí, punzante, presente, vivo, y nos hace tener ganas de salir corriendo a cada nuevo problema que surge. El desánimo y la desesperación se hacen presentes. Pero huir, reprimir, negar, solo hace que todo se vuelva más profundo e intenso dentro de nosotros.
Empieza por preguntarte cuáles son los sentimientos que has tenido en los últimos meses o años. ¡Cuáles son? Escríbelos uno por uno. Ese paso es importante para que puedas identificarlos. Esa confrontación honrada con lo que sientes y te hace sufrir puede ser el comienzo de tu liberación de esos mismos sentimientos.
Es preciso comprender que muchas veces el conflicto que parece provenir de lo externo, en realidad, no es más que el reflejo de aquello que está muy dentro de nosotros, pero como está bien escondido desde hace años, tenemos dificultades para identificarlo. Y así, muchos de nosotros seguimos engañándonos y sufriendo. Todo cuanto sentimos puede ser transformado cuando lo reconocemos sin miedos ni fugas.
El paso más importante es este: aprender a identificar cada sentimiento, haz esto todos los días. Después, ejercítate en identificar la causa, lo cual tampoco es sencillo, requiere sobre todo persistencia. Pregúntate: ¿qué es lo que siento? Después de oír la respuesta, pregúntate: ¿qué me hace sentir eso? Y escucha la respuesta. Esto te llevará cada vez más cerca de la persona que tú eres.
Echar la culpa a los demás, a quien quiera que fuese, por aquello que has pasado o sentido, en nada contribuirá para cambiarlo, por eso has de responsabilizarte por tu propio cambio, sin esperar a que otras personas cambien; esto es responsabilidad de cada uno, y nadie puede hacerlo por otro. Tu cambio depende exclusivamente de ti; el cambio del otro, depende de él. Sí, en algunos momentos tenemos que aprender a lidiar con la sensación de impotencia, decepción y frustración en que la vida nos pone. No todo es perfecto, pero si lo contemplamos como aprendizaje, tendremos otra percepción de los acontecimientos, y en consecuencia, menos sufrimiento.
Empieza a percibir cuáles situaciones te dejan insatisfecho, desesperado, enfermo. El enfrentar esos problemas te proporcionará una mayor percepción de tu propia capacidad de superarlos.
El auto-conocimiento no te deja exento de sentimientos negativos o sufrimiento, pero puede hacer que lidies de una manera mucho más sana con ellos. Según te vayas conociendo más y más, no dejarás de ponerte triste o de llorar, pero cuando esto te suceda ya no te causará desesperación como probablemente ocurre ahora, sino que tendrás mucho más control y comprensión de las posibles causas, puesto que estarás aprendiendo a identificarlas.
Es preciso recordar también, que por mucho que sea el deseo de ser felices, la mayoría de las personas encuentran dificultad en permitírselo, como si no se sintiesen merecedoras e, inconscientemente, acaban por boicotearse en cambiar lo que es preciso, permaneciendo en el mismo patrón durante años, aun a costa de mucho sufrimiento y dolor.
Nunca abandones el deseo de ser feliz, pero para ello es preciso permitírtelo, sin el peso de la sensación de estar haciendo algo equivocado. Busca tu propia evolución, pues cada uno de nosotros, y nadie más, es responsable por su propio crecimiento.
Evita a toda costa permanecer rígido en creencias o valores que un día te han sido enseñados y vienes vivenciando como si fuesen tuyos, pues la mayor parte de las veces no te pertenecen. Cuanto más logres identificar lo que has aprendido y descartar, liberar o modificar aquello que no te sirve, más cerca estarás de quien eres verdaderamente.
Ejercita la flexibilidad, el estar abierto a nuevos valores, deja fluir tus sentimientos y todo cuanto está dentro de ti con la naturalidad que el proceso exige. Sé verdadero y honrado contigo mismo, tal como esperas que otros lo sean contigo.
En ese instante, busca dentro de ti cuáles son tus verdaderos deseos. Hurga en el fondo, escudriña todo, y los encontrarás. No es un camino fácil, pero ¿quién ha dicho que debería serlo?
¿Por qué asumimos tantos compromisos con otras personas y raramente nos comprometemos con nosotros mismos? ¿Sabes aquellas actitudes que esperas de los demás, pero que raramente te concedes a ti mismo? Empieza por ahí, siendo tan amoroso, comprensivo, cariñoso, leal, honrado, comprometido contigo mismo, como lo eres con otras personas.
Ese es tan solo uno de los caminos para llegar a tu verdadero yo, pero en el discurrir del proceso te sorprenderás con otras maneras de conocerte cada día más. Al fin y al cabo, el auto-conocimiento no tiene final, es algo que debemos cultivar eternamente. Por eso, no importa cuándo empiezas, lo importante es aprender a escucharte y sobre todo, a respetarte. Caso tengas dificultades en este proceso, busca ayuda en un psicólogo de tu confianza, él ciertamente de ayudará.
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor