La experiencia de ver tres días seguidos la misma película, notando dolores en el cuerpo, transpiración profunda, manos y pies helados y cierto temblor que venía de dentro hacia fuera, sin que ninguna temperatura externa afectase al cuerpo y lo justificase, transformaron aquel momento de la vida de este joven en un portal.
Por una parte, una memoria se deshacía, como si pareciese no haberla vivido nunca... acontecimientos que parecían irrelevantes, como si viajase en un autobús mirando por la ventanilla, viendo lugares bonitos o feos, según la situación, pero sin bajar del autobús para vivenciar, respirar, sentir los aromas, comer la comida local y caminar por aquellos suelos, colores y texturas. Él sabía que no lo había vivido, había sido una experiencia de paso...
Con todos esos sentimientos aflorando y nuevas percepciones físicas, parecía que había cierta comprensión de lo que fuese el alma. Donde cada objeto tenía sobre sí una capa de sentimientos que nos animaban... El Alma... era el gustar cuando uno se siente animado y el disgustar cuando se siente desanimado... un velo que cubría cada uno de los objetos, cada una de las personas y se extendía... antes de que nuestro cuerpo llegase frente a las personas u objetos... era posible sentirlos.
El tiempo había perdido su sentido lineal y pasaba a ser pulsación... a ser circular... ya no había lectura de nada ni de nadie, tampoco el pasado calificaba al presente... Entonces, cada vez que una persona surgía delante de este joven, de hecho era como si él las contemplase por primera vez, pues percibía el tono de la piel, el brillo en los ojos, percibía ahora el alma de todo. Pasó a entender esto como intención... Cada objeto tendría la intención de aquel que lo creó, y eso prácticamente representaba el alma del objeto. Cada persona tiene un gesto, un tono de voz, una mirada y eso estaba y está regido por la intención.
Desde aquel tiempo hasta hoy, percibe la intención en cada persona, es como si supiese que el tono de voz expresa alegría, angustia, dolor... como si supiese que la comunicación no verbal es más eficiente que la comunicación verbal.
Parecía que ya no había más aprendizaje, ya no se tenían deseos de aprender ni de hablar sobre cualquier tema. Ya no existía la necesidad de la convivencia con quien quiera que fuese o en cualquier lugar; parecía realmente que el mundo se estaba muriendo y que la consciencia estaba naciendo, o renaciendo, en un mundo de intenciones... donde era más importante saber el por qué de todo.
Así, el joven buscó en casa... y pocos libros religiosos pudieron ayudarlo a comprender lo que era aquella sensación, siendo que todo eso ocurría sin intención alguna, no había llamamiento a una búsqueda espiritual. Parecía que la naturaleza se había vuelto patas arriba y los frutos estaban naciendo antes de las flores; era algo que no había sido pedido, sino dado, sin siquiera saber para qué servía.
Acudió a un cura, un fraile franciscano de la Iglesia donde había hecho su Primera Comunión, la cual estuvo marcada por un momento muy feliz en la vida de este niño que Marcio un día fue. Acordándose de este fraile, exactamente porque él tomó de la mano a este niño, indicó todos los altares de la iglesia y dijo: aquí están los santos, los santos son hombres y mujeres como todos nosotros... la diferencia está en que ellos no desisten de ser felices. Y dijo a aquel niño que la felicidad no estaba solo en la satisfacción personal, la felicidad de verdad estaba en ver reflejados nuestros actos de afecto en los ojos de los otros seres, y su felicidad eran las sonrisas que lográbamos estampar en los rostros de los demás...
Aquello caló tan hondo en aquella criatura que, cuando llegó a casa después de su Primera Comunión, recogió todos los regalos que había ganado y los donó, uno por uno, no recuerda haberse quedado con ninguno, pero al mismo tiempo sintió que había sido el momento más feliz de la vida de aquel ser, hasta el día del cine.
Y entonces, fue en busca de Fray Ángel, impulsado por la memoria, la única memoria espiritual que él llevaba en sí hasta aquel día. Pero Fray Ángel ya había fallecido, el patio donde vivía había sido demolido y eso intensificó más todavía su búsqueda. Pero ¿quién sería capaz de auxiliar a un joven surfista que ya no era capaz de pensar en esparcimientos, ni en convivencia, una persona sola y en busca de algo? Si hubo alguna angustia antes de esa experiencia, no llegaba siquiera a los pies de esa sensación de soledad y abandono cuando la conciencia se parte y la plenitud se contrae. Ya no había nada más que hacer...
La única salida era intentar acudir a alguien o a libros... Acudió a rabinos y gentilmente recibió explicaciones sobre los niveles de actuación del alma... pero aquel joven poco comprendió... con el tiempo pasaría a comprender mejor.
Fue a librerías y buscó situaciones y libros que pudiesen definir qué era aquello. Leyó a Lao Tse, el Bhagavad Ghita... saltaba de uno a otro, como si aquello fuese la cosa más simple y obvia del mundo, pues todos trataban del mismo tema.
Leyó durante cerca de tres años escondido en su habitación, bajo la cama o el edredón, para que la familia no creyese que estaba enloqueciendo, ¡pero sí estaba! Y pasó cierto tiempo solo, entre aquél que había sido y algo que él no sabía que vendría a ser, solo sabía que deseaba irse para allá, un lugar de paz, verdad y compromiso con la felicidad.
A partir de ese día, de ese momento, la vida se transformó en un sueño, un sueño real, donde nada tenía importancia y todo era insubstancial... parecía que los objetos y las personas vivían en sueños personales... cada cual hablando consigo mismo y, rarísimas veces, percibiendo la mirada de la presencia en los adultos y en las personas activas. Solamente lograba percibir esto en la mirada de los críos muy pequeños, de hasta tres años, y en todos los animales. Pero observaba que todos los pensamientos que pasaban por su cabeza no eran solamente pensamientos, traían una experiencia de vida... Cada pensamiento era un "lote" de sensaciones que cambiaban el alma del mundo, la película que quedaba sobre todos los objetos, pues el pensamiento tiene el poder de hacer que un objeto maravilloso se transforme en un objeto triste y sin valor al día siguiente...
Modificando la frecuencia del pensamiento, los objetos también respondían, haciéndole empezar a enloquecer, pues todo era vida... hasta una silla tenía la posibilidad de comunicarse y transformarse... Existía un mundo sobre el mundo físico, el mundo de los deseos emocionales... quizá ese mundo de deseos y emociones fuese nuestra alma. Y ¿cómo vivir en el alma... donde todo se siente y se percibe, mientras las personas están en un nivel más bajo, el de sentir por los sentidos, el tacto, el olfato, el gusto?Capitulo 2
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