Cuando parece que lo que formaba tanto sentido hasta entonces, pierde ese sentido… cuando parece que nada de lo que buscábamos hasta entonces, es lo que nuestra Alma quiere…
Cuando parece que lo que nos sostenía ya ha dejado de sostenernos…
Y cuando todo eso nos da una sensación de desamparo… una incomodidad inexplicable…
Puede que estemos preparándonos para algo completamente nuevo y completamente diferente…
Si durante mucho tiempo hemos hallado respuestas y seguridad en cosas que nos alimentaban el Alma… quizá sea el momento de comprender que esas cosas han sido peldaños preciosos, pero no un fin en sí mismas.
Durante tres noches me he sentido perdida en un laberinto…
La primera noche, pasé por varias dimensiones de ese laberinto… hasta que… cuando creía que ya no iba a encontrar la salida, vi una mano ofreciéndose para guiarme… y sorprendida comprobé que esa mano venía de mí misma… me vi dándome la mano y guiándome…
Después pasé por una fuerte experiencia de renacimiento… solo que ahora nacía de mí misma.
Y una voz me habló profundamente… Tú tienes el hilo.
Allí comprendí, una vez más, que cada uno de nosotros tiene el hilo para salir de los laberintos en que nos prendemos en varias jornadas a lo largo de la existencia…
Al segundo día el laberinto me mostró cosas sagradas que ya he vivido…
Al tercer día… que ha sido el más difícil… porque llegó con cierta sensación de desorientación… lloré mucho… mucho de veras… Pedí ayuda al Gran Misterio…
Hasta que me he visto de niña… muy pequeña, con un vestidito estampado de flores, que tenía… ahora yo, adulta, le di la mano a la niña y lloré muchos dolores de aquella criatura que, sin saberlo siquiera, aún existían… y todo se fue poniendo tranquilo, me acogí a mí misma como niña… y dormí profundamente… mucho tiempo…
Hoy he despertado feliz con la sensación de libertad y la certidumbre de que estamos en un tiempo muy rico de posibilidades… pero que para ello necesitamos desprendernos del pasado… de las cosas malas y de las cosas buenas… de las expectativas en los caminos… y tener mucha humildad para reconocer que no sabemos nada…
Cuando nos parece que sabemos, ese saber viene del pasado y limita a lo conocido nuestras posibilidades…
Cuando reconocemos que lo que sabemos es muy poco en relación al infinito… abrimos puertas y ventanas a lo nuevo…
Cuando queremos defender nuestros conocimientos y puntos de vista, encuadrándolo todo en lo que conocemos… nos prendemos a ellos con un pegamento que solo se deshace con el desapego… con la entrega. Si ellos nos dan seguridad, porque están en terreno conocido y experimentado, también impiden otras experiencias que pertenecen a lo desconocido y que puede ser lo que nuestra Alma más desea en ese momento…
Me he despertado así… con sed de lo que el Alma quiere…