Lo que más oímos en las relaciones con las personas son quejas por los más diversos motivos; unos porque el día está frío o por el mucho calor, otros por la crisis por la que están pasando en su relación afectiva, problemas en el trabajo, enfermedades en la familia, conflictos con los hijos, en fin, parece que siempre hay motivos para muchas lamentaciones. Sí, hay personas que viven la vida así, siempre lamentándose, como si fuese una vieja costumbre de la cual no logran liberarse. Quienes conviven con esas personas saben muy bien cómo llegan a transmitir todo lo malo, y quién sabe si tú mismo no te reconoces como una de ellas. Parece que a esas personas todo les sale mal, todo lo que les pasa siempre podía haber sido mejor. Podemos decir que son los eternos insatisfechos. Son rígidamente exigentes, consigo mismos y más todavía con los otros. Y qué sufrido debe ser el vivir así, sin satisfacción, sin alegría, sin placer.
Es evidente que todos nosotros pasamos por momentos difíciles, en los cuales no es posible sonreír, pero ¿será que de esos mismos momentos no logramos obtener algún aprendizaje?
¿Será que si conseguimos ensanchar nuestra visión limitada no podemos aprender algo y con eso sufrir menos?
Piensa en el problema a que te estás enfrentando en este momento, sea cual fuere.
Ahora piensa cuál puede ser el aprendizaje contenido en esa situación. Muchas veces nos enfrentamos a situaciones ya conocidas, exactamente porque no nos paramos a buscar qué es lo que podemos aprender cuando se producen, y así, la situación puede retornar, aunque en otra forma, pero con la intención de hacernos aprender algo. Cada cual tiene sus propias lecciones, y asimismo, cada cual tiene sus propios aprendizajes, pero es preciso estar atentos para que esas lecciones no pasen desapercibidas y retornen.
Al reflexionar sobre la psicosomática, ciencia que estudia la relación entre las enfermedades y el estado emocional, podemos percibir en qué medida las enfermedades surgen como verdaderas enseñanzas, a condición de que la persona logre darse cuenta de ello. El aprendizaje es tan importante, que cuando la persona consigue apreciarlo, decimos que está en el camino de la curación. Esto ocurre cuando es comprendido el mensaje contenido y así ya no es preciso que se mantenga ni que se repita. ¡Por tanto, empecemos a desarrollar nuestra sensibilidad para aprender, siempre!
Para aprender hemos de estar abiertos para ejercitar nuestra humildad y flexibilidad. Una persona orgullosa y arrogante difícilmente cree que aún le quede algo por aprender, pues piensa que lo sabe todo; de la misma forma una persona rígida en sus valores y patrones tiene mucha dificultad para aceptar los cambios, tratando siempre de tener el control sobre todo y todos. No nos es posible saberlo todo, pues estamos en constante proceso de cambio y evolución, con independencia de la edad o de cuánto ya sabemos. Por eso, para que haya cambio, hemos de ser flexibles; y para aprender, hemos de ser humildes. La arrogancia, el orgullo y la rigidez son verdaderos obstáculos para el aprendizaje y consiguiente crecimiento.
Vuelve a tu problema actual. Piensa si eso mismo ya te ha ocurrido en otro momento de tu vida. No es preciso que sea necesariamente la misma situación, sino una situación que despertó un sentimiento semejante al que experimentas en este momento. Muchas veces los acontecimientos son diferentes, pero lo que sentimos es exactamente igual. Cuando esto ocurre, es momento de detenerse y reflexionar. ¡Y aprender!
Ahora piensa en las situaciones pasadas que te han permitido aprender algo, bien sobre ti mismo o sobre la vida. Con toda seguridad descubrirás cuán capaz has sido, y aún lo eres, de superar los momentos difíciles, principalmente si llegas a identificar la enseñanza que te aportaron. Puedes pensar que tales situaciones te han traído mucho sufrimiento, pero ¿desde cuándo nosotros, los seres humanos, aprendemos algo cuando todo va muy bien? Cuando las situaciones y las personas marchan según esperamos, nada cambia, pues tendemos a no pararnos a pensar y nos acomodamos. Por lo regular, solo reflexionamos un poco más sobre nuestros valores y el modo en cómo estamos conduciendo nuestra propia vida, cuando surge una enfermedad en nosotros mismos o en alguien a quien amamos, cuando hay una pérdida por fallecimiento o separación, en fin, cuando ocurre algo que nos hace sufrir y, forzosamente, nos hace pensar. De lo contrario, vamos viviendo sin muchas reflexiones o cuestionamientos, sin cambios ni crecimiento. Todos nos resistimos a salir de esa zona de confort, por mal que se pongan las cosas. Y al proceder así es cuando los conflictos se mantienen, la insatisfacción se hace crónica, el sufrimiento permanece y las enfermedades surgen. Sea cual fuere la situación a que te estés enfrentando, sea ésta conocida o no, procura buscar el mensaje que te trae y por consiguiente, el aprendizaje. Cuando logramos obtener esto, es como si dejásemos claro al Universo que ya hemos aprendido esa lección y que no es preciso que retorne. Pero que sepamos que otras lecciones vendrán, y lo mismo que hoy, podremos superarlas sin desesperación ni lamentaciones, tendremos cada vez más la seguridad de que todo ocurre para que podamos crecer y subir un nuevo peldaño en esa escalera sin fin de nuestra evolución.
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor
Publicado dia 10/26/2010 3:51:30 PM em STUM WORLD
