Ser receptivos es la cualidad que nos hace aptos para recibir todas las dádivas que la vida quiera enviarnos.
Pasamos gran parte de nuestro tiempo protestando por lo que nos falta o por lo que consideramos no estar recibiendo. Sin embargo, para que podamos alcanzar la realización de nuestros deseos más profundos, hemos de estar verdaderamente abiertos y receptivos hacia aquello que buscamos.
Un ejemplo común es el de la relación amorosa. La mayoría nos quejamos por no lograr encontrar el amor que tanto buscamos. En cambio, haciendo un análisis profundo de sus actitudes, muchos llegarían a la conclusión de que no están de hecho abiertos a una nueva relación. Esperan por ella llenos de miedo y resistencias, temiendo que se repitan las decepciones ya sufridas.
La receptividad tiene un sentido muy amplio y profundo. Requiere libertarnos de todas las creencias, ataduras, miedos, resistencias, ilusiones y juicios precipitados, y mantenernos abiertos de hecho, a lo nuevo, a lo inesperado, a lo inusitado.
Saber recibir es algo tan importante cuanto poseer la capacidad de donarse. Muchos se donan sin reservas, pero tienen cierta incapacidad para recibir, por considerarse poco merecedores de atención y cuidado. Una baja autoestima y una frágil confianza en sí mismos es lo que generalmente hay por detrás de esa actitud.
Están también aquellos que prefieren donarse infinitamente, para, de ese modo, garantizar el afecto y la permanencia del otro a su lado, aunque éste se muestre egoísta e incapaz de retribuir el amor que recibe.
La energía de la receptividad está relacionada con la energía yin, nuestro lado femenino, intuitivo y cooperativo. Ella es fundamental para que podamos recibir placenteramente aquello que la vida nos envía, y para que seamos capaces de generar nuevos frutos con las semillas que cada día son puestas en nuestro camino. Aunque no sea exactamente lo que habíamos pedido, o que no venga tal como lo pedíamos.
Si nos mantenemos receptivos, en vez de amargados y resentidos por lo que nos falta, estamos ensanchando las posibilidades de alcanzar lo que tanto buscamos. La vida siempre premia generosamente a aquel que se abre sin reserva alguna para recibir sus dádivas.