Esta semana recibí un e-mail que me pareció SPAM, de esos que traen como adjunto un PPS y confieso que estuve a punto de no abrirlo. Pero visto que provenía de una amiga, me decidí a abrirlo y leerlo. Ese PPS está dando la vuelta al mundo por Internet y considero que puedo ayudar a divulgarlo. ¿Qué es lo que pide? Algo muy sencillo: que todos los días, a las 20:00h paremos un minuto con nuestros quehaceres y oremos por la Paz del Mundo. De este modo, durante las 24 horas del día, siempre habrá miles – o millones – de personas conectadas en una corriente de energía para pedir al Cosmos (a las Fuerzas Cósmicas, a los Guías Espirituales, a los Maestros Ascendidos o simplemente a Jesús, dependiendo de su creencia religiosa) ¡que intercedan por la Paz en el mundo! ¡Ha llegado la hora de que hagamos algo! ¿No es pedir mucho, no es cierto, un pequeño minuto por día? ¡La oración tiene un enorme poder, creedme!
Todos tenemos dentro de nosotros una fuerza energética que puede ser encaminada a los fines que deseamos. Muchos emplean esa fuerza energética para generar negatividad contra su prójimo, otros, más evolucionados espiritualmente, generan simplemente ondas magnéticas de Amor. Ya hemos reconocido que del mismo modo que podemos atraer hacia nosotros algo que deseamos, podemos también dirigir nuestra fuerza energética para interceder por alguien, y muchos ya han llevado a cabo esa experiencia, ¿no es cierto? Si tenemos algún enfermo en la familia, corremos a un templo o a una iglesia para rezar y sentimos que con esa oración nuestra podemos ayudar al enfermo. Y en este período, en que tantas personas son víctimas de catástrofes naturales, nuestras oraciones pueden servir de lenitivo. Reconocemos que nuestra energía mental enviada a través de las oraciones puede marcar la diferencia.
Por tanto, podemos disponernos como INTERCESORES, ayudando del mismo modo al planeta Tierra en este momento de transición de eras cósmicas. Las turbulencias son muchas y nos aturden todo el tiempo. Recibimos instantáneamente imágenes de catástrofes, vivimos en un mundo perturbado por sonidos estridentes e inarmónicos, somos testigos de acontecimientos que comprometen nuestro equilibrio y armonía interior. La negatividad está por todas partes, pero no es preciso sintonizarnos en esa vibración, sino todo lo contrario, podemos servir de canal para que el Cosmos haga la transmutación de lo negativo en positivo. En un artículo anterior ya había comentado sobre la necesidad de protegernos contra las energías negativas, evitando ‘recoger la basura’ de otros, aun estando dispuestos a ayudar. Podemos ofrecer un hombro amigo, un oído atento, un consejo desinteresado, pero no debemos permitir que el problema del ‘otro’ turbe nuestro orden interior. Siempre que esto ocurre (siempre que nos sentimos turbados) es debido a que sintonizamos la energía negativa del ‘otro’. Por eso debemos transmutar esa energía elevando nuestra plegaria a nuestros Guías Superiores que limpiarán las células de nuestro cuerpo eventualmente contaminadas por una sintonía indeseable.
La Fuerza Divina puede hacerlo. ¿Habéis notado que en los centros espíritas el médium (o los médiums) se reúne para orar antes de iniciar las consultas? Esas reuniones sirven para fortalecer la egrégora que protege al intercesor a fin de que éste no se contamine con la negatividad de aquellos seres que están allí pidiéndole ayuda. ¡Si no hiciese así, recogería como una esponja toda la negatividad, enfermando de varios males! Por ello, como intercesores podemos tomar posición simplemente como instrumentos de una Fuerza Cósmica superior, capaz de originar una transmutación, ya sea en sentido mundial o bien en el individual.
Pero, dónde iremos a buscar esa fuerza, diréis. Cuando corremos en socorro de alguien necesitado muchas veces nos identificamos tanto con el dolor ajeno que lloramos juntos, enfermamos juntos, perdemos nuestra tranquilidad, ¿no es cierto? Estoy segura de que esto ocurre con muchos lectores que son tan sensibles y compasivos como yo. Con todo, como mi trabajo me expone todos los días al sufrimiento ajeno (o al menos a sus perturbaciones e indagaciones), he de tener en mente varias cosas: en primer lugar, antes de ayudar al prójimo, tengo que pedir la protección divina. Segundo, pido humildemente que yo pueda ser un ‘canal de Luz’, un vehículo de la Voz Divina que logre aconsejar a mi consultante, y encaminarlo a una solución para su problema eventual. Y aún más, pido a Dios que me ayude a ‘escuchar’ con los oídos ‘no físicos’, o sea, con los oídos internos. Pido una orientación a fin de oír mi intuición y procuro no dejarme contaminar por mis conclusiones personales que, por más lógicas que sean, pueden no ser las que el consultante ‘necesita escuchar’. Sin mezclar mis energías personales y sin dejarme contaminar por la negatividad, procuro oír y aconsejar, pues considero que ayudar al prójimo es un acto de Amor Fraternal. Ser ‘intercesor’ quiere decir ofrecerse como eslabón para la comunicación entre lo Divino y lo Humano, y esto no está exento de responsabilidades.
Como suelo enseñar a mis alumnos de Cábala, ¡al comenzar el camino del Conocimiento, iniciamos también el de la responsabilidad! ¡Solo el ignorante no tiene responsabilidad! Mientras Adán vivía feliz e ignorante en el Paraíso, no asumía ninguna responsabilidad por su propia evolución. Sin embargo, desde el momento en que ‘recogió la manzana’ en el Árbol del Bien y del Mal, asumió la responsabilidad de su propia evolución.
Esta semana, entonces, empecemos a pensar en una forma de servir de intercesores para poder mejorar la vida en nuestro Planeta Tierra que ya nos da signos evidentes de su gran enfermedad… Podemos hacerlo juntos, sumando nuestras energías y oraciones a las de otras personas alrededor del mundo, todos los días, durante 1 minuto, a las 20:00h. Donde quiera que estés, podrás hacer esto: ¡ser un intercesor del Plan Divino!
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¡Una semana llena de Luz y Armonía a todos mis lectores!