Estaba aquí pensando con mis botones en cuántas veces he sentido miedo en situaciones, que… una vez solucionadas… me mostraban claramente cómo el miedo era algo muy desproporcionado a lo que realmente estaba pasando.
Me parece que sentimos miedo porque no confiamos plenamente en la Divinidad, y pensamos que tenemos que resolverlo todo con nuestros propios recursos… con eso, frente a cosas que ya de sí parecen tan grandes y amenazadoras, tratamos de hacerlas todavía mayores alimentándolas con nuestras memorias y pensamientos equivocados…
Y como un fermento, nuestro miedo va haciendo que todo se vuelva mucho mayor y aterrador… limitándonos a espacios, exteriores e interiores, cada vez más estrechos.
El miedo aleja de nosotros la posibilidad de encontrar soluciones que están más allá de nuestro control… y cuánto más miedo tenemos, más queremos controlarlo todo… y con eso perdemos la oportunidad de abrirnos hacia los infinitos caminos que vienen de lo desconocido…
Mientras escribía he recibido un e-mail con este mensaje:
Cuántos “ahoras” perdemos, olvidando que el riesgo puede ser la salvación de muchas alegrías de nuestra vida…
El miedo que nos impide ser osados ahora, es lo que nos impide también ver la linda persona que podemos ser.
Clarice Lispector.
Presiento que en este tiempo en que estamos, se nos llama a avanzar pese a los temores, incluso porque ya no tenemos muchas salidas… Nuestros recursos conocidos están agotándose y solo nos resta CONFIAR…
Confiar en que las cosas ocurren incluso sin nuestra interferencia directa… confiar en que una semilla crece, aunque no vayamos a comprobarla todos los días… confiar en que, más allá de lo que consideramos lo mejor para nosotros, hay muchas más posibilidades… en fin… confiar en que la Divinidad que habita en cada Uno… ciertamente siempre sabe mejor lo que nos conviene que nuestro ego, y que nunca estamos solos…
Sé que entregar el control y confiar plenamente en la Divinidad no es fácil, especialmente en aquellas áreas en que hemos puesto más expectativas… en esos puntos no confiamos en que las cosas puedan ser diferentes de lo que deseamos, en que puedan hacernos felices; y con eso quedamos dependientes de aquello que muchas veces nunca llega a ocurrir… porque ciertamente no formaba parte de nuestra historia… o peor, cuando se realizan, no traen la esperada felicidad…
Por lo regular nuestros deseos están enfocados en símbolos de la felicidad y elegimos estos símbolos como modelos, porque hemos aprendido a creer que son lo ideal… casi nunca nos abrimos verdaderamente a la felicidad, simplemente… con independencia de la forma en que llegue. Y muchas veces nuestra felicidad anda lejos de lo que nos parece…
Cuántas historias conocemos de personas que han conquistado todo y creían que iban a ser felices… y que, después… encontraron la felicidad de la manera que nunca habían imaginado. A veces de forma simple, en una vida en contacto con la naturaleza…
Esto, claro está, no quiere decir que la felicidad no pueda encontrarse cuando buscamos y alcanzamos cosas… si se trata realmente de la voluntad de nuestra Alma…
Pero estos ejemplos solo nos muestran que nuestro ego, muchas veces, es un factor de complicación en la búsqueda de la felicidad, que depende mucho más de nuestro estado de espíritu que de las cosas que conquistamos.
Pero lo hemos aprendido así y solo nos resta desaprenderlo y confiar en que más allá de todo lo aprendido… y que nos ha prendido… allá en lo más hondo de nuestro corazón… de forma a veces tan simple… habita la felicidad.
Publicado dia 2/14/2011 5:20:09 PM em STUM WORLD
