Hay un chistecito sobre un sujeto que entró en el ascensor de un edificio y, habiéndole preguntado el ascensorista a qué piso deseaba ir, contestó:
- A cualquiera, señor. Al fin y al cabo, ya estoy en el edificio equivocado…
O sea, cuando no sabemos dónde estamos ni tampoco hacia dónde vamos, ¡cualquier lugar sirve! ¡Y por más absurda que pueda parecer esa analogía con lo perdidas que andan algunas personas cuando se trata de sus propios deseos, puedes creer que no lo es!
A menudo el deseo es tan amplio y genérico que la persona no es capaz de elegir, no logra sentirse satisfecha con nada de lo que vive, y la impresión que tiene, la mayor parte del tiempo, es que hay un agujero dentro de ella que se agranda cada día, haciéndose más difícil de rellenar.
Incluso hace nuevos contactos, conoce a personas estupendas, empieza relaciones interesantes, experimenta momentos que le parecen bastante reales, pero… enseguida la sensación de que nada de aquello forma sentido vuelve todavía más avasalladora.
Algunas veces también le ocurre estar viviendo un encuentro realmente especial, en el cual se siente, al fin, parte de un todo en el cual encaja, que por fin le devuelve aquella certidumbre de que después de la tormenta viene de veras la calma.
Con todo, sin más ni menos, de repente es el otro el que simplemente se desencanta y se marcha. O peor que eso: sin siquiera decirle el motivo o darle cualquier explicación, a la cual todo ser humano pensante tiene derecho, desaparece cual nube. ¡Y nuevamente, una vez más, la persona se ve remitida a aquel lugar infernal donde la única respuesta es que todo se ha ido a la porra! Así, ridículamente así.
Si ya te ha tocado pasar por esto, sabes cuán pésimo es ese período de la existencia en que pasamos a tener miedo de hablar, de expresarnos, de respirar equivocado, de ir demasiado rápido o demasiado despacio. En fin, nos parece que ya no sabemos qué hacer para no estropearlo todo, o para no poner las cosas peor de lo que ya están…
Si bien el problema es justamente ese: falta de posicionamiento, de clareza, de percepción de nuestros recursos internos. Muy probablemente se echa en falta una planificación, un guión detallado que señale el camino por el cual realmente se desea seguir. Y así, perdido, pasas a entrar de edificio en edificio, de ascensor en ascensor, bajando en diversas plantas, sin encontrar nunca la puerta, ¡tu puerta!
Para vivir el amor que deseas, las experiencias que siempre has querido, y conseguir aprovechar mejor la vida, es preciso ante todo que sepas lo que quieres. Reflexionar, cuestionarte, percibirte, aprender a distinguir entre lo que son tus verdaderos sentimientos y lo que no es más que un eco que grita tu ansiedad, es fundamental para delinear el mapa que te conducirá a tu tesoro más precioso.
En vez de desperdiciar tus días y tus flechas disparando a todos lados, ¡detente! ¡Aquiétate! Escucha tu corazón, tu intuición. Mira a los lados y ve descubriendo lo que realmente forma sentido para ti, lo que realmente te hace feliz. Lo demás son solo trampas. Mantente atento y enfocado en aquello que quieres y desvíate de los peligros, que, la mayoría de las veces, son nuestros propios miedos transformados en dificultades.
Y así, sin distraerte, la próxima vez que te pregunten a qué piso deseas ir, sabrás exactamente qué contestar. De ahí en adelante, la sorpresa va por cuenta tan solo de todo lo bueno que podrás experimentar…
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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Publicado dia 3/22/2011 5:45:29 PM em STUM WORLD
