Hay una especie de magia en la palabra sí. Al principio es difícil comprender el significado de esta afirmación. Sin embargo, a medida que nos disponemos a experimentar esta práctica, empezamos a percibir de qué modo ella, mágicamente, disuelve las negatividades que surgen en nuestro entorno.
Si en una situación difícil nos encolerizamos y permanecemos cultivando ese sentimiento, aquello que había causado el enojo inicial se mantendrá durante mucho tiempo, puesto que, aunque ya no esté manifestándose concretamente, sigue vivo gracias a nuestro apego a aquella situación.
Cuando nos disponemos a proceder en sentido contrario, o sea, reconociendo el enojo en el momento en que se produce, y no obstante, tomando la firme decisión de no apegarnos a él, empezamos a percibir de qué modo esta actitud interior transforma de inmediato la energía que hasta entonces sentíamos.
Abandonar el apego a algo que nos ha mortificado, lastimado, enojado, es el primer paso para liberarnos. Este proceso no se verifica fácilmente, pues la mente tiende a mantenernos permanentemente ligados a aquel acontecimiento, rumiándolo sin cesar.
Sin embargo cuando tomamos interiormente la decisión de dejar marchar aquella energía, y nos mantenemos enfocados en los acontecimientos positivos que ciertamente están produciéndose a nuestro alrededor, percibimos cuán capaz resulta esta nueva postura de promover una verdadera transformación.
Si confiamos totalmente en esta experiencia, poco a poco veremos que las soluciones se presentarán, natural y espontáneamente, ya sea dentro de nosotros o externamente, aportadas por la propia vida. No apegarse es la palabra clave para que cualquier situación pueda quedar solucionada, aunque no sea de modo inmediato como nos gustaría.
Cuando nos disponemos conscientemente a dejar marchar lo que nos tiene prisioneros, ya sea un sentimiento, una emoción o incluso algo material, esta simple disposición interior empieza a traernos, de forma misteriosa, nuevas circunstancias.
Es preciso estar todo el tiempo alerta para percibir cuando, en función de nuestra resistencia, acabamos prolongando situaciones que podrían ser descartadas de nuestra vida en menos tiempo.
El tantra contempla la vida con una visión total. No adopta una actitud para contemplar la vida. No tiene conceptos. No es una filosofía. No es una religión, no tiene teología. No cree en palabras, teorías, doctrinas.
Quiere contemplar la vida sin ninguna filosofía, sin ninguna teoría, sin ninguna teología. Quiere contemplar la vida tal como es, sin traer mente alguna en el interior – porque esta será la distorsión. La mente entonces proyectará, la mente entonces mezclará – y siendo así tú ya no estarás listo para conocer lo que quiera que fuese.
El tantra aleja a la mente y encuentra la vida cara a cara, nunca pensando, Esto es bueno, nunca pensando, Esto es malo – simplemente encarando lo que quiera que fuese. Entonces, es difícil decir que esto es una actitud. De hecho, no es una actitud.
Lo segundo que hay que recordar es que el tantra es un gran sí, dice que sí a todo. No tiene no alguno. En su vocabulario no hay negación.
Nunca dice que no a nada – porque con el NO, comienzan las luchas. Con el NO, te conviertes en el ego. En el momento en que dices NO a algo, ya te conviertes en el ego, sobreviene un conflicto, ahora estás en la guerra.
El tantra ama, y ama incondicionalmente. Nunca dice NO a nada, lo que quiera que fuese – porque todo forma parte del todo, y todo tiene su propio lugar en el todo. Y el todo no puede existir si hay algo que falta en él.
…Incluso con una sola gota de agua perdida, toda la existencia quedará sedienta.
Si tú arrancas una flor en el jardín, habrás arrancado algo a toda la existencia. Tú dañas una flor, y habrás hecho daño a millones de estrellas – porque todo está interrelacionado. Todo existe como un todo, como un todo orgánico. El todo existe no como cosa mecánica – todo está relacionado con todo lo demás.
Entonces el tantra dice sí incondicionalmente. Nunca ha habido ninguna otra visión de la vida que haya dicho sí, sin condición alguna – simplemente sí.
El No desaparece, en tu verdadero ser, el No desaparece. Cuando no hay NO, ¿cómo puedes luchar? ¿Cómo puedes estar en guerra? Tú simplemente flotas. Tú simplemente emerges y te disuelves, te vuelves uno.
Las fronteras ya no están. El NO crea límites. El NO es el límite a tu alrededor. Siempre que dices NO, observa – inmediatamente algo se cierra. Siempre que dices SÍ, tu ser se abre.