¿De qué árbol estoy hablando? Del Árbol de la Vida, el árbol simbólico que es la base del estudio de la Cábala. Pero podría hablar de un árbol cualquiera, y por eso haré una analogía entre un árbol vegetal y el Árbol de la Vida, y la palabra árbol no es una simple coincidencia.
Ando observando los árboles de São Paulo, ahora que tanto se oye hablar de árboles caídos, podas, falta de espacios verdes, etc., etc.
Los árboles de São Paulo están en su gran mayoría muy enfermos. Vivimos en una ciudad en la cual los espacios verdes son escasos y deficientes.
Recientemente leí en un periódico que una mosca blanca está sorbiendo la savia de los bellos y raros ficus centenarios que adornan muchas calles de la capital y, en consecuencia, esos árboles están muriéndose poco a poco. ¿Por qué un bello árbol se pondría enfermo hasta el punto de ser atacado por pequeñas moscas blancas que a miles le sorben la savia? El problema ha de buscarse principalmente en el desequilibrio causado por las insuficientes condiciones que el árbol encuentra para sobrevivir. O sea, el medioambiente. Si la tierra es pobre en nutrientes, si las podas mal hechas perjudican sus raíces y su copa frondosa, si el asfalto del pavimento le impide recibir la preciosa agua, si la contaminación recubre sus hojas de hollín y la ahoga, la planta acaba debilitándose ¡y si no es la mosca blanca será la termita u otra plaga lo que acabará con ella! No hay vida saludable en un medioambiente enfermo.
El problema, por tanto, está en el desequilibrio orgánico a que el árbol se ve sometido. Como organismo vivo, necesita un equilibrio entre todos los elementos biológicos para sobrevivir.
Pasa lo mismo con los seres humanos. En estos días oímos hablar de la súper-bacteria Escherichia Coli, ahora modificada. Bien, esta es una bacteria que, como otros muchos cientos de ellas vive dentro de nuestro intestino, en animales y humanos. Si nuestro organismo goza de equilibrio en el medioambiente donde ella vive, la E. Coli no causará enfermedad alguna, ni tampoco la muerte del organismo. La E. Coli, no obstante, como cualquier otro organismo vivo, necesita sobrevivir, pues esta es la ley: “Creced y Multiplicaos” ordenó Dios. Y la E. Coli sobrevive en el ambiente que le es adecuado, y se multiplica. Con todo, cuando la E. Coli migra a otro lugar de nuestro organismo, o sea, por ejemplo (esto ocurre muy especialmente en mujeres) a la uretra o al estómago o al pulmón, entonces ataca el organismo y causa una enfermedad. Sin embargo, a lo largo de los siglos, los hombres han entablado una lucha contra las bacterias considerando que son la causa de todos los males (juntamente con los virus). Han inventado las penicilinas y, más recientemente, los antibióticos, a fin de combatir a las bacterias y matarlas. ¡Y, entonces, ellas empiezan a modificarse, exactamente para cumplir su misión de supervivencia! ¡Hemos de convenir que ya no queda nada en nuestro mundo actual que no esté contaminado por los antibióticos! Y, entonces ¿cómo sobrevivirían las bacterias? ¿Cómo cumplirían ‘su misión’? A antibióticos cada vez más potentes, bacterias cada vez más potentes: es la ley del más fuerte, la ley de la supervivencia. Sin convivencia, sin equilibrio.
Bueno, yo no estoy aquí para hacer apología de las terapias holísticas o alternativas, como la homeopatía, la antroposofía y otras similares, pese a que soy adepta a este tipo de terapias desde hace muchos, muchos años, sino que deseo hacer en este artículo un paralelismo con el Árbol de la Vida, como he dicho desde el principio.
Cuando examino el mapa astrológico de una persona desde la perspectiva de la astrología cabalística, posiciono sobre el Árbol todos los planetas con sus aspectos astrológicos, o sea, examino cómo las fuerzas astrales interactúan entre sí, cómo fluye la vida. Y si algunos planetas del mapa entran en conflicto con otros, causando interrupciones energéticas o incluso cortocircuitos, la persona tendrá necesidad de desobstruir esos caminos para recuperar el equilibrio y, por consiguiente, poder vivir con salud y bienestar y cumplir su misión de vida.
Un Árbol desequilibrado indicará una posible enfermedad y promoverá cierta dificultad para avanzar en plenitud. Y cuando la vida no avanza, o avanza a trancas y barrancas, o rueda en círculos sin salir del paso, entonces quiere decir que nuestro Árbol necesita una cura. Las ‘moscas blancas’ van a atacar ese árbol, ya sea desde el punto de vista orgánico, causando dolencias de todo tipo; ya desde el punto de vista emocional, causando depresiones y ansiedades; ya desde el punto de vista espiritual, causando la infelicidad.
Queda, entonces, una pregunta: ¿Cómo podemos recuperar el equilibrio de nuestro Árbol? ¿Cómo encontrar la cura? Ante todo, es preciso conocer nuestro árbol, examinar sus desequilibrios, saber cuáles son los caminos obstruidos y después comenzar el proceso de cura. La cura podrá llegar de varias maneras, a través de varias terapias, y no estoy afirmando que la que yo aconsejo en mi consultorio sea la única terapia posible para recuperar el equilibrio. Varios son los caminos que nos llevan a Dios. Jesús dijo que llegaremos al Padre a través de Él, o sea, a través del Amor. En el centro del Árbol hay una Esfera llamada Tipheret, que corresponde al Sol que cada cual posee en su corazón. Este centro representa nuestro Yo Interior, nuestro Plexo Solar de donde se irradia la energía que alimenta nuestro cuerpo.
Por ello siempre aconsejo a mi cliente que ‘haga brillar su Sol’, es decir, a que sea lo mejor posible aquella chispa de energía divina que posee cada cual desde el principio y que, en esta encarnación, está representada por su signo solar. Siempre será este ‘centro energético’ el que hará irradiar toda la fuerza que necesitará esa persona y conducirá la savia a todas las ramas del Árbol. El Árbol, entonces, crecerá y vivirá durante muchos, muchos años.
El propósito principal del estudio conjunto de la Astrología (mapa natal), del Tarot (herramienta de cura) y de la Cábala (reconocimiento de la propia misión) sirve exactamente como instrumento para el mantenimiento de nuestro equilibrio vegeto-animal y espiritual. El camino de vuelta al Padre es el camino de la evolución desde una Conciencia Individual hacia una Conciencia Colectiva. Solamente si nos unimos y nos sentimos realmente TODOSUNO podremos reunirnos con Él, el Padre.
El curso de 3 sábados sucesivos que daré en agosto comprenderá Astrología, Tarot y Cábala. Los interesados envíen un correo electrónico para que yo pueda organizarme. El contenido del curso y la ficha de inscripción están disponibles en este link.
¡Agradezco inmensamente la Luz que Dios me concede todos los días y espero poder compartirla con TODOS!
¡Una buena semana llena de Luz divina!