El amor está dentro de ti y nadie podrá ser responsable de despertarlo; solo tú podrás traerlo nuevamente a tu vida.
Nuestro pasado es el mayor aprendizaje que traemos; él puede hacernos reflexionar, analizar y ciertamente encaminarnos hacia el cambio y el crecimiento como ser humano.
Los traumas de pasado estancan nuestra energía y eliminan nuestro brillo. La eliminación de tales bloqueos se hace fundamental para que podamos atraer energías diferentes de las que hemos vivenciado. En este punto, a menudo se hace necesario eliminar de una vez creencias e ideas respecto de uno mismo y del amor.
Los bloqueos energéticos de pasado son como montones de ropa sucia enmohecida, que están apilados en determinadas partes de nuestra mente, esparciendo su energía dañina en nuestra vida de hoy.
Cómo puede quedar espacio para un amor verdadero, limpio, intenso, si arrastramos esos obsoletos montones acumulados del pasado… en poco tiempo el nuevo amor quedará contaminado por todo cuanto aún hay en tu mente.
Hay una necesidad inicial de limpieza; es necesario desbloquear las energías del pasado a fin de abrir espacio a lo nuevo. Es imprescindible que, tras esta limpieza, el amor empiece a palpitar en tu vida de dentro a fuera, ¡sí! Tú has de ser amor si quieres recibir amor.
El amor es crecimiento, es ser auténtica, es abrir mano de sí en determinados momentos en favor del otro, es saber ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos.
En las relaciones en general entramos en la búsqueda del amor, y he aquí la más grande equivocación posible; el amor ya está dentro de nosotros, en algunos casos no hace falta más que despertarlo nuevamente, pues los sufrimientos del pasado pueden haber perturbado nuestra capacidad de amar nuevamente.
Redescubrir el amor en tu vida significa saber quién eres, qué quieres del otro, y tener plena conciencia de tu valía como persona. Una relación plena está compuesta por bienestar, armonía, compartir buenos momentos y crecimiento mutuo, todo ello culminando en la tan anhelada felicidad.
Evita criticar la relación que mantienes, pues fue el reflejo de tu momento, cuando la atrajiste tenías exactamente la calidad de energía de la relación que vives hoy. ¡Dios mío! Cuando escuchamos esto, pesa todavía más la necesidad de cura energética, reequilibrio y eliminación de los bloqueos, pues solo así será posible vivir situaciones diferentes.
Mientras no tomamos conciencia de que es necesario modificarnos nosotros mismos, siempre nos parecerá que el problema lo tienen los demás. Cabe aquí una reflexión: si tantas son las personas a quienes critico, ¿no sería más fácil verificar qué es lo que hay de equivocado en mí? ¡Sí! Es imposible que tanta gente esté equivocada y solo yo esté en lo cierto…
Cuando determinamos que vamos a modificar nuestra energía, pasamos a recordar las cosas que hemos vivido y las experiencias desagradables que hemos pasado, es decir, empezamos a recordar, a vivir intensamente el momento en que determinado acontecimiento se produjo, como si fuese hoy.
El día en que comprendamos que lo más importante es amarse a sí mismo, ten la plena seguridad de que tu energía estará curada y equilibrada.
La radiestesia, a través de la Mesa Radiónica, promueve el desbloqueo de las energías del pasado y trae de vuelta el brillo, poniendo en orden divino tu vida.
A continuación te cuento un caso de una persona a quien atendí, que decía no creer ya en el amor…
Su historia es como sigue: durante quince años salió con una persona, se decía enamorada de ese chico, hacía todo cuanto él deseaba y se amoldaba a todo cuanto él quería, incluso lograba perdonarle ‘ligeras traiciones’, diciendo que eran pequeños deslices de comportamiento, que con el tiempo se arreglarían.
Ella era una chica guapa, exitosa en el trabajo y cuyos objetivos personales estaban bien determinados; pero en el campo emocional no se sentía realizada, pese a que, durante años, procuró demostrar a los demás que todo iba bien.
El acompañante que, según sus palabras, tenía pequeños deslices, de un día para otro empezó a cambiar todavía más en su comportamiento y en tres meses estaba casado con otra persona.
Ella entonces tocó fondo, tenía la sensación de que iba a morir; todos sus proyectos de futuro se habían ido por agua abajo, su imagen personal estaba perdida, se sentía abandonada y ‘cambiada por otra’, esos eran los términos que ella empleaba.
Y al poco tiempo volvía a la lucha, ¡tenía que buscar a otra persona y ponerse bien! En una fiesta en casa de una amiga conoció a un chico, le pidió su teléfono – por entonces había decidido adoptar esa postura – pues según lo que me contaba, no tenía tiempo que perder.
A los pocos días telefoneó al muchacho y fueron a almorzar, empezando entonces a salir y a mantener una relación.
En ese momento incluso hacía cosas que no le gustaban, simplemente por decir que ya no estaba sola. Hasta participaba en ginkanas a pie, un tipo de competición para atletas que se guiaban en terrenos desconocidos por brújulas y marcaciones determinadas en el terreno. Ella odiaba aquello, pues no tenía preparación física, pero como a su nuevo acompañante le gustaban, ella lo hacía y, aunque padeciendo, permanecía callada.
La relación fue encaminándose hacia el matrimonio, facilitada por las varias situaciones desde todos los ángulos, tales como: el apartamento para vivir lo tenía ella, la fiesta de bodas podría ser en forma de una cena en su apartamento, los regalos que recibirían podrían cambiarlos por un viaje, puesto que la casa ya estaba montada…En resumen, todo estaba arreglado para la boda y el muchacho, sin darse cuenta, un día acabó encontrándose casado con ella, en un proceso bastante rápido.
El matrimonio duró apenas nada, fueron seis meses de riñas, de falta de objetivos en común, de falta de compañerismo y, obviamente, lo siguiente fue la separación.
Ella acudió a mí porque ya no creía en el amor, consideraba que todo lo había hecho bien tanto la primera vez como la segunda; ella sola no conseguía advertir sus errores, y no quería permanecer soltera para siempre.
Empecé el tratamiento con la Mesa Radiónica, eliminando los bloqueos de la primera relación, sacando a flote los acontecimientos por identificación de las fechas en que habían ocurrido y fuimos curando uno a uno los bloqueos. Con cada bloqueo eliminado ella empezaba a verse y a amarse con mayor intensidad, aprendiendo a respetarse.
Terminado el tratamiento de la primera y de la segunda relación, pasamos a un análisis detallado de lo que había ocurrido y de todo ello sacamos que ella nunca se había amado intensamente, poniéndose así en la imposibilidad de recibir amor intenso por parte de otra persona.
El tratamiento personal le aportó una enorme revalorización y brillo personales; hoy se encuentra curada, ya se acompaña de otra persona en una relación estable y adulta en la cual dos seres se encontraron felizmente por afinidad energética.