(Ponderaciones de un Maestro de la Cura Espiritual)
Ud. me pregunta si soy feliz?
Y yo le digo que si.
Porque felicidad es un estado de conciencia.
Y yo continuo haciendo lo que me gusta...
Continuo en el trabajo de cura que Jesús me orientó.
Y, hoy, atiendo a los enfermos del corazón, carentes de espíritu.
Y sigo el mismo principio: es el amor que cura.
Y continúo recomendando el remedio adecuado: la oración.
Para los casos del cuerpo, la Medicina de los hombres tiene su grandeza.
Pero, para los dolores del corazón, causados por las emociones, el recurso es otro.
El arte de la Taumaturgia hace que el espíritu se ligue al Poder de Cura Universal.
E, interligado a la Fuente Inmanente, sus energías se restauran considerablemente.
En el momento en que el Ser realiza la oración, la Luz Celeste desciende sobre él.
Y, de manera que sólo lo Divino conoce, el Cielo opera sus milagros en el hombre.
Hay una nutrición psíquica en sus centros vitales, y su aura se fortalece.
Sin embargo, tal acción sutil sólo es eficaz si el Ser opera con verdadera humildad.
Si sus sentimientos son desprovistos de espíritu, su oración no tendrá fuerza real.
Y, si sus pensamientos no fueran justos, no habrá la resonancia adecuada.
Y yo le digo, mi amigo, los curadores serios y dedicados no son arrogantes.
Porque ellos saben que son emisarios de la Luz Celeste, de donde viene el Poder Real.
Y, también, porque, al ligarse al Cielo, curan sus propias heridas.
Y saben que Jesús es el Gran Curador. Por eso, ellos oran y se realizan.
Y nadie sabrá lo que pasa en sus corazones...
Y esa es la felicidad del taumaturgo: ser canal de cura mediante el arte de la oración.
Por eso soy feliz, mi querido. Jesús me dio la oportunidad de ser su servidor.
Y yo estoy eternamente agradecido a El. Por haberme aceptado, incluso con mis heridas.
El es el verdadero médico del alma. Y yo soy el pequeño enfermero, a Su Servicio.
Y, cuantas veces, cuando fui víctima de calumnias, El me cubrió con su manto de luz.
En tanto yo oraba, una columna de luz descendía sobre mí. Y mi corazón sonreía...
Porque yo he visto flotando sobre mi, y protegiéndome, la figura de una paloma dorada.
Entonces, yo pensaba en quienes me acusaban, y también oraba por ellos. Y me realizaba...
Y, así, bajo la égida de Jesús, yo fui aprendiendo el arte de la Taumaturgia.
Y yo le digo que soy feliz, por eso. Porque continuo en esa linda arte del espíritu.
Y aún me emociono mucho cuando consigo ayudar a alguien. Llego a llorar...
Y, en mi tiempo en la Tierra, pocos sabían de eso. Yo lloraba en el silencio de la oración.
Porque sentía a Jesús, en espíritu, en mi propio espíritu. Y en mis manos.
Y yo no aguantaba tanto Amor en mis células. Yo sentía el infinito en mí.
Y los poros de mi cuerpo parecían pequeñas estrellas. Y El, la Luz de ellas.
Y yo llegaba, a veces, a ver Su semblante reflejado en el rostro de los enfermos.
Así como El estaba en mi, también estaba en ellos. Y su Luz se propagaba...
Y yo veía Su semblante hasta incluso en los espíritus perversos. Y como El los amaba.
Y, también para mí, no había diferencias: yo oraba para los hombres y los espíritus.
E intenté explicar para mis contemporáneos que la gran magia es la del Amor.
Y que el perdón transmuta las energías y alivia el corazón. Y que el Poder viene del Cielo.
Y si, hoy, Ud. y sus compañeros se realizan en la oración, yo estaré con Uds.
Y pediré a Jesús que envié la paloma dorada sobre el egrégor* de la reunión.
Y que las luces de la cura se propaguen por el mundo, a favor de todos...
Si Jesús así lo permite, yo estaré tomado de sus manos, en la fuerza del espíritu.
Y, si Ud. me ve, no se extrañe si ese antiguo cruzado este llorando.
Porque, otrora, yo empañé espadas y manché mis manos de sangre y dolor.
Hasta que Jesús me mostró que la fuerza no estaba en la violencia, sino, en el Amor.
Y, desde entonces, mis manos se lavaron en la Luz de la Cura. Porque El me dio la oportunidad.
Y yo jamás me olvido de eso. Y siempre trabajaré en Su Nombre.
Por eso, no se extrañe del llanto de ese viejo caballero, que hoy es enfermero, en la Luz.
Si, enfermero de Jesús, o médico del alma. Apenas un taumaturgo feliz.
Mi joven, que la reunión de hoy sea auspiciosa, en Nombre de Jesús.
Los dejo en la Paz y en la Gloria de El... Y que así sea!**
(Recibido espiritualmente por Wagner Borges.)
- Notas:
* Egrégor - del griego Egregorien, que significa velar, cuidar - es la atmósfera colectiva plasmada espiritualmente en un cierto ambiente, resultante de la suma de los pensamientos, sentimientos y energías de un grupo de personas dirigida para la producción de climas virtuosos en el mundo.
Es la atmósfera psíquica resultante de la reunión de grupos dirigidos para trabajos y estudios basados en la LUZ. Se puede decir que toda reunión de personas para la práctica del Bien y de la Virtud - independientemente de la línea espiritual - forma un egrégor específico, una verdadera entidad colectiva luminosa, a la cual se agregan varias conciencias extrafísicas alineadas con aquella sintonía espiritual para un trabajo entre conciencias.
Probablemente fue por eso que Jesús enseñó: "Donde hubiese dos o más reunidos en mi nombre, yo estaré con Uds."
Muchos dicen que no se debe mezclar egrégoras de trabajos diferentes, sin embargo, cuando el Amor se manifiesta, desaparece cualquier ideología doctrinaria, y sólo queda lo que interesa: la LUZ.
El día en que los hombres despierten para climas más universalistas y cósmicos, con certeza ese mundo será mejor para vivir.
Viva la LUZ, poco importa el nombre, o grupo o la doctrina que hable de ella. Y que vivan los mentores espirituales que ayudan a todos, independientemente de credo, raza o cultura.
** La primera vez, yo transcribí lo que él me dijo fuera del cuerpo. Pero, esta vez, el apareció aquí en mi apartamento y me concedió este segunda charla espiritual. Entonces, yo escribí lo que me dijo, para registrar sus apuntes. Y, después, el cumplió lo prometido y fue hasta la reunión del Grupo de Estudios y Asistencia Espiritual del IPPB (que, actualmente, tiene 140 participantes), dejándonos a todos nosotros con una energía y alegría fantásticas.
Aclaro, incluso, que no indico su nombre aquí para evitar polémicas innecesarias con quien quiera que sea. Creo que el contenido de lo que el dice es lo más importante y su calidad de consciencia está expuesta en el nivel de sus informaciones.
De cualquier forma, reproduzco un texto abajo – que data el año de 2003 -, donde yo narro un encuentro con un ocultista amigo de él. Y, en las notas al pie del mismo, yo explico más sobre eso. Y, ahí, dejó a cargo de la inteligencia y sensibilidad del lector la tarea de deducir quien es. Pero, lo importante es el contenido de los textos. Y, sobre todo, el Gran Autor de todo es el Gran Arquitecto Del Universo, Señor de todas las cosas y seres.