Es un placer resolver problemas cuando los encaramos como estimulo para la autorrealización. Al final, la alegría delante de una realización interior es genuina.
Es como la sonrisa de un niño cuando está aprendiendo a caminar. Cuando su mente está libre de expectativas exageradas y del miedo de equivocarse, el puede gozar del placer del auto dominio. Tal satisfacción innata ya fue motivo de investigación científica. Científicos separaron tres grupos de bebés con dos meses de edad. En el primero, los bebés estaban con la cabeza apoyada en la almohada que, conforme presionaban con el peso de ellas, hacia que un mobil que estaba colgado encima de ellos, se moviera. En el segundo grupo, el mobil se movía independientemente de los movimientos de sus cabezas y, en el tercero, el mobil no se movía. No es preciso decir que el primer grupo de bebes sonreía y se agitaba de placer al girar el mobil mientras que en los demás no reaccionaban, apenas lo observaban.
Sin embargo, en la medida que crecemos, esta satisfacción generada por el autodominio será inhibida debido a los innumerables nos que pasamos a escuchar, aunque no entendamos por qué.
Gradualmente, la sensación de inadecuación, culpa, vergüenza y frustración irá a instalarse en nuestros patrones mentales. En este sentido, aprendemos que no podemos controlar los mobiles como nos gusta, pero, si, que serán ellos que irán a controlarnos!
Bebes que tuvieron pequeños placeres generados por la autonomía e independencia crecen con más facilidad para afirmarse como persona. Por ejemplo, comer con las propias manos. Cuando los padres insisten en dar comida en la boca a los niños, están sacándoles el placer y la aventura de comer.
Aprendí con mi madre a alimentar a mis hijos: ponía delante de ellos diversos recipientes con una leguminosa, un cereal, una raíz, una flor, una hoja y un fruto. Así, ellos podían elegir por si propios lo que querían comer. Al principio, con las manos, después con la cuchara. Era un gran lio, pero que dio resultado! Nunca tuvieron problemas para comer…
Seguir ordenes es un proceso penoso, pues, la mayoría de las veces, representa negar nuestras necesidades personales. Renunciar al deseo natural de explorar lo desconocido y saber aguardar el momento justo para actuar es un desafío constante que tendremos que adquirir a lo largo de nuestra vida.
Cuando los niños observan a los adultos teniendo placer en resolver problemas, aprenden y experimentan el mismo placer al intentar resolver sus propios problemas. Si hemos crecido en un ambiente seguro y que, al mismo tiempo, nos dio coraje para seguir adelante con nuestras iniciativas y riesgos personales, cuando adultos seremos autónomos y, al mismo tiempo, respetaremos nuestras necesidades naturales de dependencia y protección. Pero, si hemos sido constantemente desalentados a explorar el mundo a nuestro alrededor, vamos a crecer creyendo que somos incapaces y que actuar no lleva a nada. El dolor de tener nuestras emociones y necesidades ignoradas o distorsionadas genera una sensación profunda de inadecuación.
A los cinco años de edad, ya desenvolvemos una noción clara de lo que podemos o no hacer. Dejamos de actuar erróneamente aún cuando estamos solos. Si nuestros padres fueron exactamente controladores, tendremos la sensación de culpa y vergüenza cuando actuamos por cuenta propia, en rebeldía a sus comandos.
Cuando crecemos, este sentimiento ya está tan arraigado en nosotros que ni sabremos más por que lo sentimos. La cuestión es que cuando éste se vuelve demasiado, perdemos tanto el deseo como el placer de ejercitar nuestra propia voluntad!
Para superar éste bloqueo creativo, tenemos que cultivar un nueva postura interior, en la cual nos vemos como creadores de nuestro propio curso de la vida. De esta forma, será placentero estimularnos a asumir tanto los riesgos como sus consecuencias.
Para recuperar la alegría de conquistar una nueva habilidad, tenemos que concientizarnos, repetidas veces, de que no somos más rehenes del control externo como fuimos un día.
Cuando nos sintonizamos con la auto responsabilidad y el auto dominio, somos capaces de aprender a ver los problemas no como problemas, sino como oportunidades de crecimiento interior.
Lama Zopa, en su libro Transformando problemas em felicidade (Ed. Mauad) nos aclara que precisamos tener constantemente dos actitudes internas: 1. Cultivar una mente que no tiene aversión a los problemas y 2. Generar una mente que siente placer en resolverlos.
Para eso, tenemos que evitar exageraciones. Encarar los grandes problemas paso a paso es una forma de que seamos gentiles con nuestros limites e incertidumbres. Intuitivamente, sabemos que no sirve quedarnos inquietos, con rabia o deprimidos.
Lama Gangchen nos aconseja que substituyamos la palabra problemas por pequeñas dificultades.
En realidad, nos gusta buscar ciertos problemas para resolver! Pues la sensación de controlarlos mantiene nuestro cerebro saludable y equilibrado. Mientras un área del cerebro registra la chance del error y acciona otra área que nos deja despiertos y atentos, otra área analiza la situación y traza estrategias que, a la vez, activan el sistema de recompensa, dejándonos motivados y animados con el desafío.
En la medida en que rescatamos el placer de solucionar problemas, recuperamos el placer de vivir. Al final problemas existen y siempre existirán!
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia. Email: [email protected] Visite o Site do Autor