El dicho popular afirma: ¡quién nunca lo fue, lo está siendo o un día lo será! ¡Pero yo, particularmente, no considero que la traición sea así tan inevitable! Aparte de eso, como se trata de una situación que no depende de nuestro control, lo mejor ciertamente es concentrarse en las posibilidades personales.
Y hay más: antes de entrar en la gran cuestión, sobre perdonar o no perdonar, vale aclarar mejor ese concepto. Traicionar es, por definición, engañar al otro. ¡O sea, es hacer que el otro crea que tú actúas de una determinada manera cuando, en realidad, actúas de otra! Por tanto, el gran problema de la traición no es exactamente con quien estás o no estás, a quien besas o con quien te acuestas, sino el hecho de estar mintiendo y engañando a alguno o algunos de los implicados en esta trama amorosa.
Para aclarar mejor mi teoría, voy a contar lo que siempre digo a un amigo que defiende la traición. Él está casado y sale con otras mujeres. Dependiendo del caso, llega a permanecer varios meses con la misma mujer, aunque mantenga la vida amorosa con su esposa y haga escapadas extraconyugales y extra-amante fija.
Al abordar la cuestión, siempre dejo claro que no estoy de acuerdo con su actitud. Y él argumenta: esas relaciones paralelas son únicamente diversión, y terminan haciendo bien a mi relación. ¡Me vuelvo más tranquilo y más cariñoso con mi mujer!
¡Pues muy bien! Como no quiero entrar en el mérito de la cuestión, abordando detalles de su relación, procuro ser práctica y objetiva: si tú estás siendo sincero conmigo y realmente consideras que no hay nada equivocado en mantener relaciones paralelas, entonces, ¿por qué necesitas mentirle a tu esposa? Cuéntaselo, defiende tu teoría y explícale por qué procedes de esa forma. Convéncela de los beneficios y sé verdadero. ¡Al menos, así, ella sabrá quién eres tú realmente y podrá elegir si quiere seguir contigo o no!
¡Pero doy un paso más! Aparte de eso, si tú realmente crees que ese tipo de comportamientos hace bien a la relación, entonces, supongo que no te importaría que ella hiciese lo mismo. ¡O sea, que saliese con otros hombres para divertirse, volviéndose más tranquila y cariñosa contigo!
Pero, extrañamente, él siempre replica: ¡De ninguna manera! ¡Si descubro que ella me traiciona, está todo acabado! Y, así, me siento todavía más propensa a reafirmar: lo que más importa en una relación no es el hecho de jamás haber cometido un error o jamás haber disgustado al otro. Eso, sí, es inevitable, considerando el grado de implicación, entrega e intimidad que entrevera una relación amorosa.
Lo que más importa es la coherencia entre lo que dices y lo que haces. Es el nivel de verdad que hay en aquello que te propones vivir. ¡Es el compromiso que cada uno de los implicados tiene con cada detalle de esta importante elección, que es compartir la vida con otra persona!
Por tanto, si estás viviendo una situación dolorosa, sintiéndote traicionado, al haber descubierto un error y una mentira de tu pareja, puedes creer: no hay respuesta acertada o equivocada que sirva para todas las relaciones.
Para decidir si vas a perdonar o no, si vas a continuar o no en esa relación después de lo ocurrido, sugiero que te hagas algunas preguntas fundamentales e intentes contestar con el corazón, basándote en aquello que sientes de más real, de menos contaminado por el enojo o el dolor ¡que, probablemente, te quema por dentro!
- A pesar de ese error, ¿qué es lo que hay de bueno y que valga la pena en esta persona y en esta relación?
- ¿Te gustaría darte a ti mismo una segunda oportunidad para intentar que salga bien?
- Cuánto consigues reconocer de tuyo en todo eso. O mejor, tú también cometes errores. ¿Cuánto consigues comprender lo que el otro ha hecho, a partir de esa auto-percepción?
- A saber: puede que consigas perdonar, pero olvidar solo será posible si llegas a sufrir algún tipo de pérdida de memoria que borre ese acontecimiento de tu cerebro. En caso contrario, ese recuerdo seguirá vivo como el de cualquier otra ocasión relevante de tu vida. ¡Tendrás que aprender a lidiar con él!
- Al hacer un balance, en caso de descubrir que los dolores y los resentimientos son bastante mayores que el respeto, la admiración y la confianza, pregúntate: ¿qué ganas quedándote en esta relación? ¡Porque nadie se queda en una situación en la cual no está ganando absolutamente nada!
Por fin, acuérdate de que todo dolor y todo enojo se suavizarán con el tiempo y que la lucidez tiende a ser mayor con el paso de los días. Entonces, no actúes de modo precipitado ni seas radical o implacable contigo o con el otro. Espera hasta recuperarte del choque y, solo entonces, piensa en lo que quieres hacer. A fin de cuentas, la vida – incluyendo los más grandes dolores que ella contiene – siempre nos ofrece aprendizajes increíbles y sorpresas impagables.
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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