Ando obcecada con el silencio. De repente, los días parecen más llenos de sonidos, y los sonidos parecen menos melodía y más bulla. Extrañamente, también me siento más y más. ¡sorda! ¿Puedes repetirlo, por favor? ¿Eh? ¿Qué? A los 50, poco arriba o poco abajo, me susurro a mí misma, los oídos se cansan.
O quizá necesiten nuevos sabores, experiencias exóticas, ¡pimientas sonoras!
Un amigo me cuenta sobre un viaje en moto hasta el Parque de Yellowstone, en los EUA: comienzo de primavera, el parque vacío, la moto parada a causa de la nieve. Un silencio absoluto, decía él, interrumpido únicamente por el cantar del agua (el parque es famoso por sus géiseres), de los pájaros, del viento. la música del universo cuando los humanos se recogen.
No existe el tal silencio absoluto, él lo sabe, pero lo decimos, aun así - ¿de qué otro modo hablar de las grandes aventuras, sonoras o no? El sonido danza en el aire y solo en el vacío sería posible experimentar la quietud más completa. Por aquí nos gusta construir simulacros imperfectos de ese silencio. ¡Quienes han probado a entrar en una de esas cámaras a prueba de sonido cuentan de la experiencia terrible de oírse únicamente a sí mismo!
En el otro extremo de la escala, ONGs de todo tipo alertan sobre el hecho de que nuestro mundo se ha hecho ruidoso en demasía, que los casos de sordera vienen aumentando tremendamente y que tenemos que cuidar de las nuevas generaciones, nacidas ya con auriculares en los recién-oídos, fuertes candidatas a la sordera prematura. Nuestras máquinas, nuestros espectáculos de rock, nuestras calles están llenos de peligros sonoros que amenazan las delicadas y precisas membranas que nos permiten oír. Basta una búsqueda rápida en Google para desanimarnos: nuestros oídos están seguros únicamente si el nivel de ruido no sobrepasa los 70 decibelios (el ruido del lavavajillas de tu casa, si es de última generación). La exposición prolongada a ruidos por encima de los 85 decibelios (un secador de cabello) ya podría, en rigor, producir algún daño. Los tiros pueden dejarte sordo así, de una vez. Y, gracias a Dios, estamos muy lejos de las plataformas de lanzamiento de cohetes, que encabezan la lista de cosas más ruidosas del mundo.
Silencio. Cierta vez, hace muchos años, fui invitada a una presentación de música experimental. No estaba preparada para 'no oír', entre otras extrañezas, la composición 4'33, de John Cage. ¡4'33 de silencio! Me moría de miedo de sufrir un ataque de risa, que revelaría la extensión de mi ignorancia acerca del real significado de las vanguardias musicales; éramos jóvenes por aquella época, y nos gustaba tomarnos en serio. ¡Fueron años de oído atento y curioso para comprender la convocación del músico genial! Pero hoy, volviendo a ver por YouTube varias versiones de la obra polémica de John Cage para ilustrar este texto, me puse a imaginar que todas las presentaciones de música deberían comenzar con los 4'33 minutos: impregnados por los sonidos del silencio, plenos de la música que aún no es, ¡que bello modo de oír un concierto!
Yo amo los sonidos, tal como son, dice John Cage, en uno de los vídeos de YouTube, y añade con una sonrisa de chiquillo: ¡el filósofo alemán Immanuel Kant, decía que la música y la carcajada son las únicas cosas que no necesitan significar nada!
Pensándolo bien, antes de que el silencio me envuelva, creo que salgo a la caza de pimientas sonoras para oídos cansados de monotonías.
Adília Belotti é jornalista e mãe de quatro filhos e também é colunista do Somos Todos UM. Sou apaixonada por livros, pelas idéias, pelas pessoas, não necessariamente nesta ordem...
Em 2006 lançou seu primeiro livro Toques da Alma. Email: [email protected] Visite o Site do Autor