Siempre me han encantado las piedras y ya he tenido sueños muy bonitos y significativos… y esto de hacerme más consciente de esos seres especiales comenzó hace más o menos 7 años, cuando un amigo me llamó para ir a visitar una capillita en un pequeño pueblo del interior de Minas… Y por el camino él me contaba cómo esa pequeña capilla tenía un gran significado para él.
Al llegar, las únicas criaturas vivas que volaban por allí eran unas golondrinas… y eso me gustó… no sé por qué, pero me gustó, y sentí una energía fuerte y muy hermosa mirando volar aquellas aves en aquel espacio sagrado, cercadas de imágenes y pinturas antiguas.
Yo no tengo religión, simplemente me gusta sentir lo sagrado que hay en todo.
Esa es una capillita para San Antonio y la imagen del santo estaba en el altar mayor, y yo, sentada en el banco, contemplando la imagen, pensaba en qué había ido yo a hacer allí, cuando mi amigo me llama para que vaya a ver algo detrás del altar.
Al llegar, lo que veo me sorprende y me encanta al mismo tiempo. Hay una enorme piedra allí y me transmite una sensación tan grande de tantas cosas que mi primera reacción fue de susto. Pero después, a algún nivel, yo sentía que aquella piedra contenía un mensaje mucho más profundo que el que en aquel momento yo podía captar.
Yo notaba muy fuertemente que, tanto aquella piedra, como las golondrinas, las imágenes y las pinturas, eran una representación de lo sagrado.
Al llegar a casa, mi madre, que no sabía a dónde yo había ido, empieza a decirme, así, sin más ni más, que yo iba a llamarme Arabela, y que Ara quiere decir piedra del altar.
Ese parecía uno de aquellos días mágicos en los cuales tú entras en contacto con algunas señales que después van adquiriendo un sentido mayor.
Este fin de semana, transcurridos unos 7 años desde aquel día en que vi la piedra en el altar, en un curso sobre cristales he comprendido, a través de experiencias muy fuertes – confirmadas por señales muy evidentes – que las piedras nos enseñan, nos curan y nos llevan a entrar en contacto con lo divino que está en cada uno y en todo al mismo tiempo.
Y agradecí mucho a esas piedras y a los colibríes y a todo y a todos los que me han propiciado vivir tantas experiencias maravillosas este fin de semana y me ayudaron a recordar tantos aspectos míos que ya se me habían olvidado.