Dejé todo colocado de víspera en el coche, porque al día siguiente quería despertar muy tempranito y marchar a Sertãozinho, donde iba a impartir la vivencia Pulsando el Corazón con la Madre Tierra...
Elegí ese nombre, y pocos días después de haberlo elegido, una persona muy especial me cuenta que tuvo un sueño conmigo. En el sueño ella hacía mi trabajo y en su muñeca izquierda estaba el planeta Tierra girando... y la sensación era muy buena.
Entendí que el Universo aprobaba de veras esa energía y me sentí muy feliz...
Al siguiente día así lo hice... muy temprano me puse a camino y me fui tranquila y feliz sabiendo cuánto significaba esa vivencia en mi historia... a fin de cuentas, fue un largo recorrido hasta aquí... hasta la Madre Tierra.
Y así fue como me detuve en la gasolinera para llenar el depósito... y recordé que había quitado de mi cartera algunos documentos antes de viajar... y que entre ellos estaba el carnet de conducir... di vuelta en el primer atajo y me fui directamente a una cajita, donde había guardado los documentos. Recogí el carnet y retomé el viaje a la Finca...
Cuando ya llevaba un buen trecho recorrido por la vía que da acceso a la autopista, se me ocurrió mirar si el carnet que había traído era el actual o uno antiguo... Llevé un susto, porque no era ni el actual ni el antiguo... era el título de elector... con la prisa lo había recogido sin comprobar... mejor dicho, sin siquiera mirarlo, y ahora... buscando en la memoria, pienso que en aquella caja pequeña, lo único que podía ser un permiso de conducir era lo que yo había recogido...
Entonces mi mente ya empezó a intentar preocuparme... si yo diese vuelta otra vez me retrasaría bastante en el arreglo del salón, cosa que me gusta hacer con toda tranquilidad... y además, desde donde yo estaba ya no había cómo dar vuelta...
Fui andando y preocupándome... hasta encontrar una avenida que me llevase de vuelta a casa...
Ya bastante preocupada porque no tenía la menor idea de dónde podría estar mi permiso de conducir, sin el cual no podía viajar... telefoneé a mi madre y le pedí que intentase encontrarlo por mí...
Ya bastante más afligida y empezando a estar de veras preocupada... de pronto me sorprendo diciendo mentalmente así:
- ¡No tengo que preocuparme por nada, al fin y al cabo estoy en la Tierra!
Por primera vez sentía una gran confianza en la Madre Tierra... como nunca antes había experimentado.
En ese momento, llevé un susto al leer, en letras muy grandes... la palabra DIOS... escrita en la trasera de un camión, en caracteres de un tamaño que yo nunca había visto...
La primera idea que me vino fue de culpa, como si al confiar en la Tierra yo estuviese traicionando a Dios...
Justo en ese momento, el CD del coche empezó a tocar la música que me gusta... Amazing Grace... y todo cambió... supe que vi la palabra Dios de aquel tamaño porque había aceptado a la Tierra. Y que estar en la Tierra y aceptar nuestro cuerpo... nuestro momento presente por entero es el camino que nos lleva directo a Dios...
Sentí una emoción y una gratitud tan profundas, escuchando aquella música... teniendo esa conciencia de Unión entre Cielo y Tierra... que lloré, un llanto que parecía haber estado contenido desde hacía mucho, esperando el día en que yo comprendiese que Cielo y Tierra son unidos y están dentro de nosotros, cada uno con su fuerza... y su papel...
Mientras aparcaba a la puerta de casa, mi madre me telefonea diciendo que acababa de encontrar el carnet.
Muchas cosas están cambiando en mi realidad después de lo ocurrido...
Percibo que la culpa que las religiones nos infunden es la gran villana en la vida de muchas personas, que a menudo ni siquiera saben que, inconscientemente, se consideran culpables por algo... se sabotean y no se creen merecedoras...
Merecemos, sí, vivir... aquí y ahora... la Paz que viene de la certeza de que podemos siempre disfrutar de las bendiciones provenientes de la conciencia de que somos... así en la Tierra... como en el Cielo...