La tela con la cual está hecha la vida es compuesta por muchas tramas, algunas simples, otras con gran multiplicidad de colores y formas, que forman un gran mosaico.
Y la principal materia prima de esta tela es, sin ninguna duda, la emoción. Cada pequeño acto que practicamos, estemos conscientes o no, es dirigido por una emoción.
Aún la simple decisión de elegir el sabor de un helado es dictada por la sensación de placer que éste nos proporcionará. Si estamos tristes, seguramente buscaremos en aquel momento, una forma de compensación, aunque momentánea, para esta emoción.
Por esta razón, es esencial que permanezcamos conscientes de las emociones que están predominando en nosotros. Ellas harán la diferencia y determinarán si nuestra vida será feliz o miserable.
Y, si las emociones son los principales componentes de la tela de la vida, sin ninguna duda, el amor, la fuente más poderosa de todas las emociones positivas que tenemos a nuestra disposición, se ubica como el hilo más valioso de esta tela.
Cuando vivimos en perfecta sintonía con nuestra esencia, con la fuente de amor que habita dentro de nosotros y que nos originó, nuestra vida se transforma en un éxtasis permanente, pues el corazón está siempre en el comando. Sentirlo pulsando a cada instante y conectándose profundamente con el corazón de cada ser que encontramos en nuestro camino, es la única manera de conocer el real y verdadero sentido de la palabra felicidad.
Busquemos, entonces, a cada día, honrar en nosotros lo divino, amándonos y viviendo en perfecta sintonía con él, pues solo así nuestras acciones serán totalmente fieles a los anhelos de nuestra alma.
.El corazón es el centro descuidado. Cuando comienzas a prestarle atención, comienza a funcionar. Cuando comienza a funcionar, la energía que estaba automáticamente yendo para la mente, comienza a moverse a través del corazón. Y el corazón está más cerca del centro de energía. El centro de energía está en el ombligo, así, bombear energía hacia la cabeza es, en verdad, un trabajo arduo.
Es para eso que existen todos los sistemas educativos: para enseñarte a bombear energía del centro, directamente hacia la cabeza. Para enseñarte a desviarte del corazón. De esa manera, ninguna escuela, ningún colegio, ninguna universidad enseña a sentir. Ellos aniquilan el sentir, porque saben que, si sientes, no podrás pensar.
Si sientes mucho, entonces, la energía quedará parada en el centro del corazón, no irá hacia la cabeza. Ella solo puede ir hacia la cabeza cuando el centro del corazón es completamente negado. Ella tiene que ir a algún lugar, tiene que encontrar una salida. Si el corazón no es la salida, ella irá hacia la cabeza.
De hecho, todo el sistema educativo desarrollado en todo el mundo es para enseñarte a evitar el corazón, como volverse más mental y como bombear la energía directamente hacia la cabeza.
Así, el amor es negado, el sentimiento es negado, condenado, es casi un pecado sentir. La persona tiene que ser lógica y racional, no emocional. Si eres emocional, las personas dirán que eres infantil; de cierta forma están correctos porque solo un niño siente.
Una persona adulta instruida, culta, condicionada, para de sentir. Se vuelve casi seca, madera muerta, no fluye ningún sumo más de ahí. Por eso hay tanto sufrimiento: el sufrimiento es por causa de la cabeza.
La cabeza no puede celebrar, no hay ninguna celebración posible a través de la cabeza, ella puede pensar sobre, y sobre, y sobre, pero no puede celebrar. La celebración sucede a través del corazón.
Así, la primera cosa es comenzar a sentir cada vez más y más. Vuélvete una morada de amor, un santuario de amor, éste es el primer paso. Una vez que des el primer paso, el segundo será mucho, mucho más fácil.
Primero, ama; la mitad de la jornada está completa. Y así como es fácil moverse de la cabeza hacia el corazón, es aún más fácil moverse del corazón hacia el ombligo. En el ombligo simplemente eres un ser, puro ser.
OSHO, For madmen Only.