El otro día llegué a casa después de un curso y me enteré de que el árbol aquí frente a mi casa iba a ser cortado por el ayuntamiento porque, durante una lluvia reciente, se le desgajó una rama suya muy grande… y amenaza caer, si no lo cortan… Lloré y me puse muy triste porque amo a ese árbol, y me acordé del tiempo que lleva ahí, ofreciéndonos su sombra y sus flores… Pensé que al día siguiente podría ya no estar… y percibí, muy de cerca y de forma muy nítida, lo transitorio de todas las cosas…
Amo los árboles y tengo una conexión muy grande con ellos; y esta vez sentí como si un amigo muy querido fuese a dejarme… lloré y tuve una conversación con él, agradeciendo y reconociendo todas las bendiciones que silenciosamente nos proporcionó, tan silenciosamente que a menudo pasaban desapercibidas…
Confieso que esa noticia me causó impacto, por sentir cómo a veces ni siquiera damos el debido valor y atención a los que están a nuestro alrededor, aunque son muy preciosos… Me acordé de las personas que amamos, pero como están siempre a nuestro lado, nos parece que siempre van a estar ahí, y esperamos siempre un día en que no tengamos nada más importante que hacer, para dedicar más tiempo a quienes son tan preciosos en nuestro camino…
Muchas veces el mundo nos llama para cosas sin ninguna importancia real, e invertimos en eso un tiempo precioso, que podríamos emplear para compartir más Amor con aquellos que de verdad importan…
Desde aquel día en que supe lo del árbol… pasé a elegir mejor cómo voy a pasar mi tiempo, empecé a dar más valor a estar con estas personas, que a hacer cosas… Parece que el Universo deseaba ciertamente enseñarme algo sobre la no permanencia, y sobre cuán esencial es elegir bien en qué gastar el tiempo aquí… en ese abrir y cerrar de ojos, que dura una encarnación en este amado planeta Tierra. Y la mejor forma de vivir ese tiempo es estar en el presente… sabiendo que es el único tiempo que tenemos para compartir con las personas que amamos, y que no tenemos garantía alguna de que las cosas vayan a repetirse… Por eso, cuando estés junto a las personas que amas, mantente presente, no cambies por nada ese tiempo que puede ser único…
Desgraciadamente puede que sea verdad cuando dicen que solo damos el debido valor a las cosas cuando las perdemos… Aprendimos que hemos de correr en pos de tanta inutilidad, que… como locos, vamos corriendo para conseguir cosas, títulos, bienes… siempre postergando para un futuro, que… dicho sea de paso… no existe, el estar disfrutando realmente de la vida en la forma y con quien nos gusta…
Pero la no permanencia siempre llama a nuestra puerta para recordarnos que las cosas no se acomodan a nuestros planes de futuro, que suelen congelar acontecimientos y personas como si todo fuese a estar eternamente esperándonos de la misma forma inmutable que un día hemos soñado. Optamos por resolver primero nuestra vida, para después vivir.
Dulce ilusión… la vida nunca se resolverá de modo a encajarse en nuestros planes, porque los planes son fijos y las personas y los árboles pulsan, respiran y se transforman en ciclos de vida… muerte… Vida…