Podemos entender el trauma como cierta experiencia de naturaleza excepcionalmente amenazadora o catastrófica que pone en riesgo la seguridad o integridad física y emocional del paciente o de la persona amada. Un accidente, un atraco, una situación de secuestro, una violación, o las catástrofes naturales, son algunos ejemplos. Otras cuestiones, como divorcio, separaciones, pérdidas bruscas de cualquier orden son asimismo situaciones potencialmente traumatizantes.
Cuando la persona es sometida a situaciones traumáticas, en la infancia o en la vida intrauterina, puede llegar a padecer lo que conocemos como traumas de desarrollo, que hacen del individuo un adulto inseguro y poseedor de un sentimiento de fragilidad e impotencia frente a la vida.
Para un bebé, o un niño pequeño, que depende totalmente del adulto para su sobrevivencia y desarrollo emocional, la calidad de la relación afectiva a que está sometido, los primeros cuidados maternales, la atención y el cariño que recibe de la madre o de la persona que cumple este papel, son de esencial importancia en el desarrollo de su salud física y emocional. Las alteraciones y sufrimientos que pueden verificarse durante esta fase, debidas a malos tratos, o incluso por dificultades afectivas de vinculación entre la madre y el bebé, están considerados asimismo como factores potencialmente traumatizantes.
Registros que afectan al comportamiento
Cuando se produce un trauma, éste pasa a interferir en nuestra vida de forma directa o indirecta a través de nuestros comportamientos y actitudes. El trauma limita y empobrece la calidad de las relaciones, interfiriendo directamente en el bienestar y en la salud emocional.
Como la situación traumática quedará registrada en la memoria del individuo, va a depender del tipo de trauma a que fue sometido, de la intensidad y de la valoración de la amenaza para aquella persona. Tendrá peso también su salud emocional, o sea, su capacidad para superar lo ocurrido. Por ese motivo, algunas situaciones pueden ser altamente traumatizantes para algunos, y más fácilmente superables para otros.
La situación vivenciada puede ser registrada en la memoria en forma de imágenes, pudiendo causar pensamientos intrusivos y obsesivos o incluso pesadillas, o bien puede ser registrada como sensaciones sin ningún vínculo inmediato o directo con la situación a que la persona se vio sometida. Son síntomas recurrentes el Síndrome del Pánico, los trastornos alimentarios, el abuso de alcohol y drogas, las dificultades respiratorias, entre otros. A veces los síntomas tardan cierto tiempo en manifestarse.
El grado de incapacitación de una persona que ha sufrido una situación traumática depende de la intensidad de esa agresión, añadida a su vulnerabilidad emocional. Una persona que ha sido víctima de un secuestro, por ejemplo, puede llegar a desarrollar un cuadro de síndrome de pánico que podría incapacitarla para retomar sus actividades normales, desde trabajar a incluso simplemente salir de casa.
Tratamiento y resultados
Hay varias formas de tratamiento, siendo los más indicados los seguimientos psicológicos. Dependiendo del caso, a veces hace falta una evaluación psiquiátrica y prescripción medicamentosa.
La American Psychiatric Association (www.emdr.com) recomienda el Eye Movement Desensitization and Reprocessing - EMDR, como uno de los principales métodos de la actualidad para el tratamiento de las situaciones traumáticas. Creado por una psicóloga norteamericana, la Dra. Francine Shapiro, a finales de los años 80 en California, el EMDR fue ideado como psicoterapia breve y focal, y por eso los resultados clínicos se obtienen con rapidez.
La estimulación bilateral (que puede ser ocular, auditiva o táctil) activa el sistema nervioso parasimpático, ayudando al individuo a desensibilizar e integrar rápidamente la memoria perturbadora. Este resultado permite el reprocesado del problema gracias a la reactivación de las regiones cognitivas del paciente. De ese modo, se pierde la carga negativa asociada a la situación. Muchas personas tienen la sensación de que aquello está ahora realmente en el pasado y que ya no les molesta al recordarlo.
El procesamiento acelerado de informaciones propiciado por el EMDR se hace de forma consciente y particular, sin emplear la hipnosis. Ese procesamiento se verifica a nivel biofisiológico.
Todos nosotros procesamos las experiencias del día, de modo natural, durante las etapas del sueño REM. En situaciones normales el cerebro "revisa" las experiencias del día, procesa y archiva los recuerdos en su enorme banco de datos cerebral. Sin embargo, cuando tenemos alguna experiencia emocionalmente traumática, el cerebro no es capaz de elaborar el acontecimiento y éste se mantiene siempre presente, como una especie de "nudo neurológico". El EMDR ayuda al cerebro a procesar el acontecimiento y a archivarlo.
Muchos síntomas, como el miedo a hablar en público, a viajar en avión, fobias, síntomas ansiosos, entre otros, pueden también ser eliminados en pocas sesiones, con la metodología EMDR.
Sirley Bittú é Psicóloga Especialista Clínica pelo Conselho Federal de Psicologia
Psicodramatista Didata Supervisora
Terapeuta em EMDR pelo EMDR Institute/EUA
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