Otro año más se va terminando y, como es costumbre, siempre al final de una jornada llega el balance… ¿qué se ha vivido de bueno? ¿Qué se ha realizado? En este momento, podemos añadir aún una pregunta que se refiere a lo que hemos logrado modificar en nuestra vida… ¿hubo algún progreso personal?
Por más que esta enloquecida época de fin de año intente sustraernos al enfoque de la evaluación interna, ésta existe y late en nuestro interior. La Navidad intenta sacarnos de nuestro centro con la necesidad artificial de consumo acentuado, haciéndonos comprar alocadamente como si el mundo se fuese a acabar. El consumo está en el aire y cuando nos juntamos a la masa pasamos a proceder de la misma forma y entonces no queda tiempo para pensar en lo que fue este año; sin embargo… la llegada de un año nuevo no nos deja escapar de esta evaluación interior, pues tenemos siempre la esperanza en nuestro corazón, y ésta pasa a latir de forma tal que nos hace desear todo cuanto hay de mejor para el año que va a comenzar.
En este punto cabe detenernos brevemente en una reflexión… las aspiraciones para el próximo año pueden y deben efectuarse en conexión con tu proyecto de vida, y deben servir no solo para la noche de fin de año, sino para los siguientes años de tu vida.
Sí, es hora de decir basta a todo cuanto ya no es preciso que forme parte de tu vida, a fin de que lo nuevo tenga espacio. Toda situación que te cause desgaste, pero que tú deseas a toda costa como si fuese la única opción, debe ser eliminada de tu vida. Todo aquello que es tuyo por derecho y que te hará feliz va a agregarse a tu vida de una manera armoniosa, y no quedará entonces espacio para el sufrimiento.
Al observar la naturaleza, percibimos el ritmo en todas partes. En los días, que se alternan con las noches, en las mareas, en las estaciones del año, en las fases de la luna, en la vida de forma general.
La humanidad vive en un enmarañado de energías densas, que resultan de los pensamientos y sentimientos de las masas. Esas energías mal cualificadas penetran los ambientes actuando en los cuerpos inferiores de los seres humanos, y se reflejan de modo negativo en sus vidas; minando la salud, influyendo en cada ser sobre sus pensamientos, sentimientos y actos, en un ciclo vicioso que han de interrumpir todos aquellos que aspiran a la Luz.
Para protegernos de esta acción nefasta, podemos con facilidad buscar el equilibrio personal por medio de la Mesa Radiónica, formando así a nuestro alrededor un poderoso campo de pura Luz, infranqueable para cualquier disonancia externa. El campo así formado tiene un alto tenor vibratorio, y es impenetrable para la energía negativa de baja frecuencia.
No te agarres con uñas y dientes a situaciones que no te hacen bien; al desear a toda costa una determinada situación, puedes estar seguro de que este objetivo podría costarte la felicidad.
El equilibro obtenido por la Mesa Radiónica te hará empezar a pulsar en una frecuencia vibratoria más alta, atrayendo a tu vida las situaciones que te proporcionarán felicidad y realización. La supresión de los bloqueos te hará dejar de repetir viejos patrones en una constante tentativa de crear una historia diferente. La Mesa Radiónica es un poderoso instrumento de cura y desbloqueo de situaciones que tiene como base la geometría sagrada y los doce rayos, utilizando elementos provenientes de tres sistemas: Radiestesia, Radiónica y Psicotrónica.
Todo lo creado en el plano mental se concretizará en el plano físico, por tanto, si en este momento has llegado a la conclusión de que el cueste lo que costare representa de veras tu felicidad, modifica tu energía y ten la absoluta certeza: el mañana podrá ser mucho mejor que el hoy.
Hace algunos meses atendí a una muchacha que relataba estar muy cansada y sin energía, padecía problemas físicos reales y no lograba verse libre de ellos. En la conversación con ella percibí que había un enorme temor a la falta de dinero. Ella se sometía a todo cuanto fuese necesario para evitar el riesgo de esa falta en su vida. Tenía un empleo donde la explotaban en actividades y en horas extraordinarias, más allá de lo que ella podía dar cuenta. Escuchando la historia que me relataba más parecía tratarse de un trabajo esclavo y, por increíble que pueda parecer, ella hablaba de su función en ese empleo con mucho orgullo, como si fuese esta la única posibilidad de sustento en su vida.
Llevé a cabo todo el equilibrio en la Mesa Radiónica y eliminé energéticamente muchos traumas y situaciones difíciles de la infancia, y según me pareció, el único problema real en su vida era el tal empleo, que ella se empeñaba en conservar a toda costa. Al término de la consulta pensé conmigo: la verbalización y el intercambio de opiniones acerca del pésimo empleo serían inútiles, ya que ella no me escucharía siquiera, por tanto, dejé a la Mesa Radiónica actuar de forma equilibrada durante los treinta días siguientes.
Pasado un mes, ella volvió a la consulta y al entrar me dijo enseguida: me he dado cuenta durante este tiempo de cuánto he sido explotada en mi empleo, de cuánto me faltan al respeto, de cuanta responsabilidad me atribuyen sin compensación alguna; todo porque lo he consentido, pero ya no quiero eso para mi vida.
A pesar de todos los años que llevo actuando en esta área, todavía me sorprendo con el cambio total producido en aquellos esquemas arraigados, ya que ella casi no parecía la misma persona de la primera consulta.
Pasamos entonces a trabajar energéticamente la atracción de un nuevo empleo… y hoy en una empresa de eventos ella está al mando de un gran equipo, utilizando todo el bagaje de conocimientos y competencia que atesora, en una nueva y armoniosa actitud en su vida.