Decidí ordenar mis armarios ¡y casi no podía creer cómo he podido liberar muchas cosas que, otras veces, no me permitía abrir mano de ellas! Con qué sorprendente facilidad iba retirando de los armarios cosas que de alguna forma eran preciosas y pensaba que nunca me desharía de ellas, porque podían ser útiles algún día…
Contemplando aquellas que ya conservaba desde hacía mucho tiempo… y que permanecían allí, solo guardadas, sin darles uso, observé cuán difícil resulta creer en el presente y percibir que todo aquello que necesitamos viene a nosotros…
Parece que nos apegamos a lo bueno y a lo bonito, considerando que el Universo no será capaz de traernos cosas mejores o más bellas… de alguna forma nos sentimos seguros en el control de todo porque no confiamos en el fluir ilimitado de la abundancia…
Cuántas cosas permanecen solo guardadas hasta el día en que ya no sirven…
¿Cuánto espacio y tiempo perdemos con aquello que no vamos a disfrutar?
Entiendo que este tiempo nuevo nos pide más foco en la sencillez y en lo que realmente importa…
La falsa seguridad que nos dan las cosas que guardamos en los armarios y dentro de nosotros, tiene su precio… y el más alto precio que pagamos es perder las posibilidades del presente…
Sé que desperté así… muy desapegada y con sed de vacío… me acometieron deseos de ver todos mis armarios vacíos y tuve la certeza de que podría abrir mano de todo cuanto tenía allí guardado… me parece que he comprendido que las cosas más preciosas no pueden ser conservadas en el armario…
Pero además de eso, también me asaltó un deseo muy grande de vaciar mi vida de todo aquello que ya no tiene sentido para mí… de enfocarme solamente en lo esencial para el corazón… En éste, entonces, solemos guardar muchas más cosas que no nos hacen falta, que en los armarios…
¿Cuándo fue que desaprendimos que podemos confiar en el Gran Misterio?
Supongo que en un tiempo muy remoto… del cual ya ni siquiera tenemos conciencia, vivíamos libres y confiados en que todo cuanto necesitásemos vendría a nosotros naturalmente… sin esfuerzo… y no sería preciso preocuparnos por almacenar nada porque lo que estaba en sintonía perfecta con nuestro momento nos era ofrecido con gratuidad por la Madre Naturaleza… y en aquel tiempo éramos Uno con la Naturaleza y con Todos…
Pero hemos olvidado eso, y así, hemos aprendido a querer controlarlo y guardarlo todo, como si necesitásemos la referencia del pasado y la expectativa del futuro para existir… sin embargo, esa precisamente es la razón que nos impide estar en el presente.
Volviendo a los armarios, retiré muchas cosas… muchas, de veras… y desperté al día siguiente muy distinta, como si todo se hiciese más amplio… tuve deseos de viajar mucho y… más que los deseos, me pareció que eso es posible… parece que mi vida se ha simplificado… advertí cuán sujeta me encontraba todavía y sentí cosas que ni siquiera sé definir… relativas a la certidumbre de que podemos mucho más de lo que nuestro pasado y nuestras expectativas de futuro nos hacen creer…
Sentí que siempre es tiempo de volver a ser libre… y que esa libertad está siempre disponible cuando estamos en el presente… sentí que es tiempo de volver a confiar…