EFT es la sigla en inglés para Emotional Freedom Techniques, o Técnica de Liberación Emocional. Es altamente eficaz para “limpiar” de nuestro inconsciente cualquier trauma o vibración negativa que aflige nuestro día a día. Y como un gran porcentaje de nuestras actitudes y reacciones está regido por el inconsciente, creo que es de enorme importancia para nuestra salud y bienestar emplear técnicas como la EFT, para ayudarnos a conocernos mejor.
No es objetivo de este artículo explicar qué es la EFT. A quien desee mayores explicaciones sobre el tema, le sugiero echar un vistazo a mi Website (https://www.eft-psicologia-energetica.com/). Se trata de una de las técnicas dentro del campo de la Psicología Energética, surgida hace menos de veinte años. Parte del principio de que, cuando estamos sintonizados en un problema que nos aflige, despertamos el sistema eléctrico, o energía ki, o chi, el cual empieza a actuar de manera negativa en nuestro ser. Es necesario, entonces, un procedimiento para librarse de ese bloqueo de energía.
La psicología energética intenta equilibrar, restaurar y mejorar nuestro funcionamiento. Así de sencillo. Y con eso hace posible la paz interior. Cada vez que aplicamos la EFT neutralizamos una parte de la larga lista de miedos, rencores, traumas y culpas que hay en nuestro camino hacia esa paz, y por consiguiente, hacia nuestro verdadero auto-conocimiento.
La afirmación básica de la EFT, que repetimos en voz alta durante la aplicación, es que, pese a estar pasando por cierto problema, nos aceptamos y nos amamos profunda y completamente. Pues bien, por encima de cualquier sentimiento egoísta o narcisista, amarse a sí mismo es la condición preliminar para poder respetar todo lo que tenemos a nuestro alrededor, amar al prójimo, saber agradecer y, mucho más, saber apreciar lo que se es y lo que se tiene. Este es, según mi punto de vista, el gran ejercicio espiritual que la EFT proporciona.
Es difícil saber amar y perdonar cuando aún sufrimos rencores y traumas pasados. No obstante, a medida en que limpiamos nuestra carga emocional, encontramos dentro de nosotros aquel que de hecho somos: un ser puro y repleto de la energía del placer. Y ese es el nivel de la espiritualidad, el sentimiento de la bienaventuranza y la paz.
La EFT proporciona la paz de la mente, lo cual redunda en el crecimiento del ser. Mientras permanecemos perturbados, ya sea por un dolor físico, por una preocupación mental, difícilmente encontramos en nosotros aquel ser puro, espiritual, que forma parte del Universo. Y como parte del Universo, ese ser tiene el derecho innato a ser brillante, fuerte, sano y próspero.
Y entonces nos deparamos con el gran ejercicio, capaz de romper esa barrera de nuestro ego falso y abrirnos al mundo. Es el ejercicio de la entrega, tan profusamente enseñado por religiones y sendas espirituales, a menudo de manera coercitiva, y por eso un tanto polémica. Entrega, según mi parecer, quiere decir la total abstención de resistencia y la completa aceptación de uno mismo. Entrega es comprender el presente y es aceptar la situación que se pone ante nosotros, como muy bien ha explicado Eckhart Tolle. Por cierto, suelo decir que aceptar el regalo es el verdadero “regalo” de Dios.
Aceptarse profunda y completamente, que es la base del ejercicio de la EFT, hace que limpiemos todos los bloqueos que pueda haber en nosotros. El trabajo con las energías, que la EFT propicia, aporta armonía a ese caos que puede estar reinando en nosotros y nos posibilita estar más enterados. Y cuando digo estar más enterados, me refiero a conocer y entrar en armonía con nuestra verdadera naturaleza. Es, asimismo, hacer las paces con la situación externa y, principalmente, comprender la naturaleza de la ilusión.
Esa ilusión nos hace tomar erróneamente cuerda por serpiente. Y también por su culpa creamos traumas y desesperaciones allí donde podría reinar la paz. Es lógico que un trauma no es fruto solamente de nuestra percepción, ilusoria o no. Nosotros interactuamos con el mundo y con sus agentes externos. Por tanto, para un trauma, o problema, hay siempre un causante o culpable. Y con esto viene el rencor y el sentimiento de no querer perdonar. Es lógico, pues ¿cómo sería posible aceptar como mera ilusión que alguien te esté explotando, por ejemplo? En esos casos estamos dotados de enorme rencor y razones para no perdonar. Sin embargo, ahí exactamente es cuando podemos preguntar, por la lógica: ¿Quién está perdiendo “dos veces” al insistir en mantener esa actitud? Nosotros mismos, ciertamente.
Y mientras nos empeñamos en mantener esos sentimientos, afianzados por el sentido de hacer justicia y defensa, cultivamos dentro de nosotros todo cuanto es contrario a la paz, la serenidad y la buena salud. Y todo esto es una gran trampa de la ilusión. Con la EFT se nos hace más fácil encarar esa ilusión y saber superarla. La carga negativa se hace más ligera y podemos “reconstruir” un nuevo pasado y un nuevo yo. No vaya a entenderse por ello que creamos una nueva ilusión, la de “considerarnos” curados, solo por haber reinventado una nueva situación. Lo que quiero decir con la palabra “reconstruir” es dar un nuevo valor al pasado y, más que nunca, valorar nuestro yo, en el presente momento.
Entrega también es el sentimiento de no querer juzgarse a sí mismo(a).
Mientras nos ponemos en tela de juicio a nosotros mismos, nos mantenemos presos a las trampas del ataque y de la defensa. Entregarse es aceptarnos a nosotros mismos como somos, o, tal como decimos en la EFT: “yo me amo y me acepto profunda y completamente, aunque tenga (este o aquel) problema”.
Después de una buena aplicación de la EFT, descubrimos dentro de nosotros que el problema que tanto nos afectaba no era así tan pesado o tan digno de atención. Y, de repente, nos vemos con fuerza para poder deshacernos de él. Cuando empleamos la EFT “desarmamos” la mente en tratar de perpetuar el problema.
Si empleamos la EFT para curarnos de heridas pasadas, modificamos el cuadro vibracional de nuestro ser y perdemos la resistencia de la mente. La auto-aceptación está implícita en ese sentido. Al mismo tiempo que no cerramos los ojos a los problemas, tenemos ahora la fuerza necesaria para decir sí a la realidad de la vida. Es la paz interior, que empieza a imperar antes incluso de que se puedan encontrar las milagrosas soluciones para el problema en cuestión. Quizá el mundo y las personas a tu alrededor no cambien, pero podemos, con la EFT, efectivamente cambiar nosotros y modificar nuestra reacción frente a todo.La modificación de nuestro yo es la única opción para la paz. La caridad empieza en casa. Por tanto, si estamos en paz con nosotros mismos, aceptando quiénes somos y apreciando el regalo que tenemos, con esto podemos cambiar el mundo. Y la EFT puede traer esos resultados energéticos positivos para combatir la ilusión. Ella es, sobre todo, una estupenda herramienta.
por WebMaster
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