Habían pasado unos dos días desde el sueño que conté aquí la semana pasada, y me desperté extremadamente triste… mi deseo era permanecer quieta llorando mi tristeza… pero como tenía una cita tuve que tomar el coche y salir. Era una tristeza muy punzante y antigua y sentí que estaba ligada al hecho de no dar cuenta… parece que todo el peso de ese no dar cuenta vino de una vez… la exigencia y el dolor de no conseguir…
En el coche… algunas veces venían las lágrimas, pero un dolor en mi pecho no se aliviaba con ellas…
Cuando estaba parada en un semáforo una voz me habló así:
-Te habías parado a pensar que la misión de ciertas personas puede tener que ver con no dar cuenta…
Aquello me dio un clic… por lo inesperado… si aquella voz tenía la intención de impactarme, lo consiguió… porque lo que dijo iba contra las pautas de lo que yo pensaba que una voz sabia diría…
Pero… juntamente con la voz, vino todo un bloque de informaciones que me llevaron a comprender más profundamente lo aquello podía significar.
Y allá en el fondo una esperanza empezó a moverse despacito… y en ese tiempo fueron llegando imágenes de situaciones en las cuales el no dar cuenta era justamente lo que movía a muchas personas a romper con las pautas de lo esperado… e ir más allá.
Empecé a decir bajito… ¡Yo no doy cuenta! ¡Yo no doy cuenta! ¡Yo no doy cuenta!
Me lo dije mucho tiempo a mí misma… Después me veía diciéndoselo a todos cuantos pasaban por la calle… mientras yo iba conduciendo… Aunque nadie lo notase… parece que estaba asumiendo ante el mundo que yo no daba cuenta; algo que hasta entonces no aceptaba…
A medida que decía eso, el alivio de aquella tristeza iba llegando… después de mucho decirlo y de tener acceso al dolor que suponía no dar cuenta… cierta aceptación se fue instalando y las fichas fueron cayendo una a una… y todavía siguen cayendo hasta hoy…
Y poco a poco vino la comprensión mayor de lo que todo aquello quería decir… e incluso de lo que quería decir que la misión de ciertas personas tenía que ver con no dar cuenta.
De lo que no doy cuenta es de aquella parte práctica… y veo que yo gastaba una enorme energía enfadándome conmigo misma, sin salir del mismo lugar…
Percibí también que, a decir verdad, es cierto que no doy cuenta de muchas cosas, y me sentía culpable por eso… Y fue con enorme alivio como comprendí que no tengo ciertamente que dar cuenta de aquello que requiere un enorme esfuerzo…
He ido observando que doy cuenta de muchas cosas que se refieren a mi Don… y en esa búsqueda del Don abrí mano de muchas pautas para ir hasta lo más hondo y encontrar lo que me gusta hacer… Pero percibo que no había liberado completamente esas pautas.
Mucho de ese movimiento era inconsciente y solo me quedó claro después de ese día. Se fue haciendo claro que esa exigencia era incoherente con lo que yo conscientemente creo, que solo debemos trabajar con lo que amamos porque el Universo providencia lo demás.
Yo creo a pies juntillas en eso… y me acordé de cómo permanecía horas y horas dibujando en el ordenador y aquello mataba una sed que yo tenía desde hacía mucho tiempo… Pero las exigencias acabaron por hacerme creer que yo tendría que dar cuenta de las cosas que se encajaban en lo que estaba considerado como ideal por la sociedad llamada normal.
Creo incluso que cuando estamos en nuestros Dones el Universo providencia para que todo fluya sin esfuerzo… pero descubrí que eso no se verificaba plenamente porque una parte mía tomaba para sí la responsabilidad de tener que dar cuenta. Y con ello no dejaba espacio al Universo para providenciar.
A decir verdad, yo no aceptaba que no daba cuenta y aquella voz me llevó a aceptar que hay cosas en que yo no tengo ciertamente que dar cuenta y que eso forma parte de mi misión.
Llegué a casa como si me hubiese apeado un fardo enorme de los hombros… y fui corriendo a contarle a mi madre toda esta historia… y para sorpresa mía ella sonrió y estuvo de acuerdo en que es cierto que yo no tengo que dar cuenta.
Parecía un milagro, toda vez que eso iba en contra de todo lo que yo pensaba que ella creía…
Agradecí a ella y al Universo profundamente por propiciarme la experiencia exacta que yo necesitaba para liberar partes mías que aún estaban sujetas a memorias equivocadas… Y otras muchas sincronías están llegando que me muestran cosas en tal sentido.
Sin embargo, una de las cosas más preciosas que se ha fortalecido en mí fue la certeza de que nada sucede por casualidad, y que en torno a nosotros tenemos siempre disponible la configuración perfecta que va a propiciar nuestra evolución. Nuestros padres son preciosos y debemos honrarlos y agradecerles, sin que importen ya las experiencias que hayamos pasado con ellos… son exactamente las que necesitamos para liberar algo en nosotros que nos impedía tener acceso a la libertad.