Las emociones constituyen nuestra reacción instintiva y espontanea a los acontecimientos de la vida. Cuando vivimos aún en la dimensión del ego, la mayoría de éstas se manifiesta a través de reacciones negativas como la rabia, el miedo, el orgullo, la tristeza.
Esto porque buscamos todo el tiempo obtener de todo el mundo la aprobación de todas nuestras actitudes y elecciones. Pero, como esto es imposible, visto que siempre, en algún momento, sucederán frustraciones por la no realización de nuestros deseos, las emociones negativas van acumulándose, hasta transformarse en angustia e infelicidad permanentes.
Deshacer este nudo no es una tarea fácil, pero el primer paso es tener coraje de confrontar todas las emociones negativas que existen en nosotros, sin querer negarlas, pues todo aquello que reprimimos acaba actuando de manera más intensa, aún inconscientemente.
La búsqueda de la paz y la armonía interior, muchas veces, exige de nosotros vivir momentos dolorosos en que heridas emocionales precisan ser revividas para que puedan ser definitivamente curadas.
Si tenemos determinación para atravesar esta jornada, avanzaremos cada vez más en la conquista de nuestra autoestima y de una relación más amorosa y compasiva con nuestro propio ser, que es en lo que consiste, en definitiva, la verdadera felicidad.
El único problema con la tristeza, la desesperación, la rabia, la desesperanza, la ansiedad, la angustia, la miseria es que quieres librarte de ellas. Esa es la única barrera.
Tendrás que convivir con ellas. No puedes escapar. Ellas son la propia situación en la cual la vida debe integrarse y crecer. Ellas son los desafíos de la vida. Acéptalas. Ellas son bendiciones disfrazadas. Si quieres huir de ellas, si de alguna manera quieres librarte de ellas, entonces surge un problema, porque si quieres librarte de algo nunca lo miras directamente y así la cosa comienza a esconderse de ti porque comienzas a condenar.
Así la cosa continua profundizándose en el inconsciente, escondiéndose en el rincón más oscuro de tu ser donde no puedes encontrarla. Ella va hacia los fundamentos de tu ser y se oculta allí. Y está claro que cuanto más hondo vaya más problemas irá a crear, porque entonces comienza a funcionar desde rincones desconocidos de tu ser y quedas completamente desamparado.
Entonces, la primer cosa es: nunca reprimas. La primer cosa es que lo que sea, así es. Acéptalo y déjalo venir, déjalo venir ante ti. De hecho, apenas decir no reprimas no es suficiente; si tú me permites, me gustaría decirte: Sé amigo de eso.
¿Estás sintiéndote triste? Sé amigo de eso. Ten compasión por eso. La tristeza también posee un ser. Permítelo, siéntate con él, tómalo de la mano. Sé amigable. Apasiónate por él. ¡La tristeza es bella! No hay nada de malo en ella.
¿Quién te dijo que algo está equivocado en ser triste? En realidad, solo la tristeza te da profundidad. La carcajada es superficial, la felicidad tiene la profundidad de la piel. La tristeza penetra hasta los huesos, hasta la médula. Nada penetra más profundo que la tristeza.
Por eso, no te preocupes. Permanece con eso y la tristeza te llevará hacia el centro más profundo. Puedes pasear ahí y serás capaz de conocer algunas cosas nuevas sobre tu ser que nunca habías conocido antes.
Esas cosas solo pueden ser reveladas en un estado de tristeza, ellas nunca pueden ser reveladas en un estado de felicidad. La oscuridad también es buena y la oscuridad también es divina.
Una persona que puede ser pacientemente triste, súbitamente, descubrirá en una mañana que una felicidad está surgiendo en su corazón de alguna fuente desconocida. Esa fuente desconocida es la existencia. Ganaste eso si estuviste verdaderamente triste, si estuviste verdaderamente sin esperanza, desesperado, infeliz, miserable, si viviste en el infierno, ganaste el paraíso. Pagaste el precio.
Confronta la vida. Encuentra la vida. Momentos difíciles sucederán, pero un día verás que esos momentos difíciles te darán fuerza porque los enfrentaste. Ellos fueron hechos para ser así. Esos momentos difíciles son duros cuando estas pasando por ellos, pero después verás que ellos te volverán más integrado. Sin ellos nunca te habrías vuelto centrado, fundamentado.
Deja que la expresión sea una de las reglas más importantes de tu vida. Aunque tengas que sufrir por esto, sufre. Nunca serás un perdedor. Ese sufrimiento te volverá cada vez más capaz de disfrutar de la vida, de regocijarte en la vida.