Hay aún muchas personas que proceden como si el prójimo no existiese. Actúan como si solamente su interés y su bienestar fuesen importantes, olvidando que están insertos en un contexto y que sus actos, aun los más insignificantes, influyen sobre el Todo. Solemos decir que quienes actúan de esa forma no tienen en cuenta los sentimientos de los demás. Reconozco que a menudo tenemos reacciones negativas frente a frustraciones y agresiones que consideramos injustas y que, por lo tanto, procedemos así para defender nuestros propios intereses.
Tenemos, todos nosotros, emociones de todo tipo que podemos manifestar de formas diferentes, dependiendo de nuestro carácter, de nuestra personalidad y de nuestra educación, aunque muchas reacciones dependen principalmente de nuestra sensibilidad. Considero que cuando tuvimos una buena educación y aprendimos a respetar a las otras personas, podemos refrenar nuestras reacciones más agresivas. No obstante, no siempre somos capaces de conseguirlo y esto sucede porque somos más o menos sensibles e influenciables.
A decir verdad, nuestra susceptibilidad depende de las reacciones del ego, que son difíciles de controlar y que requieren un profundo conocimiento de nuestra personalidad y una voluntad genuina de mejorar, día tras día. ¡Mirad bien que no estoy diciendo que el ego sea algo malo, solo afirmo ciertamente que es preciso que aprendamos a controlarlo! El ego forma parte de nuestra personalidad y no podemos prescindir de él a menos que lleguemos a una evolución espiritual elevada (¡cosa bastante difícil!), que lograremos a lo largo de las innumerables encarnaciones. ¡Alcanzar la evolución espiritual en la Conciencia Cósmica requiere mucho trabajo!
En la Astrología Cabalística consideramos que el Ego se manifiesta principalmente por medio de la Luna, con las características determinadas en el momento de nuestro nacimiento e indicadas en nuestro Mapa Natal. El signo en que se encuentra le proporciona una cualidad y la Casa Astrológica, un foco de manifestación. Los aspectos con otros planetas le confieren cualidades y defectos, facilidades o dificultades de manifestación. Llevo escritos ya muchos artículos acerca de la Luna, que pueden leerse en el STUM. Sin embargo, como estamos en sintonía con el Signo de Cáncer (por donde transita el Sol desde el día 20 de junio) podemos volver a reflexionar sobre esa cuestión.
La Luna representa nuestra auto-imagen, según enseñan los libros de astrología. La auto-imagen ¿nos representa verdaderamente? Cuando nos miramos al espejo, ¿nos vemos realmente tal como somos? ¿O tenemos una imagen distorsionada de nuestra realidad?
Hagamos una suposición: rogad a vuestros amigos que os describan. ¡Cada uno de ellos os dará una descripción diferente, porque cada uno tiene una forma subjetiva de veros! ¡Incluso nosotros mismos, cuando nos miramos al espejo, podemos vernos de forma diferente, dependiendo de nuestro humor, de nuestro condicionamiento, de nuestros conceptos! ¡Un día nos encontramos gordos, otro día, delgados, un día nos encanta nuestro cabello, otro día corremos a la peluquería para modificarlo! En bien de la verdad, esto ocurre principalmente con las mujeres, que son más lunares que los hombres. Si bien todos nosotros, hombres y mujeres, sentimos la influencia de la Luna en nuestra personalidad.
Acostumbro a representar la personalidad humana sirviéndome del Arcano VII del Tarot, el Carro. En ese Arcano vemos generalmente un ser, (una persona, un príncipe o un guerrero) dentro de un carruaje que va tirado por dos o cuatro caballos. En mi Tarot, llamado Tarot de Thot, el personaje del carruaje, que es un guerrero, posee un disco solar luminoso en el centro del pecho, que a mí me parece muy representativo de nuestro chakra cardíaco, centro del cuerpo donde reside el destello divino que es nuestro Yo interior. Ese centro solar, que también puede ser considerado como nuestro Yo Superior, según mi punto de vista se relaciona con nuestro patrón de identificación solar, o sea, con la cualidad (signo, Casa y aspectos) de nuestro Sol Natal. El Sol, por tanto, es el verdadero pasajero del Carro, que está dentro de un envoltorio/persona/personaje, que es el cochero del carruaje y que lleva en sus manos las riendas de los caballos. Esos caballos pueden ser dos si representan únicamente la dualidad de la manifestación, o cuatro si representan a los cuatro elementos de la naturaleza. Por tanto, el Sol es nuestro Destello divino, nuestra Célula inicial de vida que tiene necesidad de un cuerpo físico para su manifestación material. Sin embargo, el cochero, que impulsa el carruaje controlando los caballos, tiene relación con la Luna/ego.
Astrológicamente, la Luna responde por nuestra parte emocional y sentimental, que está condicionada por el ambiente familiar, social y económico donde nos hemos criado. Nuestra niñez es, por lo tanto, determinante para moldear nuestra auto-imagen y, consiguientemente, los condicionamientos adquiridos durante los primeros años de vida, a lo largo de los primeros siete años (referentes al ciclo de la Luna y de Saturno) van a moldear nuestro ego. El ego, nuestro cochero, controla nuestras reacciones animales, o sea, nuestros instintos que tenemos en común con los animales. Como ellos, vivimos nuestra vida explorando, conquistando y poseyendo todo aquello que consideramos necesario para nuestra supervivencia. Esos caballos/instintos se relacionan en nuestro mapa con los planetas Mercurio, Venus, Marte y Júpiter. Según el signo y los aspectos de esos planetas, tendremos reacciones o necesidades diferentes. Nuestro carruaje, conducido por el cochero/Luna, necesita, no obstante, obedecer al pasajero/Sol que le ha dado el itinerario para el viaje. Y la Luna, a pesar de condicionada y dependiente de los instintos/caballos, no debe olvidar que su papel es proporcionar al Yo/Sol un trayecto seguro para que llegue a su destino final.En ese punto, debemos recordar que el trayecto elegido, o pre-elegido antes de encarnarnos, ha de ser recorrido adecuadamente de forma a cumplir el itinerario establecido, porque en caso contrario nuestro carruaje se extraviará por los caminos de la vida sin rumbo y sin destino, satisfaciendo únicamente las necesidades básicas de sus instintos animales. ¡Pero los animales no tienen otra misión que cumplir a no ser la supervivencia! ¿Cómo podemos, entonces, vivir nuestra vida comiendo, bebiendo, amando, haciendo sexo y reproduciéndonos, disfrutando de todas aquellas cosas que nos son necesarias para la supervivencia, y olvidando el cumplimiento de nuestro destino mayor para evolucionar espiritualmente? ¡No podemos vivir solamente al Ritmo de la Luna! Solamente el Yo interior podrá indicarte cuál es la meta a alcanzar, ayudando al cochero/luna a recorrer adecuadamente el camino de la vida, superando o evitando obstáculos y percances que son necesarios para nuestra evolución.
En este mes de Cáncer, cuando la energía solar nos invita a entrar en contacto con nuestra Luna Interior, para observar si vivimos bajo la influencia de nuestro ego o escuchamos la voz del Yo, debemos hacer lo posible para comprender también cómo sentimos nuestra inmersión dentro del útero de la Madre Tierra. No es por simple coincidencia que en este momento estamos discutiendo la supervivencia de la humanidad en el seno de nuestra Madre procurando dejar un mundo más sostenible para nuestros hijos. La Río+20 suscita indagaciones, promueve acciones y reacciones y pretende sugerir actitudes para enfrentarnos a los problemas causados por los modelos socioeconómicos implantados en lo civilizado. La Madre Tierra, como una buena madre, está siempre dispuesta a proveer a sus hijos de todo lo necesario para su evolución, ¡pero puede también rechazar con vehemencia e incluso con crueldad a aquellos hijos que la depauperan y agreden! Las catástrofes naturales, los cambios bruscos de temperatura causados por la inconstancia climática, la inestabilidad económica que nos hunde en el miedo, nos obligan a encarar la realidad de frente y a preguntarnos: “¿Qué estoy haciendo yo para no agredir todavía más a mi Madre? ¿Cómo estoy contribuyendo a la sostenibilidad de la humanidad? ¿Cómo puedo marcar la diferencia y hacerme más consciente? ¿Qué mundo voy a dejarles a mis hijos y nietos?
Desde ahora, podemos efectuar pequeños cambios de conducta, reciclar nuestra basura, gastar menos agua, usar menos el coche, plantar un árbol o cultivar una pequeña huerta, en fin, ¡proceder como seres humanos conscientes! Desde ahora, podemos mirar a nuestro prójimo con más tolerancia, evitando críticas y observaciones maldosas, podemos dejar de consumir desenfrenadamente, dejar de sentir envidia de aquellos que tienen más bienes materiales que nosotros. En fin, podemos parar de alimentar únicamente nuestro ego (¡cochero y caballos incluidos!), dejando de reaccionar inconscientemente a los estímulos del mundo exterior y escuchando con más atención la voz del Yo Interior.
Entonces tú, apreciado lector ¿eres consciente de tu papel en la sociedad?
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Publicado dia 6/25/2012 2:15:45 PM em STUM WORLD
