Algo extraño me viene ocurriendo... me siento más feliz… ahora… Pensándolo bien… lo extraño es que parezca extraño sentirse más feliz… No es que no fuese feliz, pero ahora es una felicidad más libre… Como la felicidad no necesita explicación, voy a dejar los detalles de lado…
Pero incluso sin explicación, entiendo que algunas cosas han marcado la diferencia… primero fue el no hacer planes, seguido de la ruptura de las rutinas y… de la disponibilidad para ser feliz.
Los dos primeros ya los he contado aquí… ahora bien… la disponibilidad para ser feliz sobrevino así de la nada… Un día en que yo me vi esperando que mi felicidad viniese de la acción del otro, y de cosas fuera de mí que no sucedían… me sentí muy triste… Al día siguiente, comprendí que era yo la que no estaba muy abierta a la felicidad y que nada ni nadie podría hacerlo por mí… Nadie podría darme lo que yo no estaba preparada para recibir… y tomé la decisión profunda de abrirme más para disfrutar de la felicidad en cada día… Hice un compromiso conmigo misma, y para ello decidí salir y encontrar algo que pudiese andar siempre conmigo, a fin de recordarme esa disponibilidad… esa apertura nueva a la felicidad…
Y así, fui en busca de algo que me vino a la cabeza, y podría simbolizar eso para mí. Me gusta mucho el ámbar y pensé que un pendiente de ámbar podría ser ese símbolo… y fui a buscarlo en el Museo del Ámbar… pero no lo encontré… y después mientras caminaba por una calle de muchas tiendas, encontré dos cosas que me llamaron la atención… Como buena nativa de Géminis, dudé entre las dos... e intenté racionalizar cuál sería más significativa… una mariquita, o un colgante con unas hojas de plata. Para complicarlo todavía más, mientras intentaba decidirme, encontré una cruz de ámbar con cuatro lados iguales… que era muy expresiva para mí…
Ante un elemento tan significativo, fue demasiado para mi mente que ya quería perderse ante tantas informaciones, y entonces… decidí entregarlo a mi corazón… y éste optó por el lindo colgante de ámbar con unas hojas de plata, de forma simple y definitiva, quitándome del enmarañado en que la duda intentaba ponerme… después, me di cuenta de que el colgante se parecía mucho a un par de pendientes que yo tenía…
Y así lo hice. Me puse el colgante con esa intención, de estar más abierta y disponible para disfrutar de la felicidad… y eso solo dependía de mí… corté la dependencia de mi felicidad a cualquier cosa fuera de mí…
Bueno… solo sé que de alguna forma esto ha funcionado incluso más de lo que yo podría esperar… Cada día por la mañana, al ponerme el colgante, yo ya me acordaba de estar abierta para recibir la felicidad… y con la ruptura de la rutina y la ausencia de planes, noté que un movimiento nuevo ha comenzado a producirse a partir de mí… Algunos días hacía cosas diferentes que me hacían más feliz, y yo podría pensar que esa era la clave… Sin embargo, otros días… las mismas cosas de antes ya no me hacían tan feliz… Entonces, comprendí que era algo dentro de mí lo que marcaba la diferencia… esa apertura para disfrutar de la felicidad… y noté que, al aceptar que mi felicidad no estaba en las manos de nadie, descargué al otro de esa responsabilidad, y esto ha dado una levedad mucho mayor a mi relación con las otras personas... y con la vida en general… Por increíble que parezca, incluso los actos más sencillos y triviales han cobrado otro sabor… otros colores, y he visto que me gusta y que disfruto haciendo cosas que nunca había imaginado… Fue con cierto encantamiento como me he visto limpiando el fregadero en la cocina hasta dejarlo brillando… Esto no es más que un ejemplo entre otros muchos que he notado…
A decir verdad, nada en torno a mí ha cambiado o es diferente… soy yo la que se ha abierto a todo cuanto estaba a mi alrededor… Y como por milagro, todo se ha vuelto nuevo y con un brillo especial… el brillo de la felicidad.