Juzgar es uno de los principales atributos del ego. Juzgamos a los demás, focalizando nuestra atención siempre en aquello que consideramos sus defectos y limitaciones.
Difícilmente realizamos la actitud contraria, la de elogiar, enaltecer y estimular las cualidades y los talentos ajenos. Esto sucede porque tal actitud es absolutamente común a la especie humana y, por lo tanto, crecemos siendo observados, juzgados y, principalmente, criticados por todos a nuestro alrededor.
Con el tiempo, acabamos por dirigir el juicio hacia nosotros mismos, mirando todo el tiempo nuestras limitaciones y los errores cometidos, lo que resulta en un sentimiento de lo más destructivo: la culpa.
Cuanto más nos condenamos por nuestras fallas, más reducimos el coeficiente de nuestra autoestima. Aquel que se deja contaminar por el juicio que los demás emiten a su respecto y lo acepta sin ningún cuestionamiento, vive de modo totalmente inconsciente del valor real que posee.
Las creencias negativas, que la mente nos hace incorporar como verdades absolutas, minan nuestra seguridad y hacen que la vida se vuelva un verdadero infierno.
La liberación solo puede suceder cuando nos concientizamos de que somos nosotros, y solamente nosotros, los únicos responsables por reconocer nuestras limitaciones y defectos. Al hacer esto, estaremos iluminando la consciencia y dando un importante paso en el camino de la superación.
"No oigas lo que los otros dicen de ti.
Es fácil ver los defectos de las personas. Alguien ama ver los defectos de las personas, porque ayuda y fortalece su ego que dice: yo soy muy superior. Es muy difícil ver los propios defectos, solamente un hombre que se ama a si mismo puede verlos.
No oigas a los otros, lo que ellos dicen sobre ti. Mírate a ti mismo, quien eres, donde estás, que son tus defectos.
El milagro es: ver un defecto a través de tu propia conciencia lo disuelve.
No precisas hacer ningún esfuerzo para disolverlo. La verdadera conciencia es suficiente.
Este comienza a derretirse como el hielo en el sol caliente. Sin embargo es muy difícil ver los defectos propios, porque nunca te miras a ti mismo, estás constantemente extrovertido, mirando a los otros.
Es realmente difícil, porque debes girar toda tu consciencia en dirección a ti mismo. Nosotros nos hemos vuelto tan extrovertidos, nos hemos hecho tan extrovertidos, que la introversión parece casi imposible.
Estamos paralizados, podemos mirar apenas a los otros. Aunque quisiéramos mirarnos, tenemos que mirar en un espejo. Entonces la imagen en el espejo se vuelve otro. Es necesario aprender a mirarse a si mismo con los ojos cerrados, observando silenciosamente.
No cargues ningún prejuicio. Muchas personas te han dicho: estos son tus defectos. No cargues estas ideas dentro de ti, de otro modo, las encontrarás, porque el pensamiento es muy inventivo.
Pon de lado todo lo que te han dicho sobre ti. Recuerda apenas una cosa: a menos que te conozcas sobre tu propia autoridad, el resto no tiene valor, ningún significado. Entonces, ve sin ningún prejuicio, a favor o en contra.
Apenas ve, en total apertura y observa.
Y si amas y sabes como observar, atravesarás el fenómeno más misterioso. Ver un defecto es disolverlo. Ese es el gran secreto de Buda: saber que estás haciendo algo equivocado es suficiente, no puedes hacerlo más".