He venido notando cómo la víctima se manifiesta a veces tan sutilmente que ni siquiera nos damos cuenta de que en algunos puntos estamos paralizados en esa incómoda posición… Y ocurrió que un día percibí en mí uno de esos puntos. Cuando vino la noche… a la hora de acostarme, tomé un libro de Debbie Ford y decidí abrirlo en una página cualquiera y para sorpresa mía, el contenido era sobre la Víctima…
Para algunos de nosotros, ser infeliz es mejor que perdonar e iniciar un cambio positivo en la vida. Nos resistimos a soltar nuestro dolor porque no queremos renunciar al rótulo de víctima. Para muchos de nosotros esa es la última tabla de salvación…
Estar en la posición de víctima nos paraliza porque permanecemos esperando que el otro… un pariente, un amigo, una pareja, una empresa, el destino… adopte alguna actitud para corregir el error que nos ha victimado… Creemos que en aquel punto somos víctimas y que no podemos hacer nada… o mejor… incluso lo hacemos, pero lo que hacemos solo nos retiene cada vez más en esa posición… lo que más le gusta hacer a la víctima es quejarse y quejarse y quejarse…
Y esto lo hacemos sin darnos cuenta, cuando contamos a otros que las cosas no salen bien, que Fulano es injusto con nosotros… cómo una vez más hemos sido perjudicados en esto o aquello… y vamos aumentando nuestro repertorio de quejas… y cuanto más nos quejamos, más motivos aparecen para quejarnos…
Hay situaciones en las cuales es bastante más fácil percibir que estamos en esa posición, pero hay otras que son sutiles y no nos damos cuenta de cuánto nos estamos saboteando para mantener a la víctima viva en nosotros…
Si las cosas salen bien dejamos de ser víctimas… y, por más absurdo que nos pueda parecer, allá en el fondo, a menudo preferimos que las cosas no se resuelvan…
Un día estaba disgustada con cierta persona por una cosa que me hizo y que consideré extremadamente injusta conmigo… la cual ya había ocurrido otras veces… Después de decirle a esa persona lo que yo sentía, sin que ella admitiese que aquello era injusto, yo estaba quieta y triste, haciendo el Ho’oponopono, cuando esa persona viene y me pide perdón reconociendo que era cierto que estaba siendo muy injusta en aquella situación…
Por un momento percibí que una parte mía quedaba decepcionada, ha sido durante el lapso de un segundo… pero he podido percibir claramente cómo en mí había una parte que no deseaba resolver el problema y que prefería permanecer como víctima…
Menos mal que la mayor parte, al menos aparentemente, no pensaba así; y aliviada y feliz abracé agradecida a aquella persona…
Y confieso que yo, que no apreciaba demasiado ese papel de víctima y de pobrecita de mí, me sorprendí de veras al depararme, más tarde, con algunos puntos donde me sentía así…
A partir de ahí todo se ha vuelto más fácil… he comenzado a observar dónde las cosas no iban bien en mi vida… y era tal cual… allí estaba la víctima bien escondidita… impidiéndome resolver problemas que a veces se arrastran durante mucho tiempo…
Ser víctima nos convierte en el centro de las atenciones y a menudo nuestra carencia nos lleva a preferir permanecer en la piedad que arriesgarnos a salir de ese terreno, estancado pero conocido, y lanzarnos con audacia por territorios donde las cosas pueden salir bien y donde podemos compartir Amor y no pena…
Cualquier cosa sirve de disculpa para que la Víctima en nosotros renuncie a sus sueños… y cada vez que las cosas no salen bien, más alimentamos esa parte en nosotros. Y está siendo una experiencia rica y reveladora recorrer esos caminos en busca de convertirme en una persona más libre…
Una muy buena cosa es que nos observemos… cuando nos demos cuenta de estar empezando a resbalar hacia la víctima, frente a la primera queja… Cambia de sintonía y busca, en tu realidad, motivos que tengas para agradecer… y, en vez de quejarte, agradece…
Si te parece muy difícil encontrar esos motivos… agradece por estar viva, respirando, por aquello que en tu cuerpo funciona perfectamente… y muy pronto ¡ya aparecerán motivos para que estés agradecida!
A fin de cuentas, el Universo nos da siempre más de aquello en que ponemos nuestro foco… Así como la energía de la queja es altamente destructiva y nos aleja de la felicidad… la energía de la gratitud es altamente amorosa y un camino seguro para ser feliz…