Habéis notado como muchas veces pasamos por la vida así como llevados por los acontecimientos, por los quehaceres, y casi nunca disfrutamos de la vida… parece que dejamos esa posibilidad para un futuro en que algunas cosas van a suceder… cuando por fin van a cambiar las cosas, y, por más que sepamos que el único tiempo real es el aquí y ahora, por más que sepamos tantas cosas… qué difícil es desligarnos de ese flujo de acontecimientos que nos lleva por caminos que no están en sintonía con nuestro corazón.
Una de las cosas que más nos quita de esa sintonía es el trabajo que tenemos que hacer para sobrevivir, cuando ese trabajo no es lo que nos gustaría… las horas no pasan… el día se arrastra con tal esfuerzo que a veces parece sobrehumano, y para muchas personas realmente lo es… y aunque seamos libres, si no nos gusta lo que hacemos, somos esclavos del trabajo…
Y qué difícil es liberarnos de eso cuando las facturas insisten en llegar, y no nos dan tiempo siquiera para probar con otra cosa… Y quizá la peor prisión sea esa que viene de los conceptos… esa que hace a muchas personas buscar el trabajo según valores equivocados… buscar el trabajo que da más estatus, más poder, más dinero y nunca el que da más placer… Esas pueden sentirse prisioneras en jaula de oro… pero siempre prisioneras…
La lucha por la supervivencia hace que millones de personas se dediquen a tareas que se vuelven pesadas y fatigosas si allí no están con su Don…
Claro que hay muchas personas a quienes les encanta lo que hacen y trabajan con entusiasmo y alegría… no obstante, creo que para mucha gente, que trabaja por la supervivencia y que no le gusta lo que hace, eso es un verdadero sacrificio que les aporta insatisfacción y desesperanza… y esa energía afecta al todo…
¿Qué memorias nos impiden ir en busca de lo que el alma quiere?
¿Qué creencias nos llevan a estar prisioneros en trabajos sin esperanza?
¿Qué nos hace creer que no somos merecedores de trabajar en lo que amamos?
¿Qué nos lleva a creer que ahora ya no hay tiempo para cambiar?
No sé esas respuestas, pero… desde lo más hondo del corazón, me gustaría saberlas… me gustaría saber la fórmula que despertase en cada cual el llamamiento para el Don… y que ese llamamiento fuese tan fuerte que nos diese el valor de dejar todo lo que nos frena y limita para ir en busca de lo que el Alma quiere… y cómo me gustaría que todos consiguiesen encontrarlo y estar felices trabajando con su Don.
Algunos de nosotros que nos hemos arriesgado a dejar un empleo, que en cierto momento se había convertido en un fardo casi insoportable, para buscar nuestros Dones, somos privilegiados en poder hacer lo que nuestra Alma quiere… aunque los retos sean muchos.
Cuando oí hablar sobre los Dones… rogué mucho al Universo para encontrar los míos y emplearlos para mejor servir… y he sido guiada en ese sentido.
Hoy tenemos el Ho’oponopono que es una herramienta preciosa que nos ayuda a limpiar las memorias equivocadas… y de vez en cuando lo he hecho para mis Dones así…
Digo la frase asumiendo responsabilidades:
- Lo que en mí causa problemas para que yo esté en el pleno ejercicio de mis Dones.
Hago la petición a la Divinidad…
- ¡Divinidad, limpia en mí lo que causa problemas para que yo esté en el pleno ejercicio de mis Dones, y transmútalo en pura Luz!