Hay un refrán popular que dice: No abras demasiado tu mente porque corres riesgo de enloquecer. ¿Será cierto que corremos algún riesgo al entrar en contacto con nuevas formas de pensar? ¿Podrían caminos de conocimiento anteriormente inimaginables representar algún tipo de amenaza para nuestra estructura mental? Naturalmente y con toda razón estarás preguntándote cuál sería la dificultad en abrir la mente hacia algún nuevo tipo de conocimiento, pero la cuestión aquí es de un orden mayor.
Todos tenemos derecho a buscar conocimientos y, por consiguiente, el ensanchamiento de nuestra conciencia; lo que pocos notan, por tanto, es que este supuesto impulso de búsqueda se da en la mayoría de las personas sólo hasta cierto punto.
Si formas parte de un determinado grupo socio-económico-religioso que te acoge y te proporciona un sentimiento de pertenencia, por muy amoroso que sea este grupo para contigo hay normas, reglas de conducta y de pensamiento que deben ser observadas para pertenecer a él. Invariablemente, todos nacemos en algún grupo de ese tipo. Si alguien está fuera de los patrones determinados por su equipo no conseguirá participar en el conjunto y, consiguientemente, el grupo no lo reconocerá y tampoco insistirá en interactuar.
Aquel que no siga las reglas de funcionamiento del grupo en que pretende estar inserido, en nuestra actualidad, difícilmente tendrá éxito en su inserción.
Quienes buscan expansión de pensamientos y nuevas formas de existir son, por lo regular, una amenaza de quiebra de la unidad. Existe el temor a la insania de lo que pueda pasar si la identidad reconocida se muestra a sí misma como frágil, susceptible de fragmentarse. Haciendo una analogía, con cualquier pensamiento nuevo que sugiera algún cambio en el grupo, el sistema actuará exactamente como el organismo humano en la tentativa de aniquilar un virus.
Si hay suficiente coraje para retirar velos y ponderar al respecto, no habrá amenaza de ruptura de las pautas de funcionamiento de familias, ciudades, escuelas, religiones, etc., y sí apertura de posibilidades para adquisición de otros puntos de vista y para transformaciones. Al promover el descortinar de los escenarios que creamos, nos capacitamos para comprender cómo nos hicimos maestros en inventar cuentos sobre driblar la percepción del desamparo existencial en el cual todos nosotros estamos envueltos.
Estamos a merced de todas las fuerzas de la naturaleza, del acaso, de la vida y de la muerte. Construimos castillos como si nunca fuésemos a morir. Restringimos nuestras posibilidades en esquemas limitantes imaginando por ejemplo, innumerables situaciones de funcionamiento para que la vida más allá de la vida sea buena, debido al miedo a lidiar con lo que no sabemos. Somos expertos en inventar realidades y pasamos la vida transitando por los dramas que creamos y que, las más de las veces, sólo nos sirven como muletas para esquivarnos de la responsabilidad de ser reales con nosotros mismos.
Nuestra jornada forma parte de algo mayor y que nadie está habilitado para saber. Inventar magias para negar nuestra condición sí que es locura, es insano. Osar vivir, ser responsables por la propia existencia, desarrollar la capacidad de ser humildes, teniendo conciencia de que todos estamos en el mismo barco es pieza fundamental para de verdad ser libres, para libertar y liberar nuestras mentes. Cuando se alcanza ese estatus se percibe la incoherencia del miedo a fragmentar y a comprometer la supuesta identidad construida.
La libertad de la mente está en el desarrollo de la sensibilidad para desactivar pensamientos mágicos, dogmas y verdades que se dicen absolutas. Recordando que la propia mitología ya fue vivenciada como verdad.
La tendencia es a socializarnos con personas que tienen el mismo tipo de sistemas de creencias que nosotros, pero la pregunta que queda es si estos nos fortalecen para seguir adelante ensanchando nuestra conciencia propiciando nuevos conocimientos o si son redes de pensamientos que sólo sirven para aprisionar nuestras mentes y lo que es peor, nuestras almas.
Haz una pausa, respira y reflexiona. Ejercítate observando dónde se originan los pensamientos y creencias que vienen a tu mente e incluso los que se oyen. A continuación, pregúntate si te sirven, y cuánto, para el sentido que quieres dar a tu vida. Somos libres para buscar alternativas y a veces nos hacen falta otros puntos de vista.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
Publicado dia 5/17/2013 11:00:54 AM em STUM WORLD
